África antigua y su literatura

© CC 2015 Ron MaderLa literatura africana construint comunitats
1. Literatura africana 
                  1.1.  África antigua y su literatura
                            1.1.1.  Egipto y la escritura jeroglífica
                            1.1.2.  Egipto actual (vid. Literatura en árabe)
                  1.2.  África contemporánea y su literatura [vid.
Algunos escritores, al analizar la creación literaria africana, consideran que está marcada por una triple herencia o influencia: los valores autóctonos, el Islam y la cultura occidental. Por ejemplo, la ficción africana se ha enriquecido con el contacto con la narrativa de los países del norte y la poesía autóctona africana, en Africa Oriental o en las costas del Océano Indico, se han beneficiado de la tradición islámica.
INTRODUCCIÓN
"La tierra que se extiende de la primera a la sexta catarata.
La tierra de las rocas volcánicas negra, y la arena dorada infinita.
El río vivo que corre sin prisa entre Khartum hasta Aswan.
La puerta de Egipto para el gran río Nilo.
El pueblo que se sacrificó para dar la vida a los hijos de Taharqa." 
Estela de Amara, Nubia, Dinastía XIX c. 1294 a 1279 a. C.
Historical Dictionary of Ancient and Medieval Nubia Lobban, R. (2004)
Amara, diferenciada como Amara Oriental y Amara Occidental, es el nombre moderno de una ciudad del Antiguo Egipto situada en Nubia, en lo que hoy es Sudán, a unos 20 km al sur de Semna. Las ciudades se encuentran al norte de la tercera catarata del Nilo, cerca de la ciudad moderna de Abri, y sus nombres se deben a las orillas del río en que están situadas cada una. Parece que sustituyó a Soleb como capital de la provincia egipcia de Kush (Alta Nubia), mientras que la ciudad de Aniba era la capital de Wawat (Baja Nubia). Amara Occidental fue fundada por Seti I de la dinastía XIX, por lo que el virrey Amenemopet (circa1279 a.C.) grabó allí una estela en honor del faraón. Fue temporalmente un centro administrativo, la residencia oficial del virrey de Kush. La ciudad fortificada medía aproximadamente 200 x 200 m. y contenía un gran templo edificado por Ramsés II, que fue excavada entre 1938 y 1950.1 El nombre de la ciudad fue primero per-Menmaatre (Casa de Seti I), posteriormente Per-Ramsés-meri-Amon (Casa de Ramsés II), y finalmente Chenem-Uaset.
Amara Oriental fue construida en el periodo Meroítico, y su nombre era Pedeme. En ella hubo un templo construido por Natakamani; la expedición Lepsius desenterró y documentó ocho pilares decorados, pero en la actualidad sólo existen unos pocos restos de las murallas de la ciudad. Lobban, Richard (2004).
LITERATURA EGIPCIA 
Eminentemente religiosa y nacional, la cultura egipcia sólo estuvo al servicio, al contrario que otras antiguas, del pueblo que la creó, y sus límites fueron los de la expansión de éste: a pesar de su larga pervivencia —contempla la llegada del cristianismo y llega hasta el final del Imperio Romano—, es una cultura celosa, aislada, lo que explica en gran medida el misterio que aún la rodea. No se libra de esta caracterización la literatura, encerrada y constreñida también a lo tradicional, y cuya dificultad primera se halla ligada al desentrañamiento de la escritura en la que se expresa. A este respecto, existieron en Egipto tres tipos de escritura diferenciados, que dieron lugar a distintas obras literarias, determinadas tanto cronológicamente como por el nivel social desde el que se escribía y al que se dirigía, teniendo siempre en cuenta que el número de personas capacitadas para la lectura era mínimo.
a) Escritura jeroglífica, la «escritura sagrada» usada durante treinta y cuatro siglos (del 3000 a.C. al siglo IV d.C.). Se trata de ideogramas claramente identificables y simples, con los que captar los elementos esenciales de los objetos o seres que representan. 
b) Escritura hierática, «sacerdotal», preferentemente utilizada para los textos sagrados, y que no es sino una simplificación en cursiva de la jeroglífica, en un intento de ganar en rapidez a la hora de redactar documentos administrativos. Evolucionó mucho en el transcurso del tiempo, y se usó desde las primeras dinastías. 
c) Escritura demótica, «popular», una nueva cursiva en la que los signos comienzan a agruparse formando trazos unidos en una sola figura. Desplazó a la hierática de los usos administrativos e incluso religiosos. 
d) Escritura copta, la propia del copto, sustitución a partir del siglo IV d.C. del antiguo egipcio por una lengua con importantes préstamos —también alfabéticos— del griego. Fue la lengua popular vehículo del cristianismo entre las clases bajas, desplazada definitivamente por el árabe desde el siglo XIII. 
