Literatura Griega (siglo VIII a.C.)


LA LITERATURA GRIEGA 
(SIGLO VIII a.C.)

I
LA HÉLADE: ENTRE ORIENTE Y OCCIDENTE
EL PUEBLO GRIEGO Y SU LITERATURA
LA RELIGIÓN GRIEGA

II
HOMERO Y LA GUERRA DE TROYA (POEMAS HOMÉRICOS)
LA EDAD HEROICA Y LA LEYENDA DE TROYA
ÉPOCAS DE LA LITERATURA GRIEGA
ÉPOCA DE FORMACIÓN: ILÍADA Y ODISEA
EL VALOR DE LOS POEMAS HOMÉRICOS

III
LA POESÍA Y EL TEATRO GRIEGOS
POESÍA DIDÁCTICA Y LÍRICA
LA POESÍA LÍRICA: ALCEO, SAFO Y ANACREONTE
LA POESÍA CORAL DE PÍNDARO
GÉNESIS Y DESARROLLO DEL TEATRO EN GRECIA
ASUNTOS DE LAS TRAGEDIAS: ESQUILO, SÓFOCLES Y EURÍPIDES
LA COMEDIA GRIEGA: ARISTÓFANES, EL PRIMER AUTOR CONOCIDO

IV
LA FILOSOFÍA GRIEGA
INICIACIÓN DE LA FILOSOFÍA EN GRECIA
LOS SIETE SABIOS
LOS SOFISTAS
SÓCRATES, PLATÓN Y ARISTÓTELES

V
LA FÁBULA, LA HISTORIA Y LA ORATORIA EN GRECIA
ESOPO Y LA FÁBULA GRIEGA
HISTORIA (PERIEGETAS Y LOGÓGRAFOS): HERÓDOTO, TUCÍDIDES Y JENOFONTE
IMPORTANCIA DE LA ORATORIA EN GRECIA: ISÓCRATES, DEMÓSTENES Y ESQUINES

1. Literatura Griega (siglo VIII a.C.)
    1.1. La Hélade: entre Oriente y Occidente
           1.1.1. El pueblo griego y su literatura
Grecia era llamada por sus propios habitantes Hélade, y de ahí el nombre de helenos con que eran conocidos los griegos. Los nombres actuales (Grecia, griegos), que originariamente designaban una pequeña comarca de la Hélade y a sus habitantes, fueron aplicados por los romanos a todos los habitantes del territorio. 
Se sabe muy poco de los primitivos habitantes de Grecia, los pelasgos o egeos. Hacia el siglo XV a.C. la península y sus islas fueron invadidas por los aqueos, un pueblo guerrero, procedente del centro de Europa. En el siglo XII sobrevino otra invasión, la del pueblo dorio, de la misma procedencia. Poco a poco, sobre el suelo de la Hélade fueron diferenciándose diversas tribus, que conocemos con los nombres de dorios, eolios y aqueos. Todos estos pueblos hablaban lenguas muy parecidas, que dieron lugar al griego, idioma bello y flexible. 
El pueblo griego creó una de las culturas más importantes que han existido. Los europeos de todos los tiempos han considerado el arte griego como el más perfecto creado por el hombre, y han tratado de imitarlo.
         1.1.2. Religión griega
Los griegos poseían unas creencias religiosas que llamaban mitos. El estudio y conjunto de los mitos se denomina Mitología
Creían los helenos en dioses con pasiones humanas, que intervenían en la vida de los hombres y se mezclaban con ellos. Los representaban en forma humana. El dios mixto era Zeus o Júpiter. Había dioses mayores como Demeter, diosa de la agricultura; Palas, diosa de la sabiduría; Afrodita, diosa del amor, etc., y divinidades menores, como Hebe, diosa de la juventud; Eolo, dios de los vientos; las nueve Musas que acompañaban al dios mayor Apolo, etc.
