El mundo antiguo a través de las obras de Adrian Goldsworthy

GOLDSWORTHY, Adrian. César: la biografía definitiva (Trad.: Teresa Martín Lorenzo) La Esfera de los Libros, S.L., Madrid, 2007
Adrian Goldsworthy (Cardiff —capital de Gales, Reino Unido—, 1969) estudió en el St John's College de la Universidad de Oxford, doctorándose en Historia en 1994. Su especialidad es la historia militar del mundo clásico. Ha sido profesor en varias universidades, impartiendo clases en numerosos centros aunque en la actualidad se dedica fundamentalmente a escribir. Frecuentemente aparece, como experto, en documentales de History Channel relacionados con su especialidad. En sus trabajos publicados destaca la extensión de los mismos, pero también su precisión y su bien documentada perspectiva crítica que justifica la admiración del autor por sus protagonistas y secundarios. Goldsworthy es experto en la descripción de combates y ello queda reflejado en el detallismo que ofrece en cada batalla que relata, cuya precisión no pasa desapercibida a ojos del lector.
El mundo antiguo abarca muchos y muy variados temas: la educación, la sociedad, el derecho, la política, la economía, el ejército... así como vastos territorios (Mesopotamia, Egipto, Grecia, Roma...), protagonistas indiscutibles del nacimiento cultural occidental y oriental que se desarrollaría en épocas posteriores. A este respecto, la historia antigua de Occidente no puede obviar su historia militar en tanto que ha colocado a cada uno de sus territorios, forjados a sangre y fuego, en el lugar que ahora ocupan en el imaginario colectivo. De los libros de Goldsworthy publicados hasta la fecha (sean en castellano o en ingles) puede afirmarse que: el tratamiento a los personajes, los tiempos, las instituciones, los rangos, los territorios, etc. es rigurosamente certero. Todo hecho queda registrado con suma meticulosidad sin que ello perjudique la narración del relato ni suponga una simple mención, sucesión y enumeración de datos históricos. El autor pone el énfasis en los hechos acaecidos, relatando y describiendo al detalle los eventos, formaciones e indumentaria de la milicia, la ciudadanía, el servicio y los objetos y lugares que presenta al lector. Ni el legionarius (soldado) ni el duumviro naval (almirante) o el imperator caesar (el gran César) escapan a la mirada de Goldsworthy, quien es capaz de trasladar a todo lector al propio campo de batalla, así como a las aguas del Nilo o al foro de Roma de forma amena y siempre didáctica.  
Entre sus ya numerosas obras en inglés cabe mencionar las siguientes: The roman Army at War (Oxford University Press, 1996; Reprinted 2009), The Punic Wars (Weidenfeld & Nicolson, 2000), Roman Warfare (Weidenfeld & Nicolson, 2000), Cannae: Hannibal's Greatest Victory (Weidenfeld Military, 2001), In the Name of Rome: The Men who Won the Roman Empire (Weidenfeld & Nicolson, 2003), Caesar: Life of a Colossus (Yale University Press, 2006), The Fall Of The West (Yale University Press, 2009), Antony and Cleopatra (Weidenfeld & Nicolson, 2010), Augustus: First Emperor of Rome (Yale University Press, 2014).
Se han publicado en castellano casi una decena de las mismas: Las guerras púnicas (Ariel, 2002); Grandes generales del ejército romano (Ariel, 2003) —publicado posteriormente bajo el título En el nombre de Roma (Planeta, 2012), respetando así el título original—; César: la biografía definitiva (La esfera de los libros, 2007); La caída del Imperio: el ocaso de Occidente (La esfera de los libros, 2009); Antonio y Cleopatra (La esfera de los libros, 2011); Augusto: de revolucionario a emperador (La esfera de los libros, 2014). Su obra Las guerras Punicas narra con total precisión todas las campañas y sucesos que se desarrollaron en campo abierto (fuese en suelo siciliano o africano) o en el mar. Con sumo detalle, se preocupa Goldsworthy por captar la atmósfera del momento, vertiendo con suavidad el caudal de datos que maneja para, lejos de atosigar al lector, lograr que se involucre en el relato como un protagonista más. En Grandes generales del ejército, Goldsworthy repasa las acciones de quince generales romanos, situando muy bien al lector dentro de los diferentes momentos y escenarios que en conjunto abarcan un enorme periodo de tiempo y ofreciendo además otro punto de vista a fin de plasmar las aptitudes de estos jefes militares frente a muy distintas situaciones, pues no es lo mismo hablar de los ejércitos del César o de Escipion, que los de Belisario o Juliano el Apóstata. 