El dominio de escritura y lectura estaba a cargo de toda una clase que gozó de gran importancia y consideración: el escriba era el funcionario encargado de la administración, la ayuda imprescindible del sacerdote y el educador de la sociedad egipcia. Las escuelas, aunque prácticamente reservadas a ellos y a los nobles, estaban también abiertas a las clases bajas cuyos hijos más inteligentes tenían aquí su lugar, recibiendo una sólida formación intelectual y moral que fue el principio de las distintas manifestaciones literarias egipcias. Manifestaciones literarias que tenían como rasgos comunes la anonimia (como en el resto de las producciones artísticas), cuya razón principal está en la fuerza de la tradición oral; y la brevedad, lo que no quiere decir que, efectivamente, no existieran obras extensas, sino que, cuando éstas aparecen, lo hicieran como agrupación de distintas composiciones que, por cualquier razón, forman finalmente un conjunto. Los conocidos Textos de la pirámide (ca. 2400 a.C.) son escritos provenientes del antiguo Egipto; fueron labrados en las paredes y el sarcófago de la pirámide de Saqqara. 
Literatura Africana
  Oral
  Lenguas africanas (2000 lenguas)
Escrita 
(colonial y postcolonial)
Literatura Africana en lengua africana; Literatura Africana en lengua europea (inglés, francés, portugués, español); Literatura Árabe...


NUBIA
LOS FARAONES NEGROS
Entre Egipto del mediterráneo y la sabana de la África sudanesa yace Nubia, constituyendo una transición sorprendente por su peculiaridad geográfica, histórica y socio-cultural. Hasta el siglo XX Nubia representaba un caso enigmático en cuanto a los orígenes de sus gentes, sus idiomas, etc. En realidad, Egipto está en África por Nubia o, al menos, sin esta región Egipto no habría recibido la influencia del continente negro que necesitaba en la formación de su antigua civilización.

Nubia es la tierra donde convergieron la sabiduría de la antigüedad e incluso la naciente cultura de Egipto. Nadie discute la originalidad de esa cultura nubia y de sus creaciones. Nubia hizo préstamos importantes a la antigua civilización de Egipto, y gozaba de lazos culturales, económicos y políticos duraderos con Egipto, pero a pesar de todo eso prevalecía la idea de que Nubia no existía fuera del contexto histórico del Egipto faraónico, aunque Nubia nunca dejó de existir como una entidad independiente en muchas épocas de la historia, las etapas oscuras de su historia causaron muchas confusiones, y dejaron muchas ambigüedades respecto a la historia de este pueblo. A partir de principios del siglo XX se llevó a cabo varias encuestas e investigaciones arqueológicas y filológicas, sobre todo, después de construir la antigua presa de Aswan (1902 ). Se organizó una expedición desde 1907 hasta 1909 para registrar algunas de las obras que serían hundidas por el agua. La expedición trabajó de una forma esquemática sobre los cementerios ya descubiertos desde el siglo XIX, el resultado fue magnífico cuando se pudo revelar informaciones nuevas sobre los grupos nubios antiguos A, X y C (culturas antiguas que representan la historia de esta región), destacando las investigaciones llevadas a cabo en la Baja Nubia, en Karanog, donde la expedición de la universidad de Pensylavania descubrió un cementerio meriótico siglo II a.C. y las ruinas del palacio real en un pueblo antiguo, mientras que otro equipo de la misma expedición consigue descubrir ruinas de pueblo del grupo C.