Los hechos anteriores al siglo VIII a.C. nos son desconocidos, y lo eran asimismo para los propios griegos, que tejieron una serie de leyendas para explicar su historia primitiva. Algunas de esas leyendas estaban basadas en hechos históricos, que, con el correr del tiempo, fueron deformándose y magnificándose, con intervención de dioses y de héroes, es decir, hombres descendientes de dioses o divinizados por su valor y su virtud.
2. Homero y la Guerra de Troya (Poemas Homéricos)
    2.1. La Edad Heroica y la leyenda de Troya
Llamamos Edad Heroica de Grecia a los siglos anteriores al VIII a.C., cuyos sucesos nos son conocidos tan sólo a través de leyendas. La más importante de la Edad Heroica de Grecia se basa en un hecho histórico, la Guerra de Troya, que, como suponen algunos historiadores, pudo tener lugar en el siglo XII a.C. Esta leyenda es una idealización de realidades históricas mal conocidas. Los griegos las imaginaron así: 
Príamo reinaba en la ciudad de Troya, situada en la Troada (Noroeste del Asia Menor). Su hijo París raptó a Helena, mujer bellísima, esposa de Menelao, rey aqueo. Los griegos se agruparon para vengar aquella ofensa inferida a su hermano de raza y en numerosas naves se dirigieron a Troya. Mandaba el ejército griego Agamenón, rey de Argos y Micenas, hermano de Menelao. Pusieron sitio a la ciudad durante diez años: en este largo asedio se desarrollaron batallas y combates heroicos entre ambos ejércitos y en algunos casos duelos personales entre los principales caudillos griegos y troyanos. Los héroes griegos eran aparte de Agamenón y Menelao, Aquiles, hijo de una diosa y rey de Tesalia, valeroso combatiente; Ulises u Odiseo, astuto rey de Itaca; Néstor, viejo y prudente rey de Pilos; Ayax, valiente y esforzado, etc. El bando troyano se hallaba dirigido por Héctor, hijo del rey de Troya, Príamo; Andrómaca, mujer de Héctor, modelo de esposas; Eneas, hijo de la diosa Afrodita, etc. Mueren numerosos héroes (Héctor y Aquiles entre otros). Al fin, los griegos conquistan la ciudad y la incendian. Al volver a Grecia, los vencedores sufrieron muchas desgracias. Ulises tardó diez años en llegar a Itaca, y Agamenón fue asesinado por su propia esposa.
   2.2. Épocas de la literatura griega.
La literatura griega puede dividirse en cuatro períodos:
I.— Época de formación, que abarca desde el siglo VIII hasta el año 499 a.C., fecha de las Guerras Médicas.
II. Época clásica, desde 499 hasta 323 a.C., año en que muere Alejandro Magno. En ella se incluye el llamado siglo de Pericles (499-429 a.C.), edad de oro de las artes y las letras helénicas, que lograron máximo esplendor merced a la protección del político ateniense.
III. Época helenística, desde 323 a 146 a.C., fecha en que los romanos toman Corinto.
IY.— Época greco-latina, desde 146 a.C., hasta la expansión del Imperio romano, con el que se funde la cultura griega.  
2.2.1. Época de formación: Ilíada y Odisea
Existen vagas referencias a una primitiva poesía religiosa, hierática, de la que serían representantes Orfeo y Museo, autores míticos, que se cree compusieron himnos religiosos, y asimismo cabe suponer la existencia de poemas y canciones de carácter épico y de origen eólico, que podríamos denominar prehoméricos. Unos y otros justificarían la aparición en el siglo VIII a.C. de las dos extraordinarias epopeyas de la cultura griega, la Ilíada y la Odisea, como frutos de madurez y de suma perfección. Atribuidas a Homero, nada sabemos en concreto sobre la personalidad de su autor. Hasta once ciudades griegas se enorgullecían de haber sido su patria. Lo más probable es que naciera en cualquier ciudad de la Jonia, quizá en Esmirna, y que viviese en Chíos, donde, como Píndaro asegura, creó una escuela de rapsodas. Según una tradición muy posterior, se le suponía ciego y que ganaba la vida errando de ciudad en ciudad cantando sus poemas. Sólo puede asegurarse que alcanza la plenitud de su vida hacia el año 700 a.C. Se admiten, en cambio, ciertas características que diferencian ambas epopeyas en cuanto a la época de su composición, y así se cree que la Ilíada fue compuesta por Homero en su época de plenitud y que la Odisea es obra de su ancianidad. Una y otra están inspiradas en la leyenda de la guerra de Troya. Homero vivió siglos después de dicha guerra, pero utilizó las vagas noticias de aquel acontecimiento, que se fueron transmitiendo de generación en generación. Su estructura es similar. Aunque la Ilíada consta de 15.693 versos y la Odisea de 12.110, los gramáticos alejandrinos las dividieron en 24 libros de una longitud semejante. 
