Lecturas de Historia de la Filosofía

 
La Historia de la Filosofía occidental se remonta a la Antigua Grecia, y se la puede dividir en cinco períodos: Antigua, Medieval, Moderna-Renacentista, Contemporánea y Actual. La filosofía antigua va desde el siglo VI a. C., hasta la decadencia del Imperio Romano, e incluye pensadores como Platón y Aristóteles. El período medieval llega hasta finales del siglo XV, cuando deja lugar al Renacimiento. La filosofía de la edad moderna va desde finales del siglo XIV hasta el período de principios del siglo XIX. La filosofía de la edad contemporánea comprende el desarrollo filosófico del siglo XIX hasta la actualidad, que incluye pensadores y escritores postmodernos. Las disciplinas históricas encuadradas en la materia de Filosofía, deben incidir tanto en la adquisición de conocimientos disciplinares fundamentales –la conciencia crítica de las coordenadas espacio-temporales–, como en el ámbito de las competencias profesionales: la capacidad para situar el pensamiento filosófico en su contexto histórico. Igualmente, esta asignatura debe contribuir, en el ámbito cronológico que le es propio, a la adquisición de una serie de conocimientos complementarios en el grado pero que son competencias específicas de esta materia: Historia Antigua, Medieval, Moderna-Renacentista y Contemporánea-Actual (Siglos XX – XXI)
La Historia de la Filosofía es hoy una de las prácticas filosóficas más extendidas. Tan es así que frecuentemente se busca en ella la mejor introducción a los problemas de la Filosofía por su supuesto carácter neutral frente a los riesgos de cualquier posición doctrinaria. Sin embargo, esto dista mucho de ser evidente y, en todo caso, la Historia de la Filosofía sólo podría cumplir esa función si satisface ciertas condiciones, las cuales no pueden esquivar notables dificultades teóricas. Por otra parte, la Filosofía en tanto que producto objetivo, forma parte de lo que llamamos la cultura. Como generadora o como resultado, su historia está entremezclada con el desarrollo de las ciencias, de las ideas estéticas y de los distintos modelos de sociedad y de humanidad hasta el punto de que sus respectivos límites son muy fluctuantes.
Lo cierto es que en épocas de crisis —y esto no es un fenómeno tan raro como a veces se supone— el ser humano vuelve sus ojos a un saber fundamental que, más allá de los saberes científicos concretos, pueda darle alguna luz para tratar de responder a sus preguntas últimas. Desde sus orígenes en Grecia, la Filosofía ha pretendido ser este saber fundamental, a veces en colaboración y otras en abierta competencia con la religión. Por eso, se «estudia Filosofía». Todos estamos, en general, de acuerdo con una célebre frase de Kant según la cual la enseñanza de la Filosofía es un caso especial, pues «no se aprende Filosofía, sino a filosofar». Las dificultades surgen después: ¿Cómo se aprende a filosofar? ¿Será la Historia de la Filosofía el camino privilegiado para ello? A los muchos que estarían tentados de responder afirmativamente, sin más matizaciones, es necesario recordarles algunas cosas elementales. No siempre fue así. En realidad, nuestra actual conciencia histórica, desarrollada a veces hasta el paroxismo, es una conquista reciente de nuestra cultura y apenas han transcurrido dos siglos desde el momento en que la Historia se concebía más bien como una narración literaria de corte heroico y ejemplar que como un acceso científico a la realidad humana. No hace mucho más de dos siglos que la Historia de la Filosofía alcanzó la respetabilidad de una práctica filosófica tan digna como las tradicionales. Añádase a ello que muchas de las filosofías más grandes que nos legó el pasado y todavía algunas actuales no pueden ver en la Historia de la Filosofía otra cosa que un catálogo de contenidos extraños a la Filosofía misma. En una primera observación, pocas cosas parecen menos educadoras para un filósofo que la Historia de la Filosofía. Ésta, la Filosofía, siempre pretendió ser un saber último y universal; su historia, en cambio, nos narra en sucesión cronológica cómo cada Filosofía, que se pretendía definitiva, perece devorada por otras contemporáneas o posteriores, sin que éstas a su vez corran mejor suerte. La Historia de la Filosofía aparece, así, como un catálogo desordenado de opiniones extravagantes en torno a asuntos poco claros en una especie de ejercicio interminable de masoquismo intelectual, un verdadero museo de los horrores de la inteligencia humana que respondería bien a la genial caracterización de Shakespeare: «La Historia es la vida de un loco narrada por un idiota.» Si la Filosofía aparece con la pretensión de ser un saber fundamental y riguroso sobre la realidad, su historia parece probar que se trata de un fracaso y el escepticismo sería la única postura coherente hoy.
Quizá se trate de una de esas historias aleccionadoras como lo puede ser una fábula moral, pero aleccionadora negativamente en tanto que historia de un error en el que no se debe recaer. La primera impresión es desoladora. Pero, si ésta es la primera impresión, inmediatamente hay que decir que es más que eso. Al menos queda el ininterrumpido esfuerzo de las mentes más prodigiosas que ha dado la humanidad, al menos queda el hecho de que los fracasos no han disuadido a los seres humanos de seguir preguntando a riesgo de no encontrar respuesta y tampoco es insensato aducir que la magnitud de los problemas es de tal calibre que no tiene por qué escandalizar el que no se les encuentre una respuesta única y definitiva, sin que, por otra parte, eso quiera decir que toda respuesta es equivalente a cualquier otra en un medio común de indiferencia total. En este sentido, la Historia de la Filosofía no podrá nunca probar una Filosofía concreta, aportará los instrumentos necesarios para filosofar y evitará la estúpida aventura de encerrarse orgullosamente en uno mismo confundiendo horizonte tan limitable con las dimensiones insondables del universo. La Historia de la Filosofía obliga a mirar las cosas por diferentes caras y, así, resulta incompatible con actitudes dogmáticas que actúan y piensan como si ellas fuesen a inaugurar desde la nada la Filosofía. «Lo que no es tradición es plagio», sentenció demasiado hiperbólicamente E. d’Ors; en todo caso, es cierto que desconocer la Historia es condenarse a repetirla y tampoco es difícil constatar que sin una actitud de crítica vigilante se tiende siempre a repetir lo más desgastado y fosilizado del pasado. No es difícil constatar que sin una actitud de crítica vigilante se tiende siempre a repetir lo más desgastado y fosilizado del pasado. No es difícil, sin embargo, dar un paso más. Los problemas que tratan los filósofos no son problemas etéreos y artificios inventados por una legión de mentes ociosas para demostrar su agudeza mental. En cuanto se inserta adecuadamente la Filosofía en la corriente fundamental de la Historia de los seres humanos, se descubre cómo fueron los ideales de vida, sus sistemas de organización, sus sistemas económicos y políticos, su ciencia, todo lo cual obligó a los filósofos a hacer frente a unos problemas que ellos no crearon, sino que se encontraron con ellos. No es la Filosofía una creación arbitraria de los distintos filósofos; al contrario, la Filosofía es resultado de una determinada instalación intelectual en la realidad, que obligó a los filósofos a ser fieles a sí mismos haciendo Filosofía.