Entre 1910 y 1913 se descubrieron mas cosas en Kermel al norte de Sudan, lo que llamamos la alta nubia ,donde aparecieron los cementerios de Meroe en kuri y nuri, aparte de algunos descubrimientos en la parte egipcia. La construcción de la presa de Asuán (Presa baja) se inició en 1899 concluyendo las obras en 1902, pero resultó ser insuficiente, se procedió a la reforma de la obra entre 1907 a 1912 y posteriormente entre 1929 y 1933, momentos en los que la actividad arqueológica fue intensa, intentando salvaguardar la mayor cantidad de restos posible. En 1952 comenzó el proyecto para construcción de una nueva presa (presa alta), fue terminada en 1970.
SIGLO VIII a.n.e.
EL ALTO EGIPTO DE LOS FARAONES PERDIÓ EL RUMBO
Se producen una serie de luchas entre jefes locales que acabarán por desmembrar la asombrosa civilización que otrora construyera las grandes pirámides. Fue entonces, al borde del colapso, cuando los vecinos etíopes de la antigua Nubia, en Sudán (Sur de Egipto), toman el control de un País dividido para conquistarlo y gobernarlo. Sólo se conocen parcialmente algunos aspectos de la historia lingüística de Nubia. Si bien se ha sugerido repetidamente que la lengua antigua mejor documentada, el meroítico, estaría emparentada con las lenguas nilo-saharianas, esta lengua debe considerarse como una lengua no clasificada.1 Además en el área llamada en la antigüedad "Nubia" existen actualmente lenguas cushitas hacia la parte oriental del antiguo reino de Kush y un conjunto de lenguas cordofanas en la parte sur del mismo reino. Eso implica que parte de los pueblos llamados simplemente "nubios" podrían haber hablado lenguas que no son de la familia nilo-sahariana. Otras evidencia sugieren que aún en las regiones no periféricas Nubia, se habrían hablado por lo menos dos variedades del grupo de las lenguas nubias, una subfamilia de la familia nilo-sahariana que incluye a las lenguas nobiin, kenuzi-dongola, midob y algunas variedades relacionadas con la zona septentrional de las montañas Nuba. Una variedad llamada birgid se hablaba, al menos hasta 1970, al norte de Nyala, en la región sudanesa de Darfur, pero se extinguió con posterioridad. El idioma nubio antiguo se utilizaba sobre todo en textos religiosos de los siglos VIII y IX.

En la antigüedad el territorio actualmente llamado Nubia fue muy influenciado por la cultura del Antiguo Egipto, sobre todo durante las épocas de apogeo de Egipto, siendo una especie de virreinato egipcio. Nubia podría ser parte de la zona citada en las fuentes bíblicas con el nombre de Kush, Cush o Cus. 
Para la antigua Kemet (Antiguo Egipto), Nubia era “Tai-Seiti” (la tierra de la “gente del arco”), población difícilmente subyugada, pues sabían utilizar sus arcos y flechas. Pero hubo algo diferente en ellos; su piel era oscura como la noche del desierto nubio… Egiptólogos de principios del s.XX como el afamado George Reisner, encuentran las primeras evidencias arqueológicas de los reyes nubios. Pero estos arqueólogos, solo pudieron ver Sudán a través de los ojos de Egipto y, a los negros africanos, no como una nueva estirpe de faraones sino como esclavos de Egipto. Afortunadamente estos errores históricos se han ido subsanando con nuevos estudios sobre el reino de Kush (Nubia), en el Sudán en el contexto de un período de vacío cronológico, coincidente con el fin del Tercer Período Intermedio de Egipto y la etapa de ‘la Edad Oscura” en Oriente Próximo. 