Ilíada 
Narra el asedio de Troya durante cincuenta y un días del décimo año de la guerra, pero el poema termina antes de que la plaza sea conquistada por los griegos. Toda la acción transcurre en el campamento del ejército sitiador o en la ciudad sitiada. 
El centro argumental de la epopeya está constituido por la cólera del héroe griego Aquiles, hijo de una diosa, bravo, hermoso y elocuente. Riñe con su jefe Agamenón y se niega a continuar luchando. Sus compañeros sufren grandes pérdidas, pero él sigue obstinado en no pelear, hasta que muere su amigo Patroclo. Entonces, la ira y el deseo de venganza llevan a Aquiles a la batalla. Loco de furia, persigue a Héctor, el príncipe troyano matador de Patroclo, y le da muerte. Quiere, incluso, despedazar su cadáver. El viejo rey Príamo, padre de Héctor, le pide clemencia para el muerto, y Aquiles, acordándose de su propio padre, cede a las súplicas. El poema termina con las honras fúnebres que los troyanos celebran en honor de su príncipe Héctor. 
Odisea 
Mientras que la Ilíada es un grandioso relato heroico, fulgurante, de simple trama, la Odisea es obra más humana, de mayor complejidad en su desarrollo, en el cual concurren las apasionantes aventuras de Ulises y sus compañeros, los viajes de Telémaco en busca de su padre y la descripción de la corte de Ítaca, que viene a ser; un canto a la fidelidad y virtud de Penélope, la esposa de Ulises. La Odisea narra las peripecias ocurridas a Odiseo (también conocido por el nombre de Ulises, hasta el punto de que el primer traductor de la obra a nuestra lengua la titula Ulixea) al regresar a su reino de Ítaca, una vez terminada la guerra de Troya. 
(En castellano hemos tomado la palabra odisea para significar viaje largo, en el que abundan las aventuras y sucesos extraños). 
En el palacio real de Ítaca, Ulises es esperado en vano por su esposa Penélope y su hijo Telémaco. Han pasado muchos años y no hay noticias del rey. Penélope es asediada por numerosos pretendientes, pero confía siempre en el regreso de su esposo, que cree sigue viviendo, y por ello aplaza indefinidamente su decisión de contraer nuevas nupcias. Durante cuatro años ha engañado a los pretendientes con una astucia: les promete elegir marido cuando acabe de tejer una gran tela, que durante la noche deshace para volver a empezar al día siguiente. Telémaco marcha en busca de su padre, con grandísimo afán de encontrarlo, y esto da motivo a que corra, a su vez, innumerables aventuras. En tanto, Ulises intenta regresar a Ítaca, pero se lo impiden serios obstáculos: tempestades, vientos turbulentos, magos, islas movedizas, sirenas, etc. Uno de los terribles peligros por que pasan Ulises y sus compañeros de viaje es el caer en poder de Polifemo, espantoso cíclope (cíclopes en la Mitología griega, eran gigantes. hijos del Cielo y de la Tierra, con un solo ojo en la frente), devorador de hombres. Al fin. Ulises llega a Ítaca. Telémaco ha regresado poco antes y cuenta que ha oído decir que vive. Pero el héroe no se da a conocer de momento. Da muerte a todos los pretendientes, y al fin se presenta a su esposa y a su hijo, siendo reconocido por ellos en escenas conmovedoras. Hasta su viejo perro Argos lo recuerda, pero no puede llegar a lamer la mano de su amo, porque muere en aquel Instante.
