Biblioteca Grandes del Cómic, de Planeta DeAgostini

Cuando un domingo cualquiera uno se acerca al humilde Mercadillo de Libros del Pasaje de Peña, ubicado en la pequeña ciudad costera de Santander, se encuentra con artículos de lectura de muy diversa índole: cómics, fanzines, postales, folletos, carteles, fotografías antiguas, álbumes, cromos, revistas, algunos periódicos o secciones literarias de prensa antigua, panfletos e infinidad de títulos de libros de segunda mano que la gente ha regalado o de los que se ha deshecho. En esta ocasión se trata del volumen de una colección clásica de cómic que la editorial Planeta DeAgostini rescató de la estadounidense EC (Entertaining Comics) para ofrecer a los lectores de habla hispana en 2003. Esta serie clásica constaba de seis colecciones: terror, suspense, bélica, ciencia-ficción, psicoanálisis. Sólo he podido hacerme con uno de la colección de Terror y con dos pertenecientes a otras colecciones (Impacto y Urgencias M.D.) de esa misma serie: Biblioteca Grandes del Cómic.
AA.VV. Biblioteca Grandes del Cómic (15 vol.), Planeta DeAgostini, S.A., (Col. Clásicos de Terror, Impacto, Valor, Urgencias-MD), Barcelona, 2003-2004. Línea que albergó diversas colecciones caracterizadas por contener material clásico de la más diversa procedencia. Desde grandes clásicos de las tiras de prensa norteamericanas a los clásicos de la editorial EC o personajes emblemáticos del cómic italiano como Tex. Los cómics de EC revolucionaron el mercado y fallecieron debido a su éxito. Nunca hasta entonces se había creado un club de fans de una editorial, con su fanzine EC Fan Bulletin ni otro dedicado a un dibujante, los Graham' Backers, fans de Graham Ingels; ni se habían generado tantas copias, envidias o enemigos. Bill Gaines -propietario y editor- y su mano derecha, Al Feldstein -guionista, dibujante y editor- fueron los responsables de la mayor parte de los guiones, y los que supieron conectar con el nuevo público adolescente. En 1950, y con la Guerra Fría en marcha, la gente necesitaba que sus diversiones fueran menos inocentes que con las que disfrutaron antes de la Segunda Guerra Mundial. Los cómics no suponían una excepción. Contar hechos truculentos con finales inesperados, apoyados por el chascarrillo cómico de un narrador monstruoso, convirtió a las publicaciones de la EC en algo especial. Eso y el carisma de los anfitriones de las colecciones de terror": el Guardián de la Cripta, el Guardián de la Cámara de los Horrores y la Vieja Bruja. Si se recuerda especialmente a Tales from the Crypt, se debe a que el Guardián de la Cripta es la creación más socarrona de todas las de EC.
Los personajes y criaturas que deambulan por las páginas de la colección de Terror —como «El Guardián de la Cripta», «El Guardián de la Cámara de los Horrores» y «La Vieja Bruja»— deben su origen a la pasión que tanto Gaines (propietario y editor de EC) como Feldstein (principal ilustrador de estas historias) sentían por los pulps y los seriales radiofónicos de terror. Las criaturas emblemáticas (son todos prototipos) que aparecen en su interior están dibujadas por Al Feldstein, Roussos, Johnny Craig, Jack Davis, Wally Wood..., pero es Feldstein quien abre la colección y quien realiza la mayor parte de los dibujos, incluyendo muchos de los guiones de aquellas historias que ilustra. A los lectores que en los años 80 y 90 tuvieron oportunidad de ver en televisión la serie estadounidense Tales from the Crypt Historias de la Cripta llegó a España censurada, siendo eliminadas las escenas más escabrosas que curiosamente sí se emitieron en Estados Unidos— les será inevitable ver ciertos paralelismos iniciales. No obstante, la colección de cómics no se vio demasiado reflejada en la serie televisiva.   
Al calor del éxito que supuso a principios de los años ochenta la película de relatos Creepshow, donde se homenajeaba las historias clásicas de terror de EC Comics de los años 50 —inspiradas a su vez en las revistas pulp de principios del siglo XX—, nació en 1989 toda una franquicia dentro del género, concretándose en la larga serie televisiva Tales from the Crypt (hasta 7 temporadas y 93 capítulos).