ADVERTENCIA
Este post no va dirigido a especialistas, en los cuales el interés inicial debe lícitamente suponerse. Al contrario, sus destinatarios no dedicarán, en su mayoría, su vida a la Filosofía, sino presumiblemente a las más variopintas profesiones. 
La Filosofía sólo llegará a sus destinatarios a través de un difícil trabajo de vulgarización (en el sentido de simplificación) que tiene que evitar el escollo de convertir el tema en una vulgaridad. ¿Sabrá despertar en estas mentes, juveniles y maduras, el interés reflexivo, el respeto e incluso el aprecio por la labor del pensamiento en un mundo tan falto de él? ¿Conseguirá que en la vida futura de sus destinatarios y en medio de la progresiva turbulencia de la vida actual haya un hueco para la reflexión? ¿Conseguirá convencerlos de que el cultivo de la racionalidad es un instrumento indispensable para el entendimiento entre los hombres y para mejorar las condiciones de la vida humana? Sólo en la medida en que nos vayamos aproximando al ideal que plantean todas estas cuestiones podrá ir desapareciendo la pesadumbre que produce encontrarse frente a tal cantidad de textos y de autores…
Recuerda que el Léxico (Glosario de términos filosóficos) reúne las definiciones y explicaciones a todas esas palabras que, tanto los apuntes del tema como el Texto u obra del autor en cuestión, irán apareciendo a partir de ahora. Se ha procurado añadir todas las posibles y necesarias de un modo siempre aclaratorio, con una exposición sencilla y cercana a todo lector no entendido en la materia.

ÍNDICE GENERAL

PRESENTACIÓN

I
LA FILOSOFÍA DEL RENACIMIENTO
CONTEXTO POLÍTICO SOCIAL DEL RENACIMIENTO
ORIENTACIÓN GENERAL DE LA CULTURA RENACENTISTA
REFORMA Y CONTRARREFORMA
FILOSOFÍA POLÍTICA
LA CIENCIA MODERNA

II
RACIONALISMO, EL PRIMER PELDAÑO: DESCARTES
FILOSOFÍA MODERNA
CARACTERIZACIÓN DE LA ÉPOCA. GRANDES LÍNEAS DE PENSAMIENTO
ORIENTACIÓN GENERAL DEL RACIONALISMO
DESCARTES

III
LA FILOSOFÍA DEL SIGLO XIX
INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA DECIMONÓNICA
SCHOPENHAUER Y NIETZSCHE

IV
NIETZSCHE Y EL VITALISMO
VISIÓN GENERAL DE SU PENSAMIENTO
EL VALOR DE LA VIDA
NIHILISMO Y VOLUNTAD DE PODER
LA MUERTE DE DIOS
EL SUPERHOMBRE
CRÍTICA ALA MORAL: RESENTIMIENTO, MALA CONCIENCIA, ASCÉTICA
MORAL DE SEÑORES Y MORAL DE ESCLAVOS: LA CASTA SACERDOTAL
EL FUTURO DEL HOMBRE Y DE LA CULTURA

Recuérdese que en cada capítulo, en lo referido a cada autor, se seguirá siempre el modelo propuesto y ya explicado anteriormente en el apartado: Comentario de Textos Filosóficos, que dividía la Lectura en Esquema / Época / Autor / Obra / Problemas filosóficos / Influencias / Léxico / Guión de lectura / Texto
PRESENTACIÓN

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA
GRADO EN HISTORIA
UNED

A partir del manual básico de la asignatura la primera tarea de los estudiantes consiste en emprender su estudio; éste consta de los siguientes pasos: una lectura pausada, la confección de un resumen (a través de subrayados, esquemas, mapas conceptuales, etc.) y una primera asimilación de los contenidos. Todo ello lo veremos aquí, con ejemplos reales sobre algunos autores del programa. Con el fin de evitar la mera repetición memorística y fomentar la profunda intelección de los temas propuestos es conveniente que cada estudiante –a partir del resumen que ha confeccionado, pero sin atarse a él de pies y manos- se elabore sus propios apuntes (añadiendo sus propios conocimientos, explicitando su propio enfoque de los asuntos abordados, etc.); de este modo la exposición del estudiante conseguirá añadir información relevante e introducir oportunos matices que enriquecerán el temario que le ha servido de punto de partida. El libro básico incluye, por un lado, numerosos textos de los autores y corrientes estudiados en cada tema y, por otro, una amplia bibliografía secundaria que permite que los estudiantes puedan ampliar y profundizar sus conocimientos.
Esta entrada, basándose en el programa de la asignatura Historia de la Filosofía Moderna y Contemporánea, ofrece, por un lado, una aproximación a la figura y a los textos del máximo representante de la Filosofía Moderna: René Descartes (y algunos más), por otro, las últimas corrientes del pensamiento contemporáneo, dividido éste en dos grandes etapas: Contemporánea del siglo XIX y Contemporánea del siglo XX. Dando, así, a la Historia de la Filosofía un carácter continuo que será el que habrá de seguir el estudiante cuando emprenda el estudio de todos y cada uno de los autores, para evitar dar saltos históricos (aquí sólo veremos la primera etapa). El método empleado en este post es, fundamentalmente inductivo, ya que los textos filosóficos constituyen el punto de partida para el ulterior desarrollo del tema. Con la adopción de este método inductivo, que sitúa a los textos filosóficos como punto de partida, nos proponemos:
Introducir al estudiante en el discurso filosófico y en la terminología propia de la Filosofía, pues consideramos que esta disciplina —como cualquier otra— tiene un modo técnico de expresarse, y familiarizarse con ello es imprescindible para comprender y hablar con precisión.
Inculcar en el estudiante la idea de que la Filosofía está en los escritos de los filósofos, de manera que no es posible aprender ni disfrutar la Filosofía si no es metiéndose de lleno en ellos.
Presentar cada corriente de pensamiento con el mayor rigor científico posible, para evitar de este modo interpretaciones personales.
Los cuadros de Contexto histórico-social (ver imagen posterior: tabla cronológica del siglo XVI) acompañan a los capítulos y tienen como finalidad mostrar cómo la problemática política, social y cultural de un momento dado influye en la orientación del pensamiento filosófico de esa época. Serán asimismo desglosados en los apartados Época y Autor. Se ha añadido, al final del apartado Autor, un subapartado, a modo de Curiosidades, al que se ha dado el nombre de Aportaciones. Este apartado se refiere a las ideas nuevas del período o autor que se estudia y que se incorporan, unas con mayor arraigo que otras, al patrimonio cultural de Occidente. Por su parte, el apartado Problemas filosóficos presenta el hilo conductor que preside el desarrollo del sistema filosófico a tratar (precedido de un Esquema introductorio). El apartado Guión de lectura irá justo a continuación, acompañado, claro está, de la Obra o Texto en cuestión. A partir de ese momento, en que el estudiante ya conoce el texto, se desarrolla con suficiente amplitud y profundidad el contenido del tema, que servirá de modelo para los restantes capítulos. El apartado Léxico, tiene como objetivo aclarar el significado de los términos filosóficos más técnicos que puedan encontrarse durante la lectura del texto (vid. Glosario Filosófico). Finalmente, se ha añadido un último apartado, a modo de Resumen, para aclarar los conceptos, mostrando el tema en una visión de conjunto. Se adjunta, asimismo, al final de cada capítulo una Bibliografía (fuentes, obras específicas y obras generales) que pretende orientar al estudiante sobre el estado de las fuentes, las monografías especializadas y estudios de carácter más general. Sólo se ofrece en ella aquello que puede ser de fácil acceso al estudiante y que está traducido al castellano. Se intentará, en la medida de lo posible y de forma paulatina, añadir Elementos didácticos tales como tablas cronológicas, mapas e ilustraciones significativas.