2.2.2. El valor de los poemas homéricos.
Las dos grandes epopeyas de Homero pertenecen al escaso grupo de obras que poseen un valor permanente para la humanidad. La Ilíada y la Odisea exaltan los anhelos más nobles, las más extraordinarias virtudes: el honor, el heroísmo, la sutileza, el amor, la amistad, la fidelidad, la cortesía, la hospitalidad, expresados en caracteres inmortales, como son Aquiles, Héctor, Ulises, Andrómaca, Penélope y tantos otros. Sus versos hexámetros, que logran una belleza incomparable; su lenguaje, que dio unidad idiomática a Grecia; su aliento patriótico, que unió a los pueblos helenos frente al peligro asiático, así como los grandiosos temas que desarrolla en sus creaciones, sirvieron de estímulo a toda la literatura griega, que consideró a Homero como arquetipo insuperable. Homero es, cronológicamente, el primer poeta de Europa, y por su suprema calidad literaria, uno de los primeros de todos los siglos. Son bastantes la obras que se han atribuido a Homero. Entre ellas, el poema burlesco Batracomiomaquia (Guerra de los ratones y de las ranas), y el poema satírico Margüe, que se consideran de autores posteriores. 
3. La poesía y el teatro griegos
    3.1. Poesía didáctica y lírica 
Contemporáneo de Homero, aunque más joven que él, es Hesíodo, nacido en Beocia a fines del siglo VII; fue pastor y campesino durante su juventud. Su obra mas importante, la Teogonía es un poema de carácter filosófico y religioso, en el cual expone el origen del mundo y de las cosas y sistematiza la mitología helénica, explicando e nacimiento y genealogía de las deidades del Olimpo y de los héroes divinizados. En su poema Los trabajos y los días cambia totalmente de rumbo. Si en la Teogonía coincide con Homero en su entusiasmo por los dioses, desdeña en cambio el mundo heroico de su antecesor. Exalta la sosegada vida del campo y canta los cotidianos esfuerzos del labrador. Le guiaba a Hesíodo (como siglos después a Virgilio en Roma) el noble afán de inculcar la vocación agrícola a la juventud de su tiempo, arrebatada al campo por la pasión guerrera, y de formar su espíritu con sanos principios morales.
  3.2. La poesía lírica: Alceo, Safo y Anacreonte
Después de los poemas religiosos y didácticos de Hesíodo, que representan una época de transición, surge en Grecia la poesía lírica, que logra una excepcional variedad y riqueza. Entre los antiguos griegos, las composiciones líricas no se limitaban a a simple lectura, sino que se cantaban, acompañando el canto con el son de un instrumento como la lira o la cítara, lo cual obligaba al poeta a componer el verso y la música. Entre los poetas líricos más notables figuran Alceo, Safo y Anacreonte. Alceo nace en Mitilene en el siglo VI, y por causas políticas vive desterrado de Grecia. De los diez libros suyos que conocieron los alejandrinos, sólo quedan fragmentos que reflejan su vida turbulenta y su temperamento ardiente. Sus poemas de carácter guerrero y político, llenos de vigor; sus canciones amorosas, de gran pasión; sus himnos a los dioses y a los héroes, como su Canto a Aquiles, poseen riqueza de imágenes, nobleza de conceptos y viril elocución.