En César: la biografía definitiva, Goldsworthy presenta al lector un trabajo de investigación y análisis acerca de la vida de un personaje biografiado en multitud de ocasiones. Con todo el rigor histórico que impregna este libro, la única advertencia que cabe hacer al lector que pretenda sólo entretenerse con aventuras del célebre romano y pasar el rato es que prescinda de esta lectura.  
Goldsworthy repasa con rigor la vida de César, dividiéndola en tres grandes bloques. El primero ocupa el periodo que va desde el año 100 hasta el 59 a.C. Es decir, desde su nacimiento hasta la llegada al consulado. En el segundo, analiza el momento histórico que le tocó protagonizar como procónsul, del 58 al 50 a.C., con especial dedicación a la guerra de las Galias. Por último, la tercera parte de la biografía está dedicada al periodo que transcurre desde el año 49 hasta el 44 a.C., momento en que es asesinado por un grupo de conspiradores en el Senado. Dicha época estudia con detenimiento tanto la guerra civil como la dictadura que la sucedió. Un epílogo, un conjunto de mapas a lo largo de todo el libro, un apéndice de notas, dos páginas de cronología, un pequeño e imprescindible glosario, un índice de abreviaturas y otro temático cierran este voluminoso y exhaustivo trabajo de casi 800 páginas.
Las biografías definitivas no existen. Pueden ser espectaculares, como ésta, pero nunca definitivas. Nada queda cerrado para siempre. El propio autor afirma en sus obras que sigue habiendo muchas incógnitas por resolver y mucho por descubrir sobre sus protagonistas, advirtiéndonos de que debemos interpretar los hechos históricos con prudencia pues basta recordar que sólo una mínima parte de la literatura de la Antigüedad se ha conservado hasta hoy. Y de lo que nos ha llegado también alberga dudas, pues no sólo César escribió para celebrar sus hazañas y conseguir apoyos, también otros personajes relevantes lo hicieron: ni Ático ni Cicerón primero, ni Salustio después, fueron observadores desapasionados a quienes sólo les interesara informar sobre la verdad sin adornarla. El resto de las fuentes en las que se basan las obras de Goldsworthy fueron escritas cientos de años después del fallecimiento de sus protagonistas y, pese a que se tuviera acceso a ellas —incluso a las obras perdidas—, no siempre son garantía o reflejo fiel de las actitudes de aquellos siglos. Cada autor clásico (Apiano, Plutarco, Dión Casio...) tenía sus propias intuiciones, intereses o puntos de vista y utilizaron fuentes que, a su vez, estaban cargadas de prejuicios y, con frecuencia, eran clara propaganda. Goldsworthy considera necesario ser precavido a la hora de emplear cualquier fuente porque, a diferencia de los estudiosos de la historia más reciente, los que se dedican al estudio de la historia clásica a menudo se ven obligados a sacar el máximo provecho de fuentes limitadas y, posiblemente, poco fiables, por lo que han de contrastar y encontrar el punto medio de visiones en apariencia contradictorias. Él mismo, en su epílogo, zanja la cuestión: “Una cosa es segura: estas no serán las últimas palabras que se escriban acerca de Julio César.”
En La caída del Imperio Romano: el ocaso de Occidente nos encontramos con la exposición por parte del autor de las circunstancias que llevaron al colapso del Imperio Romano de Occidente. Goldsworthy parece a veces más interesado en el relato de los últimos siglos del Imperio que en el análisis propiamente dicho de las causas de su caída. Siguiendo la senda que ya inauguró Edward Gibbon, Goldsworthy propone nuevos contrastes y un relato apasionante que dura cuatro siglos, desde el final de los Antoninos, aún en esplendor, pasando por la defenestración del Imperio de Occidente hasta el siglo VI, en Bizancio. Sin olvidarnos del trascendental Primer Concilio de Nicea, del año 325, que legalizó oficialmente a los cristianos. según Goldsworthy, Gibbon exagera la influencia de la nueva religión monoteísta en el declive de aquella civilización. 