LA FILOSOFÍA DE LA EDAD MODERNA

RENACIMIENTO


CRONOLOGÍA DE LA FILOSOFÍA 
EDAD MODERNA

1. La Filosofía del Renacimiento 
    1.1. Contexto político social del Renacimiento  
    1.2. Orientación general de la cultura renacentista
    1.3. Reforma y Contrarreforma
    1.4. Filosofía política
    1.5. La ciencia moderna
           1.5.1. Leonardo da Vinci
           1.5.2. Nicolás Copérnico
           1.5.3. Kepler
           1.5.4. Galileo Galilei
           1.5.5. Francis Bacon
Aportaciones de este período
Resumen
Texto relativo al tema
Bibliografía (Fuentes y obras específicas) 
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1. La Filosofía del Renacimiento
1.1. Contexto político y social
El período que abarca el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna recibe el nombre de Renacimiento. No es posible fijar con exactitud sus límites temporales. En sentido amplio, cabe afirmar que se inicia en Italia durante el siglo XIV y se extiende por toda Europa en los siglos XV y XVI. Se considera como precursores del Renacimiento a los italianos Dante (1265- 1321), Petrarca (1304-1374) y Bocaccio (1313-1375). El período del Renacimiento coincide históricamente con el desarrollo de los absolutismos; nacen los Estados nacionales modernos, que acaban con el régimen feudal. Se produce la separación entre el poder del emperador y el del papa. Por su parte, el papado lucha por afianzar sus intereses temporales, por encima de los religiosos y es el primero en organizarse como Estado moderno. El Renacimiento es la época de los grandes descubrimientos geográficos. El descubrimiento de América a finales del siglo XV (1492) transforma radicalmente la economía, que de ser territorial pasa a ser monetaria. Los negocios con nuevas materias primas, con metales preciosos y con productos exóticos de China e India, obligan a crear un sistema bancario que garantice y agilice las transacciones comerciales. Es la primera fase del capitalismo. El hombre va tomando conciencia de que con su trabajo puede transformar su situación económica y social. Se desarrolla así un anhelo insaciable de poder en todos los estamentos sociales. Se va creando un nuevo tipo social, el burgués. Los burgueses, mercaderes y comerciantes que se enriquecen rápidamente, son admitidos y se entremezclan con la nobleza; así, ésta se fortalece económicamente y puede seguir gobernando y dirigiendo la sociedad. La ostentación de poder y prestigio se manifiesta acumulando bienes, incluso superfluos. El poder es el motor principal del cambio que sufre la sociedad en el Renacimiento. La sociedad se hace burguesa y capitalista. La mujer comienza a tomar parte en la sociedad. La cortesana es el prototipo de mujer renacentista, con extraordinaria capacidad para valorar lo estético y crear lujo y ostentación, no olvidemos a la gran mecenas María de Médici o a la Isabella d’Este, quien dio a la palabra matronazgo un sentido absoluto de Arte y poder en la Edad Moderna.
1.2. Orientación general de la cultura renacentista
Es muy difícil hacer una caracterización precisa del Renacimiento. Cualquier afirmación corre el riesgo de ser parcial, ya que se dan multitud de tendencias, en ocasiones, contradictorias. Una de las notas típicas de este período es el tinte laico de algunos aspectos. Por ejemplo, desaparece la identidad entre hombre culto y clérigo; el nuevo sabio es el humanista, salido generalmente de la burguesía y acogido al mecenazgo de la nobleza. Esta misma nota de laicismo se observa en la actitud del hombre frente al mundo; el hombre empieza a gozar de esta vida; no es un huésped provisional del mundo presente, sino que valora positivamente lo terreno. Esta actitud repercute en la moral; la virtud consiste en ser valeroso y saltar por encima de cualquier obstáculo que se interponga para el logro del objetivo. El hombre se siente creador y protagonista de la historia. Otra actitud, típica del hombre burgués, es la de concebir a Dios como un gran empresario, que recompensa con el éxito el esfuerzo productivo del hombre; prescinde de la vivencia religiosa y la religión se convierte en un conjunto de ritos vacíos que se cumplen externamente para conservar la fama y el favor divino. Sin embargo, todo esto no autoriza a afirmar que el Renacimiento sea una época antirreligiosa. Al contrario, se registran apasionadas afirmaciones de religiosidad y, de hecho, la Reforma surge como denuncia a la situación, predicando la vuelta a la primitiva religiosidad contenida en los evangelios. También en relación con la naturaleza se advierte una actitud de contemplación estética frente a la misma, al mismo tiempo que la convicción de la capacidad del hombre para dominarla y someterla a sus intereses y necesidades; la naturaleza puede explicarse mecánicamente y comprenderse matemáticamente. Surgen así la ciencia, personificada en Bacon, Kepler, Galileo, Copérnico, y las técnicas modernas, inventos como la imprenta, la brújula, el telescopio, etc. De cualquier forma, el hilo conductor del Renacimiento parece ser un afán de renovación, que afecta a todos los campos: artístico, filosófico, religioso, ético, político. Esta renovación se lleva a cabo, en general, mediante una vuelta a los principios, a las fuentes. Destaca, en este sentido, el retorno a los ideales de la antigüedad clásica: Humanismo; también hay que señalar la vuelta a las fuentes del Evangelio, por parte de la religión: Reforma; así como el intento de basar la organización política en los principios de la razón: Iusnaturalismo. El Humanismo, la Reforma, la filosofía política, la nueva ciencia, son algunos capítulos básicos del Renacimiento. El Renacimiento registra su mayor esplendor en el campo artístico, sobre todo en Italia. Sin embargo, en Filosofía es un período impreciso; hay multitud de tendencias, que varían en intensidad y duración. Quizá, en este campo, se puede dar por concluido el Renacimiento en 1637, con la publicación del Discurso del Método de Descartes.
1.3. Reforma y Contrarreforma 
La Reforma. El retorno a las fuentes originarias que propugna el Renacimiento se extiende también al campo religioso. La Reforma intenta una renovación de la vida religiosa del hombre. Se trata de hacer revivir una espiritualidad íntima, personal y consciente, mediante el contacto directo con el Evangelio, libre de estructuras e interpretaciones históricas tradicionales, que desvirtúan su forma y su mensaje salvador. Esta vuelta al sentido original del texto evangélico lleva consigo una labor filológica en vistas a restablecer la pureza del mismo. La idea del retorno a las fuentes religiosas es iniciada por Erasmo de Rotterdam, pero quien la divulga es Martín Lutero (1483-1546). Lutero inicia en 1517 la llamada Reforma protestante con sus famosas 95 tesis de Wittenberg contra las indulgencias. Las tesis luteranas más importantes se centran en cuatro cuestiones: la primera considera que la única fuente de salvación es la palabra de Dios que se halla en la Biblia; la Tradición no es criterio religioso. La Iglesia no puede establecer dogmas. Niega también la autoridad del papa y la jerarquía eclesiástica. La segunda cuestión considera que lo único que salva al hombre es la fe en la persona de Cristo (doctrina de la justificación por la fe). Ello implica negar la existencia del Purgatorio y el culto a la Virgen y a los santos. La fe no es racional ni razonable; por tanto, la Filosofía tiene que separarse de la religión. La tercera cuestión considera que el pecado original corrompe absolutamente la naturaleza humana. El hombre no tiene libertad, pues ya está predestinado por Dios desde la eternidad; no puede hacer nada para salvarse. Las obras no tienen valor, no son ni buenas ni malas. Finalmente, una cuarta cuestión considera que el hombre interpreta libre e individualmente las Escrituras. Los ritos sólo tienen valor simbólico. Niega los sacramentos, excepto el bautismo y la eucaristía. Los votos religiosos y el celibato eclesiástico no tienen sentido. Las doctrinas de Lutero tienen diversas interpretaciones en otros reformistas, como Melanchton, Zuinglio, Bóhme y Calvino. Extreman su postura en varios puntos: 1) En la doctrina de la predestinación exageran la libre voluntad de Dios, que salva o condena, sin que el hombre pueda hacer nada por evitarlo. El destino del hombre ya está determinado por Dios desde la eternidad. Por eso, para los calvinistas, los signos externos de riqueza y prosperidad son síntoma de bendición y salvación. 2) Al hombre le basta la fe, la confianza en Dios, para salvarse. La fe se basta a sí misma, no tiene necesidad de fundamentos racionales o filosóficos. 3) La revelación y la interpretación bíblica es personal; cada uno puede tener una iluminación particular sobre las Escrituras. De ahí la proliferación de sectas. 4) Los sacramentos sólo tienen un valor simbólico; son meras ceremonias alegóricas. Por otra parte, en Inglaterra, Enrique VIII rompe con Roma y asume la autoridad religiosa en 1553. Se crea así la iglesia anglicana, de carácter nacional.
La Contrarreforma. Las ideas de la Reforma protestante rompen el ideal de la unidad religiosa de Europa. Ante esta alarmante situación se habilitan una serie de medidas, unas nacidas en el seno de la Iglesia y otras adoptadas por los príncipes católicos, con el fin de corregir y frenar el avance del protestantismo: es la llamada Contrarreforma. Entre las disposiciones acordadas cabe nombrar la celebración del Concilio de Trento (1545-1563), el restablecimiento y reorganización del Tribunal de la Santa Inquisición, cuya finalidad es «velar por la integridad y pureza de la fe católica». La instauración de la Congregación del índice, cuya misión consiste en revisar y condenar los libros inmorales y heréticos. La Iglesia cuenta también con el apoyo de nuevas órdenes religiosas: Compañía de Jesús, Capuchinos, Carmelitas descalzos, Escuelas Pías. Por otra parte, la mística llega a su más alto grado de desarrollo y esplendor con las figuras de santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz. Por su enorme influencia en la Contrarreforma, explicitamos algunos aspectos del Concilio de Trento, de la Compañía de Jesús y de la mística española. En el Concilio de Trento intervienen famosos teólogos españoles: Laínez, Salmerón, Melchor Cano y Covarrubias. Las resoluciones más destacadas de dicho Concilio son el restablecimiento del valor de la jerarquía eclesiástica, de las ceremonias, de los ritos y del culto a la Virgen y a los santos; la necesidad de los sacramentos, que son siete; el reconocimiento del valor de las obras: la fe sin obras es fe muerta.
1.4. Filosofía política 
Uno de los capítulos más importantes del Renacimiento es el de la Filosofía política, cuyo desarrollo está estrechamente vinculado a los cambios políticos y sociales que tienen lugar en esta época. El desarrollo del absolutismo real y la aparición de los distintos Estados nacionales, la puesta en entredicho de la autoridad temporal del papa, el descubrimiento de América a finales del siglo XV (1492), suscitan nuevos problemas que exigen el replanteamiento de temas, como la naturaleza y bases de la sociedad política, el alcance del poder del soberano, las relaciones Iglesia-Estado, la Ley natural, los derechos naturales, entre otras cuestiones. Destacan, en este sentido, las teorías políticas de Maquiavelo, que se mueve en una línea realista; Tomás Moro, que ejemplifica la línea utópica; los juristas españoles, cuyas doctrinas sientan las bases del Iusnaturalismo, desarrollado especialmente por el holandés Hugo Grocio.
1.5. La ciencia moderna
Las teorías científicas desarrolladas en el Renacimiento son decisivas en la Historia de la Ciencia moderna y además van a ejercer una poderosa influencia en la Filosofía; sin ir más lejos, Descartes, en el siglo XVII, adopta las matemáticas como modelo para la Filosofía. Leonardo da Vinci, como precursor, Copérnico, que da la vuelta a los planteamientos tradicionales de Ptolomeo, Kepler, Galileo y Bacon son los máximos exponentes de la ciencia de este momento.
1.5.1. Leonardo da Vinci
Leonardo da Vinci (1453-1519) encarna el ideal de sabio renacentista: artista y científico. Su interés puramente estético por los fenómenos naturales le lleva a estudiarlos científicamente. Sin superar del todo la visión mágica de la naturaleza, busca la racionalidad que preside el orden del Universo, a pesar de los múltiples y variados aspectos con que éste se presenta. Afirma que los fenómenos naturales están determinados y sometidos a unas leyes racionales y eternas. La razón humana, a través de la observación experimental, puede ir desvelando los misterios naturales. Una vez obtenidos los datos precisos, gracias a los experimentos, se reelaboran dichos datos y se transcriben numéricamente; de esta forma se reconstruye el admirable y matemático orden de la naturaleza. Su insistencia en la combinación de experiencia y razón o matemáticas para la comprensión de la naturaleza hace de Leonardo da Vinci el gran precursor de la física moderna.