Sudán ha sido eclipsado por Egipto durante la historia, pero todavía ésta se puede reescribir. En Sudán quedan tesoros de incalculable valor, legados de la dinastía de los faraones negros a quienes la historia olvidó. Nubia, región ubicada en su mayor parte en el Sudán, al sur de Egipto, durante siglos había sido explotada y dominada por los egipcios. Ambas tierras se relacionaron de distintos modos entre sí a lo largo de la era faraónica. Los egipcios explotaron insistentemente, durante siglos, las minas de oro del País del Kush (Nubia). Así era como llamaban la territorio situado al sur de la cuarta catarata. Este lugar fue dominado completamente por Egipto bajo la dinastía XVIII. Existe escasa documentación de este período conocido como ‘Edad Oscura’ que también afecta a Nubia, de la que se conoce poco o nada alrededor de los siglos X y IX a. C. Pero hacia el 1069 a.C con el fin de la dinastía XX , la región Nubia, por primera vez en mucho tiempo, queda liberada de la ocupación y explotación de sus vecinos del norte, y comienza su etapa de independencia. Su expansión se produce hacia el 780 a. C. como reino de Kush ( Nubia) con capital en Napata,  con marcada influencia egipcia, cimentada por siglos de dominación y colonización. Los reyes etíopes se convirtieron en los nuevos Faraones de Egipto.  Les bastaron 75 años de Gobierno del país del Nilo, o ¿quizás algunos más?, para reunificarlo y construir un imperio. Fueron devotos de Amón adoptando el culto de sus vecinos egipcios y defendieron Egipto de la agresiva Siria. El faraón Taharqo llevó el reino a su apogeo, pero tuvo que retirarse ante los asirios. Un capítulo en la dilatada historia del País del Nilo que hasta hace poco permanecía en la sombra.

Entre los primeros reyes etíopes, en el 736. a.C  destacó Piankhy, que ocupó Tebas  y consolidó su poder en el País del Nilo, ya que se consideraba a sí mismo, legítimo sucesor de los grandes faraones Tutmosis III y Ramsés II, aunque con un pequeño detalle; su piel era oscura como la noche. Piankhi fue el primero de aquellos nuevos reyes nubios conocidos como los faraones negros que gobernaron Egipto con afán imperialista y llenaron su paisaje de grandiosos monumentos:
‘Yo haré que el Alto Egipto pruebe el sabor de mis dedos’, dijo Pianjy antes de tomar Tebas, capital del Alto Egipto y de presenciar el sometimiento de su decadente vecino egipcio como venganza de sus antepasados.
El baño de sangre fue inevitable. La crónica de las proezas militares de Pianjy está grabada en la estela de la Victoria, en Gebel Barka. Le siguieron Shabako, Shebitku y Taharqo.  Shabako luchó para evitar que Egipto fuera conquistado por Sargón II de Asiria, y lo consiguió, después tuvo un periodo de paz que aprovechó para dedicarse a las letras y a levantar monumentos. Su sucesor Shebitku volvería a enfrentarse a los asirios quienes intentaron conquistar Egipto hasta conseguirlo en el año 671 a.C. 
EGIPTO Y LA ESCRITURA JEROGLÍFICA
LOS PRIMEROS PAPIROS 
Se hace fundamental sumarse a las discusiones en torno al carácter de lo literario en el antiguo Egipto. La conceptualización de las expresiones egipcias antiguas en términos propios de la contemporaneidad genera en ocasiones algunas tensiones, en relación con el encuentro entre nuestras expectativas -asociadas de modo genérico, con una forma de concebir al mundo en términos de clasificación- y las evidencias disponibles. Pensar a las narrativas egipcias que fueron puestas por escrito en papiros y óstraca como textos literarios introduce algunos preconceptos ligados a criterios de definición modernos -ficción, autoría, función, circulación-. La dimensión política se nos representa a menudo como maniquea, y se asocia incluso a nuestra noción de estado moderno, con los rasgos y prácticas que lo caracterizan. Lo mítico es concebido como un marco coherente, sin fisuras, altamente efectivo en su potencial explicativo, y también exclusivamente místico. 
Los contextos en que se encuentran las fuentes implican a menudo para el egiptólogo la construcción de un preconcepto en torno a su carácter. O, a la inversa, se espera de ciertos contextos el hallazgo de determinadas fuentes -y no otras-. La posibilidad de entrecruzar órdenes o discursos encuentra límites en nuestra mentalidad occidental, y se constituye como desafío hacer evidentes estas tensiones y hallar -o en algunos casos esbozar- puntos de articulación que posibiliten la investigación de estas expresiones en toda su complejidad. La insistencia en la explicitación de esta cuestión procurará reponer esta advertencia, y hacer conscientes las tensiones de las que hemos sido objeto en la escritura de este texto. Si enfatizamos la expresión de un contenido asociado a la realeza en el relato, la consideración sobre los fundamentos de esta institución se integra, naturalmente, como una problemática constituyente de esta investigación. La indagación sobre la centralidad de la monarquía faraónica en la sociedad egipcia conlleva a su vez la exploración en torno a su construcción simbólica y la cuestión de su legitimación. El lugar de lo mítico en este punto se torna sustancial, como fundamento constitutivo de la imagen del rey, así como de las tradiciones de sucesión al trono. 
