El hombre que lo tenía todo, todo..., de Miguel Ángel Asturias

Cubiertas del libro y el cuaderno de trabajo de El hombre que lo tenía todo, todo..., de Miguel Ángel Asturias (Alborada, 1988)
ÉPOCA
SEÑORES PRESIDENTES / LA DICTADURA
Desde 1899, año del nacimiento de Miguel Ángel Asturias, hasta el de su muerte, ocurrida en 1974, lo que caracteriza la historia de Guatemala es una larga sucesión de gobiernos y de presidentes, muchos de ellos de carácter dictatorial, de señores presidentes cuyo comportamiento fue, en muchos casos, muy similar al del arquetipo reflejado por Miguel Ángel Asturias en una de sus más conocidas novelas. Tras el asesinato de José M.ª Reyna Barrios, en 1898, Manuel Estrada Cabrera se hace cargo de la presidencia, e inicia una larga dictadura (1898-1920), que se mantiene con fuertes medidas represivas. Desde 1917 hasta 1920, el año en que fue derrocado, la situación se precipitó. En 1917, la generación de Miguel Ángel Asturias, no intimidada ya por los recuerdos de las represalias anteriores, se lanzó a la lucha política. 
Después del derrocamiento de Estrada Cabrera se produjo un período de continuos golpes y contragolpes en el país. En las elecciones de 1931 triunfó Jorge Ubico, quien en 1944 sería también derrocado y sustituido provisionalmente por un general, Federico Ponce, colaborador y amigo del anterior. Un nuevo golpe, conocido como Revolución de 44, dirigido por jóvenes oficiales progresistas, lo derriba. Se forma entonces una junta provisional y, en las elecciones presidenciales, triunfa Juan José Arévalo, que inicia una serie de reformas que, aunque moderadas, son fuertemente criticadas y molestas para Estados Unidos. 
En 1950 es elegido presidente Jacobo Arbenz quien, desde el camino iniciado por Arévalo, pretendió ir más lejos. Su objetivo principal fue una reforma agraria que alarmó al gobierno estadounidense el cual decide encargar a la CIA el derrocamiento del régimen guatemalteco para salvar sus intereses económicos. El 19 de julio de 1954, un pequeño grupo de exiliados, al mando del coronel Castillo Armas, invadió Guatemala desde Honduras. Aviones norteamericanos bombardearon las principales ciudades del país. Arbenz, que se negó a armar a las organizaciones obreras, cayó pronto. Este episodio, vivido muy de cerca por Asturias, aparece reflejado en Week-End en Guatemala (1956).
Imagen del interior del libro El hombre que lo tenía todo, todo..., de Miguel Ángel Asturias (Alborada, 1988; p. 7)
MODERNISMO
VANGUARDIAS, MITOS Y MAGIAS
Hacia 1970 fue nombrado presidente del gobierno Arana Ososrio. Cuatro años después, unas nuevas elecciones presidenciales manipuladas convirtieron al general Kjell Laugured García en nuevo presidente. Era el año en que fallecía Miguel Ángel Asturias, noticia ante la que el gobierno Arana Osorio, todavía en el poder, manifestó la más absoluta indiferencia. En el ámbito literario, los primeros años del siglo XX son aún los del triunfo del Modernismo en la literatura hispanoamericana, especialmente en la poesía. Todavía tuvo oportunidad el colegial Miguel Ángel Asturias, junto con algunos compañeros, de ver, como recordará mucho tiempo después, en el bar del hotel donde se hospedaba durante su visita a Guatemala, a un ya envejecido Rubén Darío, su ídolo literario de aquellos años. 
Si el Modernismo renovó en profundidad el lenguaje de la lírica, la narrativa, sin embargo, se mantendrá, durante bastante tiempo, apegada a las formas del realismo y el naturalismo. Varias novelas reflejarán, a través de estas técnicas, la grandiosa naturaleza y el mundo rural americano; otras abordarán problemas políticos y sociales; mientras que la novela indigenista se centrará en la denuncia de la opresión a la que el indio está sometido. Autores de novelas de estas características son Ricardo Güiraldes, Rómulo Gallegos, Mariano Azuela y Alcides Arguedas. 