1.5.2. Nicolás Copérnico 
Nicolás Copérnico (1473-1543) nace en Thorn, estudia en Cracovia (Polonia) y en varias universidades de Italia. Vuelve a Polonia, donde pasa el resto de su vida dedicado a la función de canónigo y al estudio de la astronomía. Su obra fundamental es De révolutionibus orbium celestium. Frente al sistema ptolomeico, según el cual la Tierra está inmóvil en el centro del Universo y a su alrededor giran el Sol, la Luna y las estrellas, Copérnico sostiene que en el centro del Universo está el Sol, inmóvil, y en torno a él giran los planetas dentro de sus órbitas. El Universo forma, una unidad armónica perfecta, que puede investigarse experimentalmente y traducirse matemáticamente. La razón del heliocentrismo de Copérnico es la belleza del Sol; éste puede cumplir mejor su función si está en el centro del Universo. Su posición no es compartida por la mayoría de los científicos de la época, la Iglesia no la acepta, porque no se ajusta a la interpretación tradicional de la Biblia, y pone en entredicho —dicen— la consideración del hombre como centro de la creación; los protestantes, Lutero y Melanchton, también la rechazan. Pero su innovación metodológica, en la que integra experiencia y matemáticas, influye de manera determinante en el método científico y filosófico posterior. Este es el inicio de la famosa «revolución copernicana».
1.5.3. Kepler 
Kepler (1575-1633) nace en Würtemberg y estudia en la universidad de Tubinga. Se dedica al estudio de la matemática y la astronomía. Su obra principal es Misterium Cosmographicum (1596); otras son, Astronomía Nova, y De Harmonía mundi. Kepler defiende y sistematiza la teoría heliocéntrica de Copérnico. El mundo ha sido creado de acuerdo con leyes matemáticas, las cuales explican la armonía del Universo; armonía matemática que queda plasmada en la formulación de sus tres famosas leyes. En relación con éstas, interesa resaltar la tesis de Kepler, recogida en la primera de esas leyes, según la cual las órbitas descritas por los planetas en su movimiento alrededor del Sol no son circulares, sino elípticas. Ahora bien, esto es una innovación importante, pues hasta ahora había sido determinante en astronomía la teoría aristotélica de que el movimiento circular es el movimiento natural perfecto. Claro que en este punto, como en otros más, Kepler no está libre de presupuestos metafísicos: el Demiurgo (platónico) intenta plasmar en la materia toda la perfección posible; pero la materia impide la realización en ella del movimiento circular; de ahí que el movimiento de los planetas sea elíptico. Otra innovación importante, por parte de Kepler, es la sustitución del concepto de alma del mundo por el concepto de fuerza física; el Universo es una especie de reloj de mecanismo perfecto, regido por leyes inmutables, extrínsecas a los cuerpos. Esta visión del Universo tiene gran importancia en la filosofía y la ciencia modernas. Por otro lado, Kepler trata de confirmar empíricamente sus teorías astronómicas, siendo la observación empírica el tribunal último de las primeras, otra característica propia de la ciencia moderna.
1.5.4. Galileo Galilei 
Galileo Galilei (1564-1642) nace en Pisa. Empieza a estudiar medicina pero pronto abandona esta disciplina y se dedica a las matemáticas. Entre sus descubrimientos e inventos destacan: la confección de un telescopio, mediante el cual descubre las manchas lunares y los planetas medíceos (satélites de Júpiter); la ley de la isocronía pendular; el barómetro, el termómetro y otros aspectos de la hidrostática y la mecánica. En 1616, cuando se condenan como heréticas las tesis de Copérnico, recibe una seria amonestación de la autoridad eclesiástica. Se inicia así el conflicto que culmina con su juicio y condena en 1633, en el que Galileo es obligado a abjurar de sus teorías. Conmutada su pena de prisión, se retira a Arcetri, en donde muere en 1642, año del nacimiento de Newton. Sus obras más importantes son: Il Saggiatore y Diálogo sobre los sistemas del mundo. Galileo acepta las teorías de Kepler y Copérnico y lleva a cabo la matematización total del Universo. El libro de la naturaleza —dice— está escrito en lenguaje matemático y sus caracteres son figuras geométricas. De Galileo merece destacarse su método compositivo y resolutivo, su distinción entre cualidades primarias y secundarias; la elaboración de nociones como la de causalidad, ley; la sustitución definitiva del concepto del alma del mundo por el de fuerza física. Su método, es un método de análisis y síntesis y se habla de él como de un método hipotético-deductivo. En un primer paso, se reducen a una fórmula matemática los hechos observados; en un segundo momento, se construye un sistema de leyes geométricas, y en un tercer momento se procede a su comprobación en la experiencia. De todas formas, Galileo concede mucha mayor importancia a la teoría; es ésta quien se impone a la experiencia. A la ciencia sólo le interesa estudiar lo que Galileo llama cualidades primarias u objetivas de los cuerpos, esto es, lo cuantificable o expresable matemáticamente: movimiento, extensión, peso, etc.; no considera, en cambio, las cualidades secundarias o subjetivas, ya que no son medibles ni comprobables: sabor, olor, color, etc. La realidad tiene una estructura cuantitativa que se explica mecánicamente mediante la relación de causa y efecto. Por eso el científico elabora leyes físicas que expresan la causa constante de un determinado efecto o fenómeno. Es un gran mérito de Galileo la distinción entre cualidades primarias y secundarias. Estos son los principios básicos sobre los que se asienta la ciencia futura. A partir de ahora, a la ciencia no le interesa el estudio de la esencia de los fenómenos y sus porqués últimos, sino el cómo, su comportamiento. La ciencia se independiza de la metafísica y asume su propia autonomía.
1.5.5. Francis Bacon 
Francis Bacon (1561-1626) nace en Londres, en el seno de una familia noble. Estudia derecho en la universidad de Cambridge. Muy joven todavía, apoyado por el conde de Essex, ingresa en la Cámara de los Lores y desarrolla funciones políticas. Jacobo I Estuardo lo nombra barón de Verulam y vizconde de San Albano. Llega a ser Lord Canciller de Inglaterra y por su gestión política poco escrupulosa se le acusa de corrupción. Procesado y condenado, se le despoja de sus cargos; debe pagar una fuerte suma de dinero y es encerrado en la Torre de Londres. Liberado por la intercesión de la Corte, abandona la vida pública y se retira al campo, a Gorhambury, para dedicarse, hasta su muerte, a la actividad filosofica y científica. Sus obras principales son: De dignitate et augmentis scientiarum, Cogitata et visa, Novum Organum y Nova Atlantis. La importancia de Bacon estriba en haber intuido el valor de la ciencia de cara al progreso de la sociedad moderna y del pensamiento humano. El objetivo de la ciencia es el dominio de la naturaleza. Este dominio exige la observación de los fenómenos físicos y la investigación empírica sistemática. Pero la ciencia está en función de conseguir ventajas prácticas que ayuden al bienestar y a la felicidad humanas; surge así la técnica, que es la aplicación práctica de la ciencia en orden al aprovechamiento de la naturaleza; ciencia y técnica están íntimamente ligadas entre sí. Para dominar la naturaleza es preciso conocer las causas de los fenómenos naturales; éstos están sometidos a leyes regulares cuyo conocimiento requiere que el hombre obedezca a la naturaleza; sólo conociéndola, puede manipularla positivamente a su favor: saber es poder. Ahora bien, para que la ciencia se fundamente en principios sólidos y progrese adecuadamente, es necesario que se libere de prejuicios tradicionales, ídolos, basados generalmente en la metafísica. Sobre todo debe desembarazarse de la estéril e inútil lógica de Aristóteles. Dicha lógica está fundada en unos primeros principios inducidos a partir de escasos datos empíricos, que no ofrecen garantía alguna, porque no siguen un orden ni un método sistemático. La lógica que fundamenta la ciencia tiene que ser inductiva, pero bien sistematizada y organizada. Bacon expone esta nueva lógica en el Novum Organum, en contra del Organon de Aristóteles, y la divide en dos partes: la parte destructiva o negativa y la parte constructiva o positiva.
Parte negativa: los ídolos
«Los ídolos y las nociones falsas que han invadido ya la humana inteligencia, echando en ella hondas raíces, ocupan la inteligencia de tal suerte que la verdad sólo puede encontrar a ella difícil acceso; y no sólo esto: sino que, obtenido el acceso, esas falsas nociones, concurrirán a la restauración de las ciencias, y suscitarán a dicha obra obstáculos mil, a menos que, prevenidos los hombres, se pongan en guardia contra ellos en los límites de lo posible.» «Hay cuatro especies de ídolos que llenan el espíritu humano. Para hacernos inteligibles, los designamos con los siguientes nombres: la primera especie de ídolos, es la de los de la tribu; la segunda, los ídolos de la caverna; la tercera, los ídolos del foro; la cuarta, los ídolos del teatro.» (Novum Organum, I, 38 y 39, pp. 39-40.)
La parte destructiva o negativa del método baconiano, que es previa al conocimiento científico, recibe el nombre de teoría de los ídolos. Dicha teoría pretende purificar al entendimiento humano de prejuicios, es decir, juicios previos, que impiden la correcta interpretación de la naturaleza. Cuatro son las especies de ídolos:
Ídolos de la Tribu. Son prejuicios connaturales y comunes al género humano (tribu). Se deben a los errores de los sentidos y a las limitaciones de la razón. Por ejemplo: atribuir sentimientos a la naturaleza.
Ídolos de la Caverna. Con este título hace una clara referencia al mito platónico de la Caverna. Se refiere a los ídolos específicos de cada individuo. La subjetividad, los gustos, la educación, etcétera, inciden fuertemente en la determinación del juicio general que se emite. Se confunde el mundo general con el mundo particular de cada individuo.
Ídolos del Foro. Derivan de la sociedad y del intercambio intelectual entre los hombres a través del lenguaje. La utilización de términos convencionales y la atribución de valores ficticios a las cosas reales, son motivo de disputas inútiles y engendran confusión y escepticismo. Por ejemplo: el azar, la fortuna, etc.
Ídolos del Teatro. Vienen impuestos por la autoridad de la tradición. Se aceptan acríticamente y provocan discusiones fútiles. Es preciso eliminar la falsedad y la fantasía que encierran ciertos criterios de autoridad mediante una investigación lúcida y objetiva.
Parte positiva: las Tablas
«En efecto, conviene ante todo formar una historia natural y experimental suficiente y exacta; lo que constituye el fundamento de toda la ciencia, y no conviene fingir e imaginar, sino descubrir lo que hace y admite la naturaleza. La historia natural y experimental es tan vasta y variada que confundiría y esterilizaría la inteligencia, si no se la estableciere y distribuyere un orden conveniente. Es preciso, pues, formar tablas y encadenamientos de hechos, distribuidos de manera tal y con tal orden, que la inteligencia pueda operar sobre ellos.» (Novum Organum, II, p. 131.)
Condición preliminar de la fase constructiva o positiva es la recogida de datos experimentales. El experimento baconiano consiste en aplicar adecuadamente los sentidos, guiados siempre por la razón; así se evita el dogmatismo y el puro empirismo. Para ello es necesario una serie de pasos progresivos:
1. Hacer una enumeración, lo más completa posible, de los fenómenos singulares.
2. Seleccionar los fenómenos más útiles para aquello que queremos conocer.
3. Concatenar sistemáticamente los fenómenos entre sí a través de la relación causa-efecto.
4. Verificar la ley general mediante la comprobación con nuevos fenómenos particulares.
Para evitar la abstracción de este método, Bacon elabora las tablas de la inducción, que son las siguientes:
Tabla de la presencia. Se eligen los casos que revelan la presencia del fenómeno que se quiere estudiar (por ejemplo, el calor).
Tabla de la ausencia. Se buscan los casos en que dicho fenómeno no aparece.
Tabla de los grados. Se observan las variaciones graduales (disminución o crecimiento) del fenómeno en cuestión.
Tabla de la exclusión. Se separan las propiedades esenciales de las accidentales en el fenómeno.
A través de este orden, se recogen los datos fundamentales y se elabora una hipótesis sobre el fenómeno estudiado. Pero esta hipótesis tiene que ser comprobada con nuevas observaciones y experimentos particulares, con el fin de aceptarla o rechazarla. Si la hipótesis se verifica positivamente, se convierte en ley científica.