Los más arcaicos testimonios en la literatura del antiguo Egipto (III milenio a.C.) son, como ya advertíamos más arriba, composiciones litúrgicas, literatura sapiencial (Instrucción de Ptahhotep), cantos de trabajo y textos de agudo pesimismo, como el Diálogo de un hombre cansado de la vida con su espíritu. Más adelante (II milenio a.C.) florece la narrativa, en la que destacan las Aventuras de Sinuhé o el Cuento de un náufrago, y la poesía sacra, con el célebre Himno al Sol. Estos textos pretenden servir de introducción a la literatura del antiguo Egipto a todos los estudiosos de esta milenaria cultura, así como a quienes disfrutan y se interesan por la literatura en general. Es inevitable que en un primer impulso el público se sienta atraído por la grandeza de los monumentos y la belleza de los relieves y pinturas que los decoran, además de por la riqueza de los muy variados objetos de la cultura material que nos ha legado el antiguo Egipto. Sin embargo, es a través de la documentación escrita como mejor podemos acceder a las mentes de los antiguos egipcios, acercarnos a su compleja manera de pensar y de reflexionar sobre la vida, conocer sus deseos, sus inquietudes, sus preocupaciones, sus miedos, saber qué es lo que les producía alegría y felicidad o tristeza y desconsuelo.
****** 
Los textos, y sobre todo la literatura, nos muestran cómo debajo de unas formas aparentemente extrañas vivía una sociedad con muchos elementos en común con la cultura occidental contemporánea. Leyendo los textos el tiempo y la distancia se relativizan y los personajes cobran vida todavía hoy. Los viajes que emprenden los protagonistas de los relatos centrales de los textos egipcios sirven de excusa para agrupar en torno a ellos textos de diversos géneros que, de una u otra forma, contextualizan y ayudan a comprenderlos mejor. Estos textos citados pretenden que el lector emprenda su propio viaje por la literatura del antiguo Egipto, durante el cual pueda ir adquiriendo distintas impresiones de su cultura. 
La letra cursiva o hierático, trazada mediante pincel y tinta negra, era el sistema de escritura que se enseñaba en las escuelas y que los escribas practicaban en el ejercicio cotidiano de su profesión. La tinta roja se empleaba para señalar visualmente el comienzo de una nueva sección o un elemento importante dentro del texto. El papiro era un material caro, por lo que se reservaba para documentación de supuesta importancia, sobre todo administrativa. Por ello, éste no era el soporte más utilizado en las escuelas, donde los aprendices ensayaban escribiendo o bien sobre papiros en mal estado o ya usados (palimpsestos), o bien sobre fragmentos de cerámica y pequeñas piedras con uno de sus lados liso (estos dos últimos se denominan genéricamente ostraca), o bien sobre tablillas de madera e incluso sobre huesos de animales. Aún así, se han conservado extensos papiros que parecen hacer la función de libros de texto, encadenando fragmentos de composiciones de distintos géneros. Gardiner denominó a estas recopilaciones “miscelánea.” Otros papiros con finalidad didáctica consisten en listas de palabras que el escriba agrupaba por categorías, es decir, vocabularios temáticos, hoy denominados “onomástica.”