«El objetivo de este estudio es observar con más atención tanto los problemas internos como los problemas externos a los que se enfrentó el Imperio romano. El punto de partida será, como el de Gibbon, el año 180, cuando el Imperio aún parecía estar en pleno apogeo, para proseguir rastreando los vestigios del descenso hacia el caso que se produjo a mediados del siglo III. A continuación, examinaremos el Imperio reconstruido de Diocleciano y Constantino, la evolución hacia la división en las mitades oriental y occidental en el siglo IV y la caída del Imperio de Occidente en el siglo V. Por fin, la obra concluirá con una tentativa frustrada del Imperio de Oriente de recuperar los territorios perdidos en el siglo VI. […] A finales del siglo VI el mundo era profunda y definitivamente distinto al mundo descrito en nuestro punto de partida. El Imperio romano oriental era fuerte, pero no ejercía el inmenso poder y la hegemonía del Imperio romano unido. Esta obra habla sobre cómo se llegó hasta esta situación, y en ella desempeña un papel clave la historia de los individuos, hombres y mujeres, así como de los grupos, los pueblos y las tribus, y los acontecimientos que vivieron y que dieron forma a esos siglos». (pp. 40-41) 
Su título en castellano no recoge lo que sí refleja el original en inglés, The Fall of the West. The Death of the Roman Superpower. Para Goldsworthy el Imperio Romano fue una superpotencia, la única en su período, por mucho que partos primero y persas después trataran de disputarse su hegemonía. El autor, que considera el Imperio Romano en sí como una globalidad, más allá de disparidades regionales; centra su ensayo, no obstante, en Occidente, aunque no descuida los frentes orientales ni el Imperio de Oriente tras la separación del año 395. 
Más para especialistas y conocedores que para gente que quiera iniciarse en la vida de estos grandes personajes históricos, estas obras van dirigidas a un público ya versado en la materia. Es importante incidir en ello porque puede llevar a engaño a los lectores que pretendan acercarse a estos caros y voluminosos ejemplares de esmerada, selecta y cuidada exposición histórica. No son libros de lectura fácil o asequible, habida cuenta que se hace en ellos uso constante de términos específicos de historia antigua en su lengua original, el latín en el caso de Roma. Nos encontramos ante un trabajo excepcional en cuanto al tratamiento histórico de las figuras que componen cada uno de los libros. El autor desgrana sin fisuras y sin adornos las vidas de los personajes mediante una abundante información que se complementa con remisiones frecuentes y numeradas a las fuentes originales. Se trata, pues, de un conjunto de ensayos que van, según la edición y el tema, de las 500 a las 800 páginas. Contienen numerosas citas muchas de ellas referidas a episodios apasionantes en la vida de un personaje, que pueden suponer un trastorno para el lector no versado en historia antigua o no muy acostumbrado a los ensayos (con sus notas al final del volumen y citas a pie de página interrumpiendo la lectura frecuentemente). Ello, por el contrario, deja a disposición del lector especializado o algo formado una impresionante y completísima remisión a la abundante bibliografía disponible. Todas sus obras ofrecen mapas a lo largo de la lectura y las traducciones, por lo general, son de calidad. En cuanto a las erratas, son nimias y puntuales en comparación con el total.
Los libros de Goldsworthy son rigurosos, a la par que entretenidos. Minuciosos y desapasionados. Difíciles de leer y de asimilar para el neófito por la profusa información histórica que contiene (conceptos en latín poco conocidos). No son biografías definitivas, como ya se ha comentado más arriba. Son, por el contrario, biografías de grandes personajes históricos aún por descubrir. En los años en que vivieron y se desarrollaron sus vidas y su historia, ésta fue no menos que una larga serie de máscaras diferentes, entre ellas las de fugitivos, prisioneros, políticos en alza, jefes de un ejército, representantes de sus territorios, rebeldes, tiranos —tal vez incluso dioses, diosas—, además de guerreros, amantes, compañeros y esposos, padres e hijos. Pocos héroes de ficción han conseguido llevar a cabo tantas empresas como los protagonistas de estos relatos históricos.