Entre tanto, en Europa, desde 1909 aproximadamente, comienzan a surgir los movimientos artísticos de vanguardia que alcanzarán su máximo auge en los años veinte: futurismo, cubismo, expresionismo, dadaísmo, creacionismo, ultraísmo, surrealismo. Estos movimientos suponían una total ruptura con la estética precedente y la apertura hacia una radical renovación artística. Las vanguardias vendrían a acabar, en la literatura hispanoamericana, con los restos de realismo, naturalismo y modernismo. Numerosos escritores americanos, de primera fila, viajan a Europa, principalmente a España y a París, en la época de entreguerras, para buscar horizontes más amplios a sus inquietudes artísticas y el centro de la renovación estética que se está produciendo por aquellos años. Es el caso de Vicente Huidobro, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, César Vallejo, Alejo Carpentier, Miguel Ángel Asturias... Algunos de estos autores descubrirán, a través de las vanguardias, especialmente del surrealismo, una nueva visión del mundo que puede aplicarse a la realidad americana.   
Imagen del interior del libro y el cuaderno de trabajo de El hombre que lo tenía todo, todo..., de Miguel Ángel Asturias (Alborada, 1988)
«El surrealismo significó mucho para mí. Me enseñó a ver texturas, aspectos de la vida americana que no había advertido», dice Alejo Carpentier. Ideas similares podemos encontrar en Miguel Ángel Asturias, quien observará que en las leyendas y el folklore indígenas existe una forma de surrealismo, se da «la dualidad del sueño y la realidad, hay una especie de sueño, de irrealidad, con tantos detalles que al contarlos son más realidad que la realidad misma; de ahí nace eso que nosotros llamamos realismo mágico».
Desde 1940 lasuperación del realismo en la novela hispanoamericana comienza a ser un hecho. Jorge Luis Borges, Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier y Juan Rulfo abren el camino hacia nuevas formas novelísticas, en las que la realidad se mezcla con la fantasía, a través de lo mítico, lo legendario y lo mágico; en las que los personajes y ambientes están sometidos a un tratamiento alegórico o poético; nuevas novelas que darán entrada a las renovaciones formales aportadas por los novelistas europeos y norteamericanos, junto con elementos irracionales y oníricos que proceden del surrealismo, novelas que, sin abandonar el problema social, darán cabida a una amplia gama de problemas humanos y existenciales.
Estas innovaciones serán seguidas, a partir de los '60, por una serie de novelistas, hoy consagrados, como García Márquez, Ernesto Sábato, Vargas Llosa, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Lezama Lima o Juan Carlos Onetti, que las llevarán a sus últimas consecuencias, y las enriquecerán con nuevos recursos formales que se manifiestan, fundamentalmente, en la experimentación con el lenguaje. 
Imagen de cubierta e interior del cuaderno de trabajo de El hombre que lo tenía todo, todo..., de Miguel Ángel Asturias (Alborada, 1988)
EL HOMBRE QUE LO TENÍA TODO, TODO, TODO
AUTOR, EXILIO Y OBRA
Es la de Miguel Ángel Asturias una vida itinerante, muy unida a los vaivenes políticos de su país. Recordemos que cuando nace en Guatemala, en 1899, está en el poder Estrada Cabrera. Debido a problemas del padre de Miguel Ángel con el régimen del dictador, en 1905 la familia se traslada a Salamá, a unas fincas que poseía el abuelo del escritor. Por primera vez, Asturias entra en contacto con el mundo de historias, leyendas y mitos indígenas que tanto influirá en su obra. En 1908 regresan a Guatemala, donde los padres establecen un pequeño almacén. Miguel ángel Asturias realiza estudios de enseñanza media e ingresa en la Universidad. Se matricula en Medicina, pero abandona esta carrera para dedicarse a la de Derecho; en esta Facultad presenta su tesis sobre El problema social del indio. 