APORTACIONES DE ESTE PERÍODO
En Filosofía, Nicolás de Cusa señala los límites del alcance del entendimiento humano, un problema de gran importancia en la Filosofía moderna. La adopción de la matemática como modelo para la Filosofía en el racionalismo tiene mucho que ver con los progresos logrados por la ciencia en el Renacimiento. El escepticismo de Montaigne tiene gran repercusión en los planteamientos del primer racionalista, Descartes.
En pensamiento político, Tomás Moro es autor de una de las utopías más importantes de la historia del pensamiento. Se asiste a la creación del Derecho natural y del internacional (juristas españoles, Grocio, etc.). Grocio, junto a otros autores, contribuye a la constitución del Derecho como disciplina independiente de la filosofía. El pensamiento político se desvincula de planteamientos teológicos (Grocio) y Morales (Maquiavelo).
En ciencia, el geocentrismo deja paso al heliocentrismo (Copérnico). Se sustituye el alma del mundo por la fuerza física (Kepler). El método hipotético-deductivo de Galileo hace su aparición. Se constituye la Física como ciencia cuantitativa (cualidades primarias y secundarias) (Galileo). Aparece el método de inducción baconiano, así como su concepción de la ciencia como dominio de la naturaleza. Relación de complementariedad entre teoría y experiencia en la investigación científica.

