Gelsomino en el país de los mentirosos, de Gianni Rodari

Cubiertas del libro y el cuaderno de trabajo de Gelsomino..., de Gianni Rodari (Alborada, 1988) 
De la época en la que le tocó vivir a Gianni Rodari (1920-1980), destacan cuatro acontecimientos que influyeron decisivamente en la vida y la obra de este escritor y pedagogo italiano: la aparición de los totalitarismos fascista y nazi, la Segunda Guerra Mundial, la renovación literaria que impusieron las vanguardias (fundamentalmente, el surrealismo: André Bretón, Paul Éluard...) y la consolidación del pensamiento y pedagogía antiautoritarios.  
Gianni Rodari nació en Omegna, una población del Piamonte italiano, el año 1920 y en el seno de una familia humilde (su padre era panadero, y morirá de neumonía en 1929 tras haber salido bajo un temporal para ayudar a un gatito que estaba a la intemperie). Atraído por la enseñanza, Rodari estudió y ejerció magisterio. Sus primeras clases, de italiano, las va a impartir en el invierno de 1937-38 a los hijos de algunos judíos alemanes que, huyendo de las persecuciones raciales que se efectuaban en Alemania, se habían refugiado en una granja sobre las colinas que bordean el lago Maggiore. Si ya Rodari era una persona abiertamente enfrentada al totalitarismo, el contacto con este grupo de judíos y el conocimiento de las injusticias de que eran objeto por el régimen nazi, reafirmarían aún más sus convicciones democráticas, sus deseos de libertad. Algo que se hará patente a lo largo de toda su obra posterior. 
Hacia 1920 nace oficialmente el surrealismo. Un movimiento al que pertenecieron desde escritores (como André Bretón, Paul Éluard y Louis Aragón) hasta cineastas (como Luis Buñuel) o pintores (como Francis Picabia o Salvador Dalí). El surrealismo, como bien hicieran otras vanguardias literarias anteriores (el cubismo, el futurismo ruso y el dadaísmo), reivindicaba un arte nuevo y buscaba establecer una ruptura con formas y contenidos de la literatura tradicional, tanto la de corte costumbrista como la que aún mantenía las actitudes sentimentales propias del romanticismo.
Este rechazo de lo establecido llevó a los surrealistas a estudiar, para después experimentar con ello, todo lo que en aquel momento resultaba más novedoso. Por ello intentarán que sus obras sean no ya una mera manifestación de la moral y la estética tradicionalmente dominantes, sino de lo más lejano a éstas. De aquí que sus obras aparezcan como una expresión del inconsciente, en tanto que éste supone la ausencia de todo control; o bien, como el resultado de la experimentación, con lo fantástico y lo simbólico, elementos a los que, aunque los utilizan como representaciones de la irrealidad, no los consideran gratuitos, sino poseedores de un sentido, de una lógica interna (la lógica fantástica de la que hablara Rodari).
Esta búsqueda de nuevas formas de expresión, en la que todo tipo de control estuviera ausente, se tradujo en el empleo de una serie de técnicas renovadoras (de las que Rodari también se hará eco), como por ejemplo: la escritura automática, con la que, para los surrealistas, la literatura se convirtió en una exteriorización de lo imperceptible (y cuya huella es visible en las técnicas narrativas propias del monólogo interior); el humor, utilizado como un instrumento crítico; el collage, como manifestación de la ruptura con las formas literarias hbituales; el extrañamiento del lenguaje, provocado por la nueva asociación, perturbadra, de significados que se produce al unir dos conceptos aparentemente contrarios; y un largo etcétera más.
En Gelsomino en el país de los mentirosos, libro publicado por primera vez en 1959, y a través de una escritura rica en metáforas, juegos de palabras y técnicas que proviene del surrealismo, en la que además se combinan el humor y la imaginación, Rodari expone una visión crítica de la tiranía y la opresión (posiblemente derivada de las experiencias sufridas por el autor durante el régimen fascista de Mussolini). Y para ello se vale, fundamentalmente, de una contraposición entre dos personajes: Gelsomino y el rey Jaimón.
Imagen del interior del libro y el cuaderno de trabajo de Gelsomino..., Gianni Rodari 
Gelsomino, el protagonista de las aventuras que se relatan en este libro, es un joven en el que el autor simboliza algunos de los aspectos más importantes en los que se materializa la libertad: la amistad, la justicia y la solidaridad. Aspectos que, por lo demás, están presentes a lo largo de las restantes obras de Rodari. Esas ideas están también representadas por tres personajes que colaboran con Gelsomino y le ayudan cuanto pueden: Bienvenido-No-Sentado, el pintor Platanito y Trespiés, el gato-garabato. 
Frente a Gelsomino y sus amigos aparece un personaje, el rey Jaimón, que representa la tiranía, los abusos de poder que suelen concretarse en el ejercicio indiscriminado de la fuerza y de la brutalidad. El rey Jaimón encarna perfectamente la figura del dictador: su poder se sustenta en el terror que impone a través de los piratas que constituyen su séquito (a los que ha de comprar sus servicios concediéndoles continuos favores); su trono lo ha logrado tras invadir un país entero; en su país está prohibido decir la verdad e incluso las cosas más mínimas han de ser nombradas con aquellas palabras que el rey Jaimón decreta, con ello logra mantener al pueblo en la más completa ignorancia, y así puede manejarlo conforme conviene a sus deseos.
Pero esta situación dictatorial va a ser resuelta por Gelsomino, quien, utilizando únicamente la potencia de su voz (símbolo por excelencia de la fuerza liberadora de la palabra, y manifestación del valor de la libertad de expresión) conseguirá acabar con la tiranía del rey y restituirá al país su libertad.
RODARI, Gianni. Gelsomino en el País de los Mentirosos. Ed. Alborada, S.A. (Colección La Locomotora, nº 28), Madrid, 1988. ISBN: 84-7772-058-4 [Trad.: Angelina Gatell / Ilustraciones: Raúl Verdini, La Galera S.A. / Diseño de cubierta de Batlle-Martí] "A partir de aquel día, Gelsomino sufrió un verdadero infierno. En la escuela, para no causar más accidentes, llevaba siempre un pañuelo metido en la boca, pero, a pesar de tener que atravesar aquel obstáculo, su voz era tan fuerte..."