La serie Historias de la Cripta, cuyo formato es íntegramente el mismo que tiempo atrás triunfó también en la pequeña pantalla con La dimensión desconocida, de Rod Serling, y sin llegar al nivel de éxito de la misma, únicamente cuenta con un taimado personaje de apariencia cadavérica como marca de la casa. Más conocido como «El Guardián de la Cripta», dicho personaje es quien presenta las historias y las cierra con alguna moraleja que suele sacarse de la manga entre carcajadas malévolas. En contraste, las historietas de la colección de EC Comics en que se basa la serie tuvieron una buena acogida y poco después de su primer volumen, cada una de las criaturas empezó a cobrar mayor personalidad al ser asignada a un dibujante diferente. Jack Davis se hizo cargo de «El Guardián de la Cripta», Johnny Craig es el responsable «El Guardián de la Cámara de los Horrores» y Graham "Ghastly" Ingels se ocupa de la «Vieja Bruja». Las historietas están pensadas para potenciar el estilo de los dibujantes y eso se deja notar en cada una de las páginas. Con Johnny Craig, por ejemplo (autor de varias historias del primer volumen, también de los guiones) entramos en el terror aséptico: infidelidades y asesinatos crean una atmósfera distante y aterradora. Visto el resultado, sorprende saber que Craig no se encontraba a gusto en el género de terror. Por su parte, el trabajo de Ingels se sitúa en las antípodas del de Craig: dibujos recargados y deformados originan ambientes malsanos, habitados por seres torturados que sufren una muerte esperpéntica. En este caso, la situación personal del autor —alcohólico, con problemas familiares y económicos— favorece sus dibujos, descarnado reflejo de una existencia atormentada. Tal vez debido a eso, Ingels nunca estuvo contento con su obra. Las historias de terror de EC tenían una estructura muy marcada: eran cuatro y se desarrollaban en unas 10 páginas cada una, dos de ellas presentadas por el anfitrión de cada serie (salvo excepciones). Los autores estrella dibujaban la primera de éstas y la portada. Otro artista de la casa se ocupaba de la segunda. Completaban el número los encargados habituales de los otros dos personajes, con sendos relatos. La presente edición, en blanco y negro, recoge siete volúmenes de historias y permite al lector disfrutar plenamente del trabajo de este reducido pero fecundo grupo de artistas. 
Master Race, de Bernie Krigstein
El ataque de grupos conservadores, preocupados por lo que leían sus hijos, llevó a crear un código de censura en el cómic norteamericano, el famoso Comic Code, que obligó a William Gaines a cerrar todas las colecciones, tras una lucha feroz, dando fin a una etapa irrepetible. No obstante, los habituales artistas de la EC, Ingels, Evans, Orlando y Crandall, crearon nuevas sendas para el Noveno Arte norteamericano ante la presión popular. 
La New Direction fue el intento desesperado (y fallido) por parte de Will Gaines para seguir editando sus cómic en EC, después de todas las trabas surgidas por la implantación del Comic Code —el cual llegó a prohibir, entre otras cosas, las palabras «horror», «terror» o «crimen»—. Impacto siguió con el espíritu rebelde de la editorial, pero maquillado para la ocasión. El nivel artístico se mantuvo y los finales sorpresa, característica relevante, también. Aunque, siempre que se habla de esta colección e incluso del grueso de las historietas publicadas bajo la New Direction, Master Race lo eclipsa todo. Obra maestra como historieta, reúne las suficientes características (a)típicas como para ponerla como ejemplo made in EC. Sí, tiene un final sorpresa, incluso la truculencia asoma por un relato basado en hechos reales (los campos de exterminio nazis), pero bien es cierto que Bernie Krigstein rompió (cuchilla en mano) con los cánones dictados por Al Feldstein, otorgando más recuadros y omitiendo texto. No está de más recordar al lector que va a leer esta historieta en blanco y negro, cuando fue concebida para ser vista a color: ¿es esto verlo de una forma más pura? Pues, al menos, sin una de las pocas medidas «edulcorantes» que emplearon en EC: el color aplicado por Marie Severin; aquello que no le gustaba o quería disimular quedaba cubierto por un tono único, irreal, normalmente morado. Este primer tomo agrupa los cinco volúmenes que formaron la colección Impact, publicada en 1955. Asistimos a un forzoso cambio en EC, donde las historias, aunque conservan los finales sorprendentes, tal vez se resientan de la falta de monstruos y sangre. Si Master Race destaca del resto de las historias, también es justo señalar The Diamond Pendant, basado en una historia de Guy de Maupassant, así como The Suit e incluso The General o So Much More.
En cuanto a Urgencias, este tomo recoge las historias aparecidas bajo lacabecera de M.D. Fue la sexta y última colección editada en EC bajo la línea New Direction. Apareció un mes después que el resto de sus series hermanas. Salieron cinco números y la editorial cerró. El título M.D. hace referencia a los doctores en medicina, y procede del latín medicinae doctor. Nos encontramos ante un cómic original: los médicos y sus pacientes son los protagonistas. De hecho, y como soporte dramático, la mayoría de las historietas empiezan con una descripción clínica, su diagnóstico y el procedimiento a seguir que que, curiosamente, en vez de adelantar en demasía la trama, crea en el lector el suspense necesario para descubrir el destino del paciente y cómo van a enfrentarse a la dolencia el médico y el enfermo. El suspense se cierne sobre la evolución del enfermo, saber si se va a curar o si se salvará un miembro a amputar se convierte en una historia tan tensa como las que antaño nos presentaban con monstruos o criminales.
Al realizar esta reseña me he encontrado con dos títulos que me parecen interesantes dentro de la serie Biblioteca Grandes del CómicPeriodistas Extra y Ases del Cielo. Recomiendo su lectura. Por supuesto, el lector debe tener siempre presente durante la misma que se trata de una colección cuyas historias se realizaron en los años cincuenta y, por tanto, no debe escandalizarse si lo que halla en su interior no se corresponde con ciertos criterios actuales.