Safo, que nace y muere en Mitilene, pasó toda su vida en Lesbos, isla griega cercana a la costa de Asia Menor, con la excepción de un corto exilio en Siracusa (actual Sicilia) en el año 593 a.C., motivada por las luchas aristocráticas en las que probablemente se encontraba comprometida su familia, perteneciente a la oligarquía local. Perteneció a una sociedad llamada thiasos en donde se preparaba a las jóvenes para el matrimonio. Más adelante conforma la llamada «Casa de las servidoras de las Musas». Allí sus discípulas aprendían a recitar poesía, a cantarla, a confeccionar coronas y colgantes de flores, etc. Es contemporánea de Alceo, aunque más joven. En torno a la vida de esta poeta, se forjó la leyenda de su suicidio, que la crítica ha rechazado. En los fragmentos de sus poemas que hoy nos quedan, Safo expresa sus sentimientos amorosos con gran dulzura y vehemencia. Anacreonte de Teos (s. VI-V a.C.), al cual los atenienses erigieron una estatua, pasa su vida bajo la protección de los gobernantes de Samos y Atenas. Anacreonte canta los alegres placeres de la vida, el amor y los festines, las flores y la danza. Las pasiones violentas en Alceo y Safo, se muestran superficiales, amables y festivas en este refinado poeta cortesano, que influyó mucho en toda Europa, durante los siglos XVII y XVIII.
  3.3. Poesía coral: Píndaro
El individualismo de los poetas eolios (Alceo, Safo, Anacreonte), se transforma en sentimiento de comunidad entre los poetas dorios, lo que da lugar a la aparición de la poesía coral. La poesía, qué expresa sentimientos, opiniones y deseos comunes a toda la ciudad, se canta a coro, a plena voz, en medio del pueblo y en lugares públicos, con motivo de festividades religiosas o políticas. Píndaro, considerado como el más importante de los poetas líricos de la antigüedad, nace en Cinocéfalos, en Beocia, en el año 518, y muere en 446. Hijo de noble familia, se educa en Atenas, donde muy pronto inició su obra poética. Autor de una fecundidad extraordinaria, escribió numerosas obras, en las que estaban representados todos los aspectos de la lírica coral. Pero la mayor parte de sus composiciones se han perdido, hecha excepción de sus epinicios y odas a los atletas vencedores en los certámenes gimnásticos. Son en conjunto cuarenta y cuatro poemas, algunos breves y otros más extensos, que en su tiempo alcanzaron gran popularidad por el apasionante tema que trataban, y a lo cual se debe que hayan llegado a nosotros íntegramente. 
Los certámenes gimnásticos se celebraban en Olimpia, Pitia, Nemea e istmo de Corinto. Los juegos píticos tenían lugar cada cinco años; los nemeos e ístmicos, cada tres; y los olímpicos, los más importantes, de cuatro en cuatro En el gimnasio de Olimpia, se esculpía en mármol el nombre de los vencedores. Los deportes eran muy diversos: salto, carreras a pie (con armas o sin ellas), lanzamiento de disco, jabalina (a caballo o a pie), carreras de carros, con cuatro caballos; carreras de caballos. Los que tomaban parte en estos concursos no podían ser esclavos, infames o extranjeros. Se recibía triunfalmente a los vencedores al regresar a su ciudad. En los juegos olímpicos el trofeo no consistía más que en una simple corona de acebuche, pero los espartanos que en ellos vencían pasaban a ocupar un puesto importante en el ejército y a los atenienses se les concedía el honor de poder sentarse entre los magistrados. Los triunfadores se hacían famosos en toda la Hélade. El propósito de convertir las fiestas deportivas en un factor de educación intelectual dio lugar a que muy pronto a las competiciones deportivas se añadiesen exhibiciones artísticas: los pintores y escultores exponían sus obras; los autores dramáticos concurrían con sus tetralogías; dialogaban y debatían los filósofos; comunicaban sus inventos e ingenios los sabios; pronunciaban discursos los retóricos; recitaban sus relatos los historiadores; cantaban los poetas sus composiciones; había conciertos corales y exhibición de danzas. Durante la celebración de las fiestas olímpicas se establecía una tregua en las enemistades y disensiones, a las que tan dadas eran las comarcas y ciudades griegas, logrando con ello una unidad política. «En ellas —decía Isócrates— se olvidan nuestros odios; votos y sacrificios comunes recuerdan nuestra afinidad y estrechan los lazos de amistad.»