Durante sus años de estudiante, Asturias participa activamente en la lucha contra la dictadura de Estrada Cabrera, la figura que le inspiró El Señor Presidente (1946), obra que desarrolla el tema de denuncia de la dictadura, de larga tradición en la literatura española y que ya en aquellos momentos mostraba signos de fragilidad. Cuando ocupaba el poder Orellana, en el año 1922, un grupo de jóvenes, entre los que se encontraba Miguel Ángel Asturias, fundaron la Universidad Popular, para extender la enseñanza por el país. El gobierno democrático duró poco, y los padres de Asturias, que conocen su carácter combativo, deciden costearle un viaje a Europa.
Desembarca en Inglaterra, en 1923, pero pronto marcha a París, donde permanece hasta el año 1933, en que regresa a Guatemala. «Inmediatamente me ganó esa ciudad», dirá Asturias, que mucho tiempo después volverá a instalarse en ella. Y no era extraño que París le fascinara, ya que a su belleza unía, por aquella época, una intensa vida y el hecho de ser uno de los centros mundiales del arte y la cultura. Allí conoció a las grandes figuras artísticas del momento, y trató más intensamente al surrealista Desnos, a Tristan Tzara, a Paul Valéry y a escritores hispanoamericanos, como César Vallejo. Como hemos señalado más arriba, el descubrimiento del surrealismo será trascendental para la obra literaria de Asturias.
La obra de Miguel Ángel Asturias, bastante extensa, compuesta por poemas, teatro y narrativa, se moverá ya siempre entre la experimentación verbal, la denuncia social, el realismo telúrico y la exposición de mitos y leyendas indígenas. En 1973 escribe el relato El Hombre que lo Tenía Todo Todo Todo. Si, por un lado, dado el público al que va dirigido, fundamentalmente infantil, representa una excepción en su obra; por otro, aún tratándose de una especie de divertimento, esta narración contiene en síntesis todo el mundo literario de su autor. Casi escrito al final de su vida, El Hombre que lo Tenía Todo Todo Todo conecta, sin embargo, como si se cerrara un ciclo, con una de sus primeras obras, Leyendas de Guatemala (1930). Recrea en el relato un mundo, nunca desaparecido en su narrativa, de sueños y despertares, de irrealidades que parecen realidades, de magias y de mitos tomados de las dos culturas que Miguel Ángel Asturias mejor conoce y funde en su obra, la occidental y la americana precolombina. Y lo hace a través de la belleza de un lenguaje poético, plástico, descriptivo, en el que pone de manifiesto su imaginación para el juego lingüístico. 
De nuevo reaparece un tema, ya tratado de diversas formas por el autor, el de la riqueza como poder corruptor. Riqueza que acompaña como una losa al protagonista, desde una especie de paraíso inicial, hasta su deambular por un mundo en continuo hacerse y deshacerse, pero donde la destrucción no es más que transformación, repetición de ciclos, vuelta a los orígenes, donde los seres humanos se transforman en elementos de la naturaleza y la naturaleza se humaniza. 
Caballeros medievales se mueven junto a momias egipcias, propietarios de circos, obispos y agentes de Bolsa, en una especie de viaje infinito, en un mundo sin espacio ni tiempo, porque las distancias están en los innumerables bolsillos de El Hombre que lo Tenía Todo Todo Todo.
ASTURIAS, Miguel Ángel. El Hombre que lo tenía todo, todo, todo. Ed. Alborada S.A. (Colección La Locomotora, nº 45), Madrid, 1988. ISBN: 84-7772-092-4 [Ilustración de Portada: Iglesias Gallego / Diseño de cubierta: Batlle-Martí] "El Hombre que lo tenía todo, todo, todo abrió los ojos muy asustado. Mientras dormía no tenía nada. Despertó bajo la lluvia de las campanillas de los relojes. Mientras dormía no tenía nada. Despertadores, más de cien relojes. Mil relojes, más de mil relojes..."