Debido a la temprana estandarización de la escritura, es difícil distinguir diferentes escuelas de escriba a partir de los textos. El sistema de escritura consonántico ni siquiera permite distinguir con claridad los diferentes dialectos que debían coexistir dentro del territorio de Egipto y que más tarde se manifiestarían claramente en el copto. El hallazgo de un elevado número de ostraca en un lugar determinado, como es el caso de Deir el-Medina en Época Ramésida, permite hipotetizar sobre la existencia de una escuela de escribas en ese lugar. Muchos años antes, a comienzos del Reino Medio, la elaboración de textos escolares como Kemyt o la llamada Sátira de los oficios en la región de Menfis y Heliópolis parece indicar la localización de escuelas allí. Los textos literarios nos han llegado en la mayoría de los casos a través de ejercicios escolares. En las escuelas de escribas el aprendizaje de la escritura se basaba en la copia, dictado y memorización de composiciones modelo. Esta circunstancia hace que sean frecuentes los errores cometidos por la confusión entre dos signos visualmente semejantes y los errores derivados de la semejanza fonética o semántica entre dos palabras.Sobre el método de aprendizaje de los jóvenes escribas no se conserva ningún tratado. El maestro corregía los ejercicios con tinta roja y empleaba el castigo físico, golpeando con una vara el trasero del alumno indolente. Desde el punto de vista del maestro, “los oídos del joven están en su espalda, (pues) sólo escucha a sus azotes.” De hecho, la palabra egipcia para enseñar, sboe, generalmente va acompañada de un determinativo semántico que representa a un hombre levantando una vara en su mano. Pero en algunos casos ni siquiera eso funcionaba 
A pesar de que te inflijo toda clase de azotes, tú no obedeces. Si supiera otro método de hacerlo, lo haría para que obedecieras. Tú eres una persona apta para escribir incluso antes de la pubertad: tu corazón es decidido, tus dedos instruidos, tu voz depurada para la declamación ...
Los textos escolares incluían, además de obras clásicas, cartas entre particulares, elogios al monarca, himnos religiosos, etc. A la vez que enseñaban al alumno a escribir y a redactar, les inculcaban la ideología dominante y les insistían sobre las ventajas de la profesión de escriba. Se compara ésta con la actividad de otras profesiones, exagerando las características de cada una para convencer al joven novicio a que prosiga su formación. Entre las ventajas que enumeran los textos, se señala que los escribas no tienen jefes que les den órdenes y les maltraten a su antojo, sino que ellos son los que ordenan y mandan. La profesión de escriba es, en definitiva, la que deja más libertad al hombre dentro de la sociedad. La reiteración de este tipo de adoctrinamiento refleja, por otro lado, que los jóvenes debían percibir las profesiones de manera distinta, muchos prefiriendo la carrera militar o, simplemente, dispuestos a entregarse a la buena vida. 
La expresión “escribe con tu mano, lee con tu boca,” y no con los ojos, hace referencia a la lectura en alto, lo que está relacionado con el carácter oral de las inscripciones y también de las composiciones literarias. Nótese, por otro lado, el consejo que los escribas repiten a los aprendices, “escribe con tus dedos por el día, lee por la noche.” En el Papiro Lansing, un escriba veterano le insiste a su pupilo a que se concentre en el aprendizaje de la profesión. Entre otras cosas, le dice:
Pasa el día escribiendo con tus dedos, recita durante la noche.
Confraterniza con el papiro y la paleta, es más dulce que las jarras de ≤edeh. En cuanto a la escritura, para aquellos que la conocen, es más beneficiosa que cualquier empleo; es más agradable que la comida, que vestidos o que ungüentos; es más valiosa que ser heredero ≤en≥ Egipto, que una tumba en el Occidente.
Las Enseñanzas de Ani recogen un pasaje que presenta la profesión de escriba como una carrera de méritos:
Cuando seas instruido en los escritos, apréndetelos y ponlos en tu
corazón. Todo lo que tú digas prosperará entonces. En cualquier
oficina a la que un escriba sea asignado, él necesita consultar los
libros. El supervisor del Tesoro no tiene hijo, el supervisor del sello no tiene heredero. El escriba es elegido por su mano, la oficina no tiene descendencia.
Tanto el arte plástico como la literatura son, generalmente, anónimos. Tan sólo en contadas ocasiones las composiciones van seguidas de un colofón donde el escriba que ha escrito el texto menciona su nombre, y no se trata en este caso de su autor, sino de un copista. La tradición y transmisión oral frenan el desarrollo de la propiedad intelectual. Por otro lado, los antiguos egipcios responden anacrónicamente al concepto postestructuralista de “intertextualidad,” el cual supone que un texto no es en ningún caso una creación original de su autor, sino que forma parte de un universo dinámico de textos con los que se relaciona. De ahí la importancia del contexto literario a la hora de estudiar una obra. Las enseñanzas y algunas inscripciones incluyen, por diferentes razones, el nombre del supuesto autor, o al menos el de quien encargó su redacción.Las enseñanzas, al igual que las inscripciones conmemorativas, reflejan las expectativas ideológicas de la sociedad, la ortodoxia, y consecuentemente, era el género literario que gozaba de un mayor reconocimiento. La ficción, por otro lado, transmite la respuesta de un individuo a las expectativas sociales, la vivencia personal. En el Papiro Chester Beatty IV se encuentra una disquisición sobre cómo la fama literaria supera a los intentos de ser recordado a través del tiempo mediante monumentos, o teniendo descendencia. El autor menciona los nombres de escritores clásicos, cuya memoria no había caído en el olvido.