GOLDSWORTHY, Adrian. Las guerras púnicas. Ariel, Barcelona, 2002. No se limita el autor a narrar las batallas con suma precisión, sino que describe con minuciosidad el arte de la guerra, el sistema militar cartaginés, la formación de los ejércitos romanos y muchas situaciones más. Basándose siempre en los textos antiguos de Polibio y Livio, contrasta situaciones con hipótesis pausibles, dentro del marco de lo razonable y lógico. No dando demasiado crédito a lo que pudiera ser propaganda romana en beneficio o detrimento de Roma o Cartago y sus generales, Goldsworthy describe las formaciones del ejército púnico de Aníbal, más convencionales y la composición de las legiones romanas, desde los triariio, los velites, los manípulos de hastati y el Princeps. Termina el libro con una cronología de personajes de la época, además de unos apéndices sobre el sistema político republicano y el ejército consular. Libro muy completo que no se limita a la narración de las tres guerras, sino que sitúa al lector en esa época histórica con un estudio analítico de lo que ocurrió en el Mediterráneo, desde la muerte de Alejandro Magno hasta la destrucción de Cartago, un siglo de duración en el que acaecieron la división de las conquistas de Macedonia, la caída de los púnicos y el comienzo del Imperio romano. La edición de Ariel posee 16 mapas y esquemas de las batallas más trascendentales. Con un total de 450 páginas de rigor histórico, escrito con cautela este libro resulta interesante, agradable e instructivo.
GOLDSWORTHY, Adrian. Grandes generales del ejército romano. Ariel, Barcelona, 2003. Este libro trata de los más grandes generales romanos, de cómo y por qué consiguieron sus victorias. A cada uno le dedica un capítulo (15 en total), excepto a César y Pompeyo, que protagonizan dos, uno de ellos conjunto. Como toda selección, esta da argumentos para la polémica: ¿por qué colocar entre los grandes a Fabio y a Marcelo? ¿Cabe considerar a Belisario un buen representante del ejército romano? ¿Puede justificarse la presencia de Juliano en esta elección por el simple hecho de que sus campañas estén muy bien documentadas? Sin embargo, en términos generales, la selección parece correcta, incluyendo en ella a Trajano, Germánico y Tito (sí, hubiéramos preferido a Vespasiano) que no son habitualmente reflejados en este tipo de obras. Por otra parte, se nos cuenta cómo hacían la guerra los romanos, desde la lucha durísima contra Cartago y el brillante Aníbal, en el siglo III a.C, hasta el último intento desesperado por recuperar el Imperio de Occidente, en el siglo VI d.C. Están, eso sí, todos los clásicos: Escipión Africano, Emilio Paulo, Mario, Sertorio… Pero se echa en falta a Tiberio, Agripa, Plautio... No obstante, el libro tiene muy buenas descripciones de las tácticas de combate y datos en abundancia. Además, el autor usa de manera constante las fuentes clásicas para basar sus afirmaciones. Sin embargo, las ilustraciones son escasas y bastante pobres, totalmente convencionales. El autor despacha con excesiva ligereza la vida de los protagonistas, centrando el capítulo, casi siempre, en uno o dos puntos culminantes de su carrera. Eso sí, recoge siempre el contexto general de los hechos en que se desarrollan las campañas, lo que no es muy habitual en este tipo de libros. Y tampoco es habitual que un estudioso reconozca, como en este caso, las cualidades combativas individuales del legionario romano.
GOLDSWORTHY, Adrian. César: la biografía definitiva (Trad.: Teresa Martín Lorenzo) La Esfera de los Libros, S.L., Madrid, 2007. Julio César, el romano más famoso que ha existido tanto en su época como a lo largo de los siglos, fue un líder carismático, un brillante político y un genio militar capaz de algunas de las victorias más espectaculares de la historia: en menos de una década conquistó toda la Galia, invadió Germania y desembarcó en Britania. Sin embargo, su inusual e imparable carrera y su ascenso hacia el poder continúan hoy suscitando controversias entre los estudiosos. En esta biografía definitiva, Adrian Goldsworthy aúna de forma magistral todos los aspectos de la vida del coloso y nos ofrece el retrato más vívido del hombre que al final de su adolescencia evitó ser ejecutado por su oposición directa al dictador Sila; que fue condecorado por su valor en combate y capturado por piratas a cambio de un rescate cuantioso; que en la palestra política se ganó muy pronto una reputación de inconformista, ambicioso y peligroso; que con poco más de treinta años ya empezaba a dominar el Senado? sin olvidar su magnetismo personal. Un libro que penetra en la figura de quien supo alzarse desde la oscuridad completa para convertirse en el hombre más rico del mundo y detentar un poder capaz de acabar con la República romana. A su muerte, en sí misma espectacular, César dominaba casi todo el mundo conocido...  Existe una edición conmemorativa de 2016.