Píndaro crea figuras de una soberbia plasticidad, a través de las cuales se siente la palpitación de la vida. Aunque lo haga en tono heroico, su poesía es profundamente humana. En muchos casos, tomando como punto de partida el triunfo de un atleta, se remonta al pasado y canta los fastos helénicos o la estirpe del héroe, con una grandeza épica digna de Homero.
  3.4. Génesis y desarrollo del teatro en Grecia.
Entre las numerosas glorias que posee el pueblo griego, está la de haber sido creador de la poesía dramatica, es decir el teatro. Los poetas griegos cultivaron los dos subgéneros dramáticos fundamentales: la tragedia y la comedia. Se ha dicho de la tragedia griega que «es uno de los milagros del espíritu humano». Existían ya en los poemas homéricos abundantes elementos dramáticos. Muchos de sus pasajes podían transformarse en escenas representables. Asimismo la poesía coral contenía rudimentarios elementos teatrales, pero el nacimiento de la tragedia está ligado a las fiestas religiosas que anualmente se celebraban durante la primavera en honor de Dionisos o Baco, dios de la vida silvestre. Un coro de hombres disfrazados de animales para fundirse más con la Naturaleza, dirigidos por el corifeo, cantaba ditirambos en honor del dios, al mismo tiempo que intervenían la danza y la música. Una gran revolución de esta costumbre se produjo cuando, en las fiestas del año 535 a.C., un personaje llamado Tespis, apareció con su coro de hombres disfrazados de machos cabríos y representó una especie de drama rudimentario. Era todo cantado, y había un solo personaje, el jefe del coro, o corifeo, que dialogaba con el coro. Tespis pasa por ser el padre del teatro. Surge así la tragedia, palabra que procede de tragos, que en griego significa 'canto del macho cabrío'. 
Los anfiteatros griegos en forma de herradura, eran capaces de contener 15.000 espectadores. Se hallaban situados en las laderas de una colina, para que el declive permitiese la construcción de las gradas, frente a un hermoso paisaje o frente al mar. Durante el siglo V, el más brillante de la cultura griega, llamado siglo de Pericles, el teatro adquirió en Grecia un auge extraordinario, hasta el punto de que Platón pudo definir la república ateniense como una «teatrocracia».
   3.5. Asuntos de las tragedias: Esquilo, Sófocles y Eurípides
Los asuntos que desarrollaban las tragedias procedían casi siempre de las antiguas leyendas heroicas, y contadas veces de sucesos contemporáneos. Tenían como personajes a dioses y héroes, y por ello las pasiones e ideales que planteaban eran grandiosos, en mayor proporción que las pasiones e ideales humanos. Tema muy frecuente de los trágicos griegos era la lucha del individuo contra el destino, así como los súbitos cambios de fortuna. En cuanto a la forma, los dramáticos griegos solían componer sus tragedias en grupos de tres (trilogías), complementándose entre sí en un conjunto total en cuanto al tema y a los personajes, aun cuando cada una tuviese valor independiente y pudiese representarse aislada. En algunos casos se les añadía una pequeña obra cómica, formando así una tetralogía. La tragedia alcanza su cumbre por obra de tres geniales artistas: Esquilo, Sófocles y Eurípides. 
