Reinventando a Dickens

“Yo tengo una mente relajada, distraída, que disfruta divagando y la hace feliz no razonar demasiado…”
Por alguna razón que desconozco, me he decidido a escribir un microrrelato en el blog Relatos Magar. Con motivo de las fiestas navideñas, su autora, Esther Magar, nos propone participar en un reto: “crear un microrrelato con una extensión máxima de 250 palabras, en el que aparezca el personaje de Scrooge”. La idea inicial consistía en reinventar el clásico de Dickens (Canción de Navidad): crear un nuevo escenario, nuevos personajes y nuevas situaciones en un espacio limitado por 250 palabras. A mí se me antojaba imposible… Es por ello que, en vez de reinventarlo, he decidido cambiar el final…
“Y hubo una noche más que nadie ha querido contaros. Un último espíritu se apareció cuando faltaban apenas unos minutos para que dieran las doce. Dentro de la cálida habitación, acondicionada por sus sobrinos, Scrooge escuchó unas pisadas que se dirigían hacia la ventana. Un vaho humedeció el cristal y algo, no sabría deciros qué, escribió una palabra y luego saltó sobre la cama. De las garras de aquel silencio, escapó una voz ronca que a cualquiera habría espantado de haberla escuchado tan cerca. Pero a él no le angustió en absoluto. Pensó que se trataba de Marley, una visita de cortesía ahora que se aproximaba el nuevo año. Un salto más le hizo incorporarse. La presencia cayó sobre él y, esta vez, le impidió moverse. Comprendió de inmediato que no era su viejo socio. Gritó, trató de zafarse, pero fue inútil. Su voz era apenas perceptible… Aquella cosa, fuese lo que fuese, lo mantenía aprisionado. El gorro que cubría su cabeza comenzó a descender por las sienes. Apretó los puños, estiró las piernas, pero no logró quitarse de encima la pesada presencia. Justo antes de que el gorro le cubriera los ojos, alcanzó a mirar el cristal de la ventana. Cinco letras le despidieron segundos antes de que la obscuridad sepultara su rostro. Intentó gritar de nuevo, pero sólo alcanzó a emitir un leve gemido. El din don del reloj ahogó el resto. Acababan de dar las doce. Era el día de Navidad. En el cristal podía leerse: Belle.”
Lo cierto es que nunca me gustó demasiado cómo terminaba ese magnífico cuento de Navidad… 
Por cierto, para quienes hayan leído la obra de Charles Dickens, Canción de Navidad, es posible que mi relato de medio pelo llegue a cobrar algún sentido. He utilizado las 250 palabras y me ha dado mucha rabia no poder poner un par más justo después de: “trató de zafarse…”. Me he percatado de que ahí faltaba algo como: “del espíritu”, “de aquella presencia”… En fin. Si de criticar se trata, ni os comento la falta de originalidad, las expresiones más que manidas, el tono casi ceremonial y moralista del empiece…
NOTA
Y el ganador del reto Reinventando a Dickens fue… Benjamín Recacha (este enlace lleva a Relatos Magar, donde se encuentran todos los relatos que participaron. Para conocer mejor al ganador debéis introduciros en su blog, La Recacha)
No, la ilustración de arriba no es mía, es de Gallego-Iglesias. La mía es la de debajo. Gracias por tu tiempo y disfruta del resto del día (o de la noche).