RESUMEN

Contexto político y social del Renacimiento
—Desarrollo de los absolutismos, nacimiento de los Estados nacionales modernos.
—Separación entre los poderes papal y del emperador.
—Se producen los grandes descubrimientos geográficos, que transforman la economía.
—El poder es el motor de la sociedad renacentista.
—Desarrollo de la burguesía y del capitalismo.
Orientación general de la cultura renacentista
—Cualquier caracterización general de esta época corre el riesgo de ser parcial.
—El hilo conductor del Renacimiento es un afán de renovación, que se intenta llevar a cabo mediante un retorno a los principios, especialmente a la antigüedad clásica.
—Son capítulos importantes en el Renacimiento: el Humanismo, la Reforma, la filosofía política, la ciencia.
—En filosofía es un período poco definido.
Restauración de la filosofía antigua
—El prototipo de sabio renacentista es el humanista. Destacan, en este sentido, Erasmo de Rotterdam, Luis Vives, Lorenzo Valla.
—Llevan a cabo la vuelta a la filosofía clásica: la Academia platónica de Florencia (Ficino, Pico della Mirandola), que se centra en el ideal de renovación religiosa, y las corrientes aristotélicas, especialmente alejandristas (Pomponazi) y averroístas. La corriente aristotélica insiste en la investigación directa de la naturaleza. De todas formas, la nueva ciencia se va a desarrollar por otros derroteros que los aristotélicos.
—En la línea de renovación del estoicismo, epicureismo y escepticismo, cabe mencionar a Montaigne y a Charrón. La aceptación serena de la condición humana, con que concluye Montaigne, representa la fase final del Humanismo y enlaza con la actitud de Descartes.
Hacia una nueva filosofía
—Entre los sistemas filosóficos originales del Renacimiento destacan los de Nicolás de Cusa y Giordano Bruno.
—Nicolás de Cusa concibe a Dios como infinito, entendido como coincidencia de opuestos, y señala el límite del conocimiento humano en el principio de no contradicción; en el reconocimiento de ello consiste la docta ignorancia.
-Giordano Bruno ofrece una visión panteísta de la naturaleza.
El tomismo: Suárez
—Lleva a cabo un replanteamiento personal de los grandes temas de la metafísica.
—El campo del ser real, objeto de la metafísica, comprende al Creador y a las criaturas; éstas dependen del primero. Tal es la idea central de sus Disputaciones.
Reforma y Contrarreforma
—La Reforma, representada fundamentalmente por Lutero, es un intento de renovar la vida religiosa; el camino es la vuelta a los evangelios y demás libros de la Biblia.
—Rechazan la tradición eclesiástica.
—La Contrarreforma es, por un lado, una reacción contra la Reforma y, en este caso, se define como vuelta a la tradición eclesiástica; pero, por otro lado, responde a exigencias planteadas desde el interior de la Iglesia misma.
Filosofía política
—En pensamiento político se intenta la renovación de la sociedad civil.
—Maquiavelo propone en El Príncipe un férreo absolutismo, como medio de renovación de Italia.
—Tomás Moro describe en su Utopía un Estado ideal, en contraste con la Inglaterra de su tiempo.
—Francisco de Vitoria y Bartolomé de las Casas reivindican para los indios sus derechos naturales, que son comunes a todos los hombres, por el hecho de ser tales. Vitoria sostiene la tesis del origen natural de la sociedad.
—Grocio es el máximo exponente del Iusnaturalismo: la ley natural es anterior y está por encima de las leyes positivas; la sociedad es producto de un impulso natural de los hombres, y producto de un pacto; Grocio da prioridad a lo primero.
La ciencia moderna
—Leonardo da Vinci insiste en la combinación de matemática y experiencia para la comprensión de la naturaleza.
-Copérnico sustituye el geocentrismo de Ptolomeo por el heliocentrismo.
—Kepler sistematiza la teoría de Copérnico. El movimiento de los planetas es elíptico y no circular, teoría que recoge la primera de sus tres famosas leyes.
—Galileo lleva a cabo la matematización total del Universo. Propone el método compositivo y resolutivo. Distingue entre cualidades primarias y secundarias.
—Francis Bacon opone al Organon de Aristóteles su Novum Organon, que consta de dos partes: la parte negativa (teoría de los ídolos) y la parte positiva (las tablas de la inducción).