GOLDSWORTHY, Adrian. La caída del Imperio: el ocaso de Occidente. La Esfera de los Libros, S.L., Madrid, 2009. En el año 476 d.C. Rómulo Augusto, el último emperador que gobernó en Roma, fue depuesto, sin oposición, por el bárbaro Odoacro. Este hito marcó el final definitivo, e incluso silencioso, de cinco siglos de dominación imperial. Fue la muerte anunciada por una larga decadencia que había empezado con Marco Aurelio, tres siglos antes, cuando Roma era aún la mayor superpotencia del mundo. Adrian Goldsworthy -recurriendo a las fuentes originales y a las últimas investigaciones arqueológicas- nos presenta un relato estremecedor de la caída del Imperio romano. Un largo proceso que duró trescientos años en el que se vivieron el caos del siglo III, el cisma del IV o el colapso final en el V. En estas páginas cobran vida personajes fascinantes como Caracalla, Constantino, Teodosio, Alarico o Atila que comparten protagonismo con oscuras conjuras, sangrientas batallas, sorprendentes romances y muchos otros acontecimientos de la mano de uno de los mejores historiadores de la Antigüedad, que responde a algunas de las grandes preguntas de la historia universal: ¿cómo desapareció la superpotencia romana? ¿Cómo murió Occidente?
GOLDSWORTHY, Adrian. Antonio y Cleopatra. La Esfera de los Libros, S.L., Madrid, 2011. El apasionado romance de Marco Antonio y Cleopatra es una de las grandes historias de amor de todos los tiempos. Él fue el hombre más poderoso del mundo romano durante un tiempo, hasta su derrota por el joven frío y calculador Augusto, que después se proclamaría primer emperador de Roma. Ella fue la inteligente, ambiciosa y bella reina del reino egipcio. Juntos vivieron un lujoso esplendor, lucharon por un imperio que perdieron y acabaron quitándose la vida. Dos mil años de imaginación romántica han sepultado una verdad aún más interesante. Antonio no era sólo un soldado, y de hecho tenía poca experiencia y dotes militares, su subida al poder tuvo más que ver con sus aptitudes políticas y con el azar. Cleopatra no era una egipcia cualquiera, sino la última reina de una dinastía creada por uno de los generales de Alejandro Magno. Sólo gracias al apoyo romano, y concretamente gracias a César y Antonio, sus amantes, pudo mantenerse en el poder en una corte en la que el mayor peligro eran los rivales de su propia familia y el asesinato era cosa habitual. La historia de Antonio y Cleopatra es la del choque de dos culturas, una historia de ambición y crueldad y también de pasión humana. Adrian Goldsworth y nos descubre los verdaderos hechos de esta famosa pareja. Quizá no sea la crónica que esperábamos pero sin duda es tan fascinante como el mito...
GOLDSWORTHY, Adrian. Augusto: de revolucionario a emperador. La Esfera de los Libros, S.L., Madrid, 2014. Idus de marzo del año 44 a.C., Julio César fue asesinado a los pies de la estatua de Pompeyo. En ese momento, Octavio no era más que un oscuro adolescente recién adoptado por el primer hombre de Roma. Ante el magnicidio, dio un paso al frente y se proclamó su legítimo heredero y sucesor. Nadie le tomó en serio, sin embargo, en pocos meses formó un ejército y consiguió alzarse como uno de los tres hombres más poderosos del momento con Marco Antonio y Lépido. Durante la década siguiente se fue consolidando mientras Marco Antonio fracasaba en Oriente y caía en los brazos de Cleopatra. Octavio, confiado en sus fuerzas, atacó a su viejo aliado y le venció. En el 31 a.C., ya sin rivales, se convirtió en el primer emperador acabando para siempre con la República. Y así, Octavio pasó a llamarse Augusto y Roma se transformó en un imperio. Consumado manipulador, propagandista y con gran dominio de la teatralidad, Augusto podía ser impulsivo y emocional, despiadado y generoso. De la familia y los amigos esperaba que representaran los papeles que les había asignado, por eso exilió a su hija y su nieto cuando no se ajustaron al guion. Fue el suyo un gobierno repleto de contradicciones por lo que su personalidad resulta difícil de aprehender. En esta nueva biografía, Adrian Goldsworthy ?como ya hiciese para abordar la figura de Julio César?, se apoya exclusivamente en las fuentes antiguas para tratar en detalle la existencia del emperador y dar nueva luz sobre el hombre y su época...