El título “literatura,” es usado por egiptólogos y estudiosos del antiguo Oriente Próximo en general para englobar los géneros más dispares, incluyendo textos administrativos, legales, tratamientos médicos, conjuros mágicos, correspondencia, etc. En efecto, “literatura” puede comprender todo lo escrito. Sin embargo, nuestro concepto actual de literatura se refiere a textos que poseen ciertas características, como que el contenido sea ficción, es decir, que lo descrito no tenga por qué coincidir con la realidad, que el texto se interrelacione con otros, que el estilo sea más rico y sugerente que el empleado en la comunicación cotidiana, etc.

Los antiguos egipcios, desde los comienzos de su historia, practicaron una muy amplia variedad de textos, cada uno con sus peculiaridades. Tal vez debido a que los escribas no debían poseer un elevado grado de especialización y empleaban sus habilidades para componer diversos tipos de escritos, las influencias entre uno y otro género eran inevitables. Por otro lado, debido a la disociación inicial entre el lenguaje hablado y el escrito, la mayoría de los textos eran compuestos con un estilo muy cuidado, muy distinto de la lengua vernácula. Por todo ello, en definitiva, el término “literatura” ha de usarse, en lo que al antiguo Egipto se refiere, con un criterio abierto y generoso. Los cuatro pilares del presente libro son, en principio, ficción, pero todos ellos van arropados por fragmentos de textos de muy diversa índole, con los que directa o indirectamente se relacionan. Si bien el origen de la escritura pudo responder a necesidades económico administrativas, es en el ámbito religioso donde se impulsa el desarrollo de la literatura en sus comienzos. Los himnos, oraciones, textos ritualísticos y, sobre todo, las biografías póstumas, ofrecen la oportunidad al escriba de mostrar veladamente su creatividad. Habiendo prendido dentro del escriba el deseo de expresarse, ya sólo era cuestión de encontrar el medio para plasmarlo. Las biografías van adoptando poco a poco formas más narrativas y van aumentando los detalles que las individualizan. Las biografías modélicas dirigidas a los sucesores del difunto y a la posteridad en general abren paso a textos sapienciales o enseñanzas, en forma de consejos de un padre a un hijo. Los monarcas no tardan en sumarse al progreso y encargan la ejecución de inscripciones reales con texto narrativo acompañando al cuadro iconográfico con sus títulos convencionales. La influencia de la religión y de la monarquía estaba tan omnipresente en la vida intelectual o letrada de la sociedad egipcia que todas las composiciones literarias, en el amplio sentido de la palabra, tienen que ver de una u otra forma con la divinidad o con la realeza. 
Las biografías, las enseñanzas y los textos de ficción adquieren un desarrollo notable a comienzos del segundo milenio a.C., incluso antes del periodo llamado Reino Medio. Si bien el objetivo de las dos primeras clases de textos es relativamente sencillo de deducir, el propósito de las obras de ficción es hoy todavía discutible. Puesto que en todas ellas la figura del monarca juega un papel relevante, si bien nunca llega a ser el protagonista, una posibilidad es que su propósito fuera político, que funcionaran como una herramienta propagandística articulada desde las capas más altas de la sociedad. También podría ser al revés, que fueran un medio para influir en la opinión de las altas esferas, de forma parecida a como usara Hamlet el teatro. Sea como fuere, lo cierto es que las obras de ficción se componían en un determinado ambiente político y social y su mensaje iba dirigido a personas que vivían inmersas en la misma realidad que el autor, con inquietudes similares a las de él, por lo que el contexto histórico es siempre relevante para aproximarse a una obra, aunque ésta sea ficción. 