Esquilo 
Nace a fines del siglo VI en Eleusis, cerca de Atenas y es el verdadero creador de la tragedia. En su juventud lucha, contra los persas. Se presenta por primera vez a un concurso dramático hacia el año 500 a.C. Reside en Sicilia y Atenas, y vuelve a vivir en Sicilia, donde muere en 456. Esquilo intenta producir efectos espectaculares, terribles, y para ello viose obligado a inventar ingeniosos mecanismos teatrales que dieron un gran avance a las representaciones dramáticas en Grecia. Aumentó en principio a dos el número de personajes y mantuvo el coro; después amplió el número de actores. Siempre llevó a la escena temas trágicos, referentes a la Edad Heroica y a la Mitología. Su trilogía más famosa es la Orestiada, que trata de la venganza de Orestes, hijo de Agamenón, el héroe de la guerra de Troya, que, al volver a su reino fue asesinado por su esposa Clitemnestra y por Egisto, que se había casado con ella en ausencia de Agamenón. Otra grandiosa tragedia de Esquilo es Prometeo encadenado, que debió formar trilogía con Prometeo libertado y Prometeo portador del fuego, obras de las que no quedan más que noticias y fragmentos. De Esquilo, que había escrito ochenta tragedias, sólo han llegado a nosotros siete obras. Además de la Orestiada (compuesta de Agamenón, Coéforas y Euménides) y de Prometeo encadenado, Las Suplicantes, Los siete contra Tebas y Los Persas, interesante por ser la única tragedia griega que toma como asunto un hecho contemporáneo, la guerra contra los persas, contra los que él mismo combatió en Maratón. Los personajes de Esquilo son grandiosos e ideales; su estilo, vigoroso; sus tragedias elevan el ánimo a un mundo superior. 
Sófocles 
Su vida transcurre entre los años 496-406 a.C. Nace en Colono, aldea próxima a Atenas, y muere en esta ciudad. Como escritor, puede ser considerado continuador de Esquilo. Treinta años más joven que él, le vence en el concurs del año 468, conservando la primacía teatral en Grecia hasta su vejez. Trató temas semejantes a su antecesor, y mantuvo como nota constante en sus obras las relaciones entre el hombre y los dioses, lo cual da un sentido religioso a su teatro. Aunque compuso trilogías aisladas, hasta cien, pero tan sólo han llegado a nosotros siete de ellas. Aumentó el número de actores a tres, y limita la intervención del coro. Sus obras más importantes son Antígona, Electra, Ayax, Edipo rey y Edipo en Colono. Los argumentos de sus tragedias, que tratan de conmover al auditorio hasta el límite, están tratados con una maestría extraordinaria, y, de igual modo, sus personajes aparecen caracterizados con una minuciosidad psicológica nueva y admirable para su tiempo. En Edipo, la trágica figura del rey aparece escenificada con tal delicadeza, que ella sola bastaría para considerar a Sófocles entre los grandes poetas de todas las edades. 
Electra tiene por asunto la leyenda de Orestes, que mata a su padre, tema ya tratado por Esquilo en Las coéforas y que será renovado por Eurípides y siglos después por varios dramaturgos. Es una creación inmortal, cuya protagonista representa la obsesión de la venganza. 
Los personajes de Sófocles, especialmente los femeninos (Antígona, Electra), son siempre admirables. Si no.tan elevados de ideales, son más naturales y humanos que los de Esquilo. 
Eurípides 
El último gran trágico es Eurípides, que nace en Salamina, en 480 a.C., según se cree en el mismo día en que se celebra la famosa batalla de este nombre, y muere en Macedonia en el año 406 a.C. Se educa en Atenas, en el ambiente refinado, cultural y artístico del siglo de Pericles, lo que le dará una formación escéptica, reflejada en su interpretación realista de la vida. Quince años más joven que Sófocles, pudiera creerse muy posterior a él, teniendo en cuenta el espíritu que informa su arte. Si las tragedias de Esquilo y Sófocles enfrentan siempre los dioses y los hombres en un contraste dramático, las de Eurípides sólo se ocupan de problemas humanos. Consideraba a los dioses como poderes ciegos y destructores, y, a veces, ficciones engañosas. «Yo he pintado a los hombres —decía Sófocles— como deberían ser, Eurípides como son». De