TEXTO RELATIVO AL TEMA

LA NUEVA PERSPECTIVA CIENTÍFICA

«Kepler y Galileo acumularon pruebas impresionantes sobre el nuevo estatuto de la Tierra como planeta en movimiento. El concepto de órbita elíptica y los nuevos datos reunidos gracias al telescopio sólo eran pruebas astronómicas en favor de una Tierra planetaria. En modo alguno respondían a las objeciones extra-astronómicas que se les planteaban. Mientras quedaban sin respuesta, cada uno de estos argumentos, físicos, cosmológicos o religiosos, daban testimonio de la inmensa diferencia existente entre los conceptos de la astronomía técnica y los empleados en otras ciencias y en filosofía. A medida que se iba haciendo más difícil dudar de la innovación introducida en astronomía, más urgente se hizo la necesidad de efectuar ciertos ajustes en otros dominios del pensamiento. La revolución astronómica se mantuvo incompleta hasta que no se llevaron a cabo los ajustes indicados. La mayor parte de las grandes conmociones en el pensamiento científico producen disparidades conceptuales del tipo indicado. Por ejemplo, en la actualidad estamos viviendo las últimas etapas de una revolución científica iniciada por Planck, Einstein y Bohr. Los nuevos conceptos que ellos y otros han introducido, y sobre los que reposa la revolución científica contemporánea, muestran estrechos paralelismos históricos con el concepto copernicano de una Tierra planetaria. El átomo de Bohr o el espacio finito, pero ilimitado, de Einstein fueron introducidos para resolver acuciantes problemas planteados en el seno de una especialidad científica concreta. Quienes los aceptaron, lo hicieron, en un primer momento, en razón de la inmensa necesidad sentida en sus dominios de investigación y aún a costa de su evidente oposición al sentido común, a la intuición física y a los conceptos fundamentales de otros campos científicos. Durante cierto tiempo, los especialistas utilizaron nuevas ideas como las indicadas a pesar de que parecieran increíbles dentro de un contexto científico más amplio. No obstante, el empleo continuo de incluso el más extraño de los conceptos lo hace aceptable y, una vez convertido en aceptable, adquiere una función científica más amplia. Para utilizar el vocabulario del capítulo 1, deja de ser un simple instrumento paradójico y «ad hoc» para describir de forma más económica lo ya conocido, y se convierte en un instrumento básico para explicar y explorar la naturaleza. Una vez alcanzado este estadio, es imposible restringir el nuevo concepto al dominio de una única especialidad científica. La naturaleza no puede revelar propiedades incompatibles en campos diferentes. Si el electrón del físico puede saltar de una órbita a otra sin atravesar el espacio que las separa, el electrón del químico debe hacer otro tanto, mientras que los conceptos de materia y espacio del filósofo exigen una revisión. Toda innovación fundamental dentro de una especialidad científica transforma inevitablemente las ciencias colindantes y, de forma algo más lenta, los mundos del filósofo y del hombre cultivado.»
“La nueva perspectiva científica” (en KUHN, T. S.: La Revolución copernicana, Ed. Ariel. Barcelona, 1978, pp. 296-297.)


LA FILOSOFÍA DE LA EDAD MODERNA

RACIONALISMO


CRONOLOGÍA DE LA FILOSOFÍA 

EDAD MODERNA
2. El Racionalismo    2.1. La Filosofía moderna. Caracterización de la época y grandes líneas de pensamiento
    2.2. Orientación general del Racionalismo
    2.3. Descartes
           2.3.1. Su punto de partida y su objetivo
           2.3.2. El método: su finalidad y sus orígenes
           2.3.3. La duda: sentido y razones para dudar
           2.3.4. La primera verdad y la naturaleza del «yo»
       2.3.5. El criterio de certeza y la necesidad de examinar si hay Dios y si puede ser engañador
          2.3.6. La teoría de la realidad objetiva de las ideas
          2.3.7. La existencia de Dios y su veracidad
          2.3.8. La existencia de las cosas corpóreas y su conocimiento
          2.3.9. Las tres sustancias, los atributos y los modos
          2.3.10. El hombre
Aportaciones de este períodoResumenTexto relativo al temaBibliografía (Fuentes y obras específicas)

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FILOSOFÍA DE LA EDAD CONTEMPORÁNEA

EL SIGLO XIX

3. La Filosofía del siglo XIX    3.1. Introducción a la Filosofía decimonónica
    3.2. Breves apuntes sobre Arthur Schopenhauer e introducción a Friedrich Nietzsche 
4. Nietzsche y el Vitalismo    4.1. Visión general de su pensamiento
    4.2. El valor de la vida
    4.3. Nihilismo y voluntad de poder
    4.4. La muerte de Dios
    4.5. El superhombre
    4.6. Crítica ala moral: resentimiento, mala conciencia, ascética
    4.7. Moral de señores y moral de esclavos: la casta sacerdotal
    4.8. El futuro del hombre y de la cultura