Los textos estaban redactados por miembros de las capas privilegiadas de la sociedad y destinados, en principio, para ser leídos por gente de su misma categoría. Tan sólo el uno por ciento de la población estimada para las distintas épocas de la historia antigua de Egipto debía estar alfabetizada. Considerando que hubiera diversos grados de alfabetización, los posibles semi-alfabetizados no superarían en todo caso el cinco por ciento. Esto no quiere decir que la influencia de esa minoría capaz de leer y escribir no fuera enorme sobre el resto de la sociedad. La sociedad egipcia puede definirse como una sociedad letrada, donde la documentación escrita jugaba un papel vital en el desarrollo de la actividad cotidiana. Los textos literarios, sin duda, podían ser leídos en privado, pero existen indicios de que era costumbre recitar en voz alta, por lo que el público de una composición podía llegar a ser mucho mayor que el número de personas capaces de entender el texto escrito. Muchas de las composiciones a partir de mediados del segundo milenio a.C. muestran signos de puntuación en tinta roja. Su función era separar las frases para agilizar la lectura o facilitar su declamación. La puntuación puede ser entendida también como una forma de separar versos. En efecto, las composiciones literarias egipcias poseen métrica, pero eso no quiere decir que tengan que ser necesariamente consideradas poesía, pues la prosa también puede ser métrica o retórica. 
La literatura en sentido estricto, las composiciones de ficción, son la expresión de la subjetividad y, paradójicamente, de la realidad, frente a la canonización e idealización de la conducta que transmiten las enseñanzas y las inscripciones conmemorativas. Los protagonistas de los cuatro relatos que componen la columna vertebral de este libro son individuos bien adaptados a la sociedad, pero cuyas circunstancias les separan del grupo. En ese momento las normas de conducta aprendidas pierden todo su valor, y en ese momento se descubren como individuos. A pesar de perder las referencias de su grupo, al encontrarse en un ambiente extraño, su identidad como egipcios se reafirma. Los obstáculos que van superando en tierras extranjeras hacen que aumente su valía personal y, a la vez, que crezca el deseo de regresar felizmente a casa. 
La tierra de origen, Egipto, que al comienzo de las historias no es especialmente ensalzada, al final se convierte en el lugar de descanso, a donde hay que volver, y quedarse. Los extranjeros, que con tanto desdén se les describe en los textos sapienciales y en las inscripciones conmemorativas, son retratados con sosiego, sin radicalismos, como personas. 
El viaje es, desde la Antigüedad hasta hoy, una aventura, donde todo es posible, donde todo se mezcla y se altera, lo bueno y lo malo. El viaje le permite al narrador desdibujar la línea entre realidad y ficción, y le excusa para escaparse de las estructuras establecidas y crear personajes y situaciones a su gusto. El receptor, oyente o lector, se evade de su realidad cotidiana de la mano del protagonista y, al igual que él, el viaje por tierras extranjeras le confirma sus señas de identidad con su grupo y con su tierra.


BIBLIOGRAFÍA
ÁFRICA EN LA ANTIGÜEDAD: EGIPTO

- ANON. El libro egipcio de los muertos. Primera versión poética según el texto jeroglífico publicado por Wallis Budge. Traducción, prólogo y notas de A. Laurent. Editorial Astri, S.A., Barcelona, 2003.
- CASTEL, E. Egipto, signos y símbolos de lo sagrado. Aldebarán, Madrid, 1999.
- CASTRO, M.B. «Representaciones y tensiones. Estudio sobre el relato literario del Papiro d'Orbiney». Tesis de posgrado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria Académica. [Consulta: 20/10/2012] Disponible en línea: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.1169/te.1169.pdf.
- COLLIER, M.; MANLEY, B. Introducción a los jeroglíficos egipcios. Trad.: José R. Pérez-Accino / Ilustraciones: Richard Parkinson. Alianza, Madrid, 2001.
- GALÁN ALLUÉ, José M. Cuatro viajes en la literatura del antiguo Egipto. CSIC, Madrid, 2000.
- IÁÑEZ PAREJA, Eduardo. Historia de la literatura universal. Tomo 1. Editorial Bosch, S.A., Barcelona, 1990. [Tomo 1]
SERRANO DELGADO, José M. Textos para la historia antigua de Egipto. Cátedra, Madrid, 1993.