ahí que, fijándose sólo en los hombres, haya penetrado más hondo que sus predecesores en el alma y en los caracteres. Los antiguos le atribuyeron noventa y dos dramas, pero sólo se conservan diecisiete. De ellos, los más importantes son Alcestes, Hipólito, Medea, Electra (sobre el mismo asunto ya tratado por Esquilo y Sófocles), Las Fenicias, Orestes, Las Bacantes o el grupo que se refiere a la leyenda troyana: Hécuba, Andrómaca, Ifigenia en Aulide e Ifigenia en Tauride. Se conserva, asimismo, un drama satírico: El Cíclope. He aquí el tema de Medea, representada en 431 a.C.; es una de las más grandiosas creaciones de Eurípides, imitada, y no superada nunca, por insignes autores dramáticos posteriores: 
Medea, hechicera de Tesalia, esposa de Jasón, acompaña a éste en su periplo a la Cólquida para conquistar el vellocino de oro, pero al regresar a Corinto, llevado por su ambición, Jasón repudia a Medea para casarse con la hija del rey Creonte (distinto del personaje de Sófocles). Medea, presa de los celos, medita una horrible venganza, no en su esposo, sino en los seres que le son más queridos. Envía como regalo nupcial a la nueva esposa un velo de finísimo tejido y una corona de oro, que poseen virtudes mágicas. Al colocárselos la desposada, se incendian y muere abrasada, después de atroces tormentos, lo mismo que su padre, que acude a salvarla. Medea, aun no satisfecho su odio a Jasón, sacrificando su amor maternal a los celos y a la venganza, degüella a sus propios hijos, y cuando Jasón conoce la nueva catástrofe y quiere ver y tocar sus cadáveres, Medea, por su arte de magia, desaparece en los aires sobre un carro de alados dragones, llevándose consigo los cuerpos de sus hijos. 
Los violentos sentimientos del odio y la venganza, provocados por los celos, alcanzan en esta obra una dimensión trágica insuperable.
   3.6. La comedia griega: Aristófanes, el primer autor conocido
Caída de su primitiva grandeza la creación trágica, pronto ganó el favor de los espectadores un nuevo género dramático, alegre y popular: la comedia. La palabra comedia significaba en su origen «canto de fiesta» o «canto de aldea». Como la tragedia, toma también su origen en el culto de Dionisos, pero mientras ésta procedía de los ditirambos graves y serios que en honor del dios se celebraban en las ciudades, la comedia derivaba de las procesiones (komos) que tenían lugar en el campo durante la vendimia, y en las cuales las gentes se abandonaban a una alegría desenfrenada y orgiástica. 
En sus comienzos, viene a ser una burla grotesca de la tragedia, de la que conserva muchos elementos. Como ella, era en parte recitada y en parte cantada con acompañamiento musical. El director del coro pronuncia un breve discurso en que trata de los temas que van a ser satirizados. La acción, muy rápida y varia, llena de travesuras, peleas y vapuleos, solía dividirse en dos partes, de proporciones semejantes. 
Aristófanes, primer autor de comedias
La comedia alcanzó en Grecia un desarrollo increíble. En su evolución pueden distinguirse tres fases, llamadas comedia antigua, medía y nueva. El más afortunado de los comediógrafos por ser el.único de quien se conserva gran parte de sus obras, es Aristófanes (445-388 a.C.) Pero él es, también, quien lleva a su máxima perfección, la comedia antigua. Comienza usando el seudónimo de Calístratos, que pronto sustituyó por su propio nombre. Fruto de su continua labor son cuarenta y cuatro comedias de las que se conservan once. Entre las mas famosas figuran Los caballeros, Las nubes, Las avispas, Las aves, Lisístrata, Las ranas y La asamblea de las mujeres. De gustos aristocráticos y conservadores, Aristófanes lleva a escena las cuestiones políticas, sociales, religiosas o artísticas que se debatían en la Atenas de su tiempo, censurando con acrimonia, con humor satírico inagotable, toda innovación que consideraba demagógica o perniciosa. 
En Las nubes satiriza la tendencia sofística a que se inclinaba la filosofía de su tiempo, tendencia que representó inexplicablemente en la figura de Sócrates, confundiéndole con los sofistas que él combatía. Se le inculpó a Aristófanes el haber contribuido