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3. La Filosofía del siglo XIX
3.1. Introducción a la Filosofía decimonónica 
Acerca del siglo XIX, del que Heidegger dijo en uno de los trabajos de «Sendas perdidas» que estaba todo por estudiar, tenemos dudas incluso de la duración que le fue propia. Thomas Mann, hacia el final de su vida, ya acabada la Segunda Guerra Mundial, seguía confesando que él era un hombre del siglo XIX, mientras otros que, como Ortega, siempre aspiraron a ser contemporáneos a pesar de sus múltiples programas de superación, nunca lo abandonaron. Cada vez más se extiende la opinión de que el siglo acabó hace unos años, cuando los irritados berlineses arruinaron la última frontera que separaba a los europeos, la única estructura de dualidad que permanecía en pie de aquella fábrica de dualidades que construyó el siglo XIX. Pero si tenemos problemas con la duración que le es propia a éste, podemos suponer que acerca de todo lo demás –sentido, estructura, orden y méritos– tenemos algo más que dudas. Si el siglo XVII contempló la transfiguración carismática del Estado como instituto de paz, de administración y de derecho, así como la firme maduración de la ciencia físico-matemática sostenida por una oportuna metafísica; si al siglo XVIII le compete en la marcha histórico-mundial la emergencia de la razón moral, que vuela soberana en las alas de la crítica radical, junto con la transformación de la república de las letras en el público autónomo y responsable; si todo esto es así, para el siglo XIX no tenemos una etiqueta clara. Este siglo es como el telar de Penélope. Hace y deshace su camino, confirmando que la historia se puede leer de muchas maneras. El nombre de Burckhardt podía ser invocado aquí. Entonces quizás podríamos sospechar que su sentido pesimista de la decadencia brotaba de la falta de orden interno al propio tiempo histórico del siglo XIX. Más sabio que otros, consideraba este hecho como una condena. Jamás identificó en el horizonte de Europa un germen de orden que fuese al mismo tiempo promesa de grandeza. Junto al suyo, por una asociación inevitable, nos viene a la memoria el nombre de Tocqueville, que pensaba casi lo mismo acerca de la imposibilidad de una excelencia formadora en el siglo que siguió a la Revolución francesa. Estos filósofos, que no gozan de muchas simpatías al parecer, son los que nos pueden dar el contrapunto apropiado de la oferta de Nietzsche.
Generalmente se considera que después de la filosofía de Immanuel Kant, se inició otra etapa en la filosofía, en gran parte definida por ser una reacción a Kant. Este período empezó con el desarrollo del idealismo alemán (principalmente Fichte, Schelling y Hegel), pero siguió con una cantidad de otros movimientos, la mayoría de los cuales fueron creados por filósofos trabajando desde fuera del mundo académico:
* En Alemania, los excesos metafísicos del idealismo dieron lugar a un movimiento neokantista.
* Kierkegaard y Nietzsche sentaron las bases para la filosofía existencialista.
* Auguste Comte acuñó el término «positivismo» y popularizó la escuela del mismo nombre.
* En la ética, Jeremy Bentham y John Stuart Mill elaboraron el utilitarismo, según el cual la acción correcta es aquella que produce la mayor cantidad de felicidad general.
* Karl Marx y Friedrich Engels invirtieron la filosofía hegeliana para fundar el materialismo dialéctico.
* En los Estados Unidos, Charles Sanders Peirce, William James y John Dewey dieron origen a la escuela pragmatista.
* Por el final del siglo, Edmund Husserl inició la escuela de la fenomenología.
* En el último tercio del siglo, Gottlob Frege empezó con su trabajo en lógica matemática, que habría de proveer las herramientas para la filosofía analítica, pero que permanecería desconocido hasta el siglo XX.
La filosofía decimonómica está representada, en el caso que nos ocupa, por dos autores alemanes: Schopenhauer y Nietzsche. Nietzsche. Es el filósofo del ateísmo, señala que en el siglo XX, la característica fundamental es la pérdida generalizada de fe religiosa. Su frase es: “Dios ha muerto” (y “El hombre le ha dado muerte”).
3.2. Breves apuntes sobre Arthur Schopenhauer e introducción a Friedrich Nietzsche
4. Nietzsche y el Vitalismo
    4.1. Visión general de su pensamiento
    4.2. El valor de la vida
    4.3. Nihilismo y voluntad de poder
    4.4. La muerte de Dios
    4.5. El superhombre
    4.6. Crítica ala moral: resentimiento, mala conciencia, ascética
    4.7. Moral de señores y moral de esclavos: la casta sacerdotal
    4.8. El futuro del hombre y de la cultura

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BIBLIOGRAFÍA

NIETO BLANCO, Carlos [Coord.]. Lecturas de Historia de la Filosofía. Ed. UNICAN. Santander. 1996. El núcleo de todo el trabajo lo constituye el texto. Por ello se presenta a modo de punto de partida, al tiempo que su comprensión lo convierte también en el punto de llegada. Pero, aunque se trate del mismo texto, desde la perspectiva del lector, se trata de dos textos o de dos situaciones distintas que experimenta ante el mismo texto. En una primera lectura se enfrenta con un texto que no comprende todavía, puesto que carece de los instrumentos necesarios para ello. Se estudian 14 filósofos, así como un texto de cada uno de ellos. Es un libro dirigido al conocimiento de la Filosofía y a ser una herramienta útil para la enseñanza y el aprendizaje de la materia en los cursos del nuevo Bachillerato. Autores que incluye: Platón, Aristóteles, Tomás de Aquino, Descartes, Locke, Hume, Kant, Marx, Nietzsche, Ortega y Gasset, Wittgenstein, Sartre, Marcuse, Foucault. Para este trabajo: Tercera parte. La Filosofía en la Edad Moderna. Capítulo IV. Descartes (pp. 139-166); Cuarta parte. La Filosofía en la Edad Contemporánea (s. XIX) Capítulo IX. Nietzsche (pp. 257-259, 288-328) [+info]
AA. VV. Historia de la Filosofía a partir de los textos. [Autores: Ana Mª Andaluz Romanillos; José Sarrión Cayuelas; Luis Tatay Alabau] Ed. Luis Vives (Edelvives), Zaragoza. 1985. La Historia de la Filosofía es hoy una de las prácticas filosóficas más extendidas. Tan es así que frecuentemente se busca en ella la mejor introducción a los problemas de la filosofía por su supuesto carácter neutral frente a los riesgos de cualquier posición doctrinaria. Sin embargo, esto dista mucho de ser evidente y, en todo caso, la Historia de la Filosofía sólo podría cumplir esa función si satisface ciertas condiciones, las cuales no pueden esquivar notables dificultades teóricas. Todos estamos, en general, de acuerdo con una célebre frase de Kant según la cual la enseñanza de la Filosofía es una caso especial, pues «no se aprende Filosofía, sino a filosofar». Las dificultades surgen después: ¿Cómo se aprende a filosofar? ¿Será la Historia de la Filosofía el camino privilegiado para ello? Aunque la Historia de la Filosofía no podrá nunca probar una Filosofía concreta, aportará los instrumentos necesarios para filosofar y evitará la estúpida aventura de querer descubrir el Mediterráneo o de encerrarse orgullosamente en la propia concha confundiendo horizonte tan limitable con las dimensiones insondables del universo. La Historia de la Filosofía obliga a mirar las cosas por diferentes caras y, así, resulta incompatible con actitudes dogmáticas que actúan y piensan como si ellas fuesen a inaugurar desde la nada la Filosofía. Contenido: Prólogo / Índice / Presentación / 1. Período cosmológico: los presocráticos / 2. Del mito al logos / 3. Los sofistas y Sócrates / 4. Platón / 5. Aristóteles / 6. Filosofía postaristotélica / 7. Filosofía y revelación. San Agustín / 8. Evolución del pensamiento medieval, de los siglos VI y XII / 9. Madurez del pensamiento medieval: Siglo XIII. Santo Tomás / 10. La crisis de la Escolástica. El nominalismo de Ockam / 11. La filosofía del Renacimiento / 12. El racionalismo / 13. El empirismo inglés / 14. La ilustración / 15. Kant / 16. El idealismo / 17. Los primeros movimientos filosóficos del siglo XIX / 18. Marx y los marxismos /19. Neokantismo. Vitalismo. Historicismo / 20. La fenomenología / 21. El existencialismo / 22. La filosofía como análisis del lenguaje / 23. Panorama actual de la filosofía. Los contenidos se presentan siguiendo el orden interno y tradicional de la disciplina: la Historia de la Filosofía. Los autores y periodos son presentados siguiendo un orden cronológico. A su vez encontramos dos tipos de capítulos: unos dedicados a corrientes filosóficas o períodos históricos, y que abarcan a todos los autores representativos de las mismas, y otros dedicados íntegramente a autores. Para este trabajo: Prólogo (pp. 3-6) / Presentación (p. 8) / 11. La filosofía del Renacimiento (pp. 233-258) / 17. Los primeros movimientos filosóficos del siglo XIX (Apartado 1. Visión global, p. 452) / 19. Neokantismo. Vitalismo. Historicismo (pp. 505-519, 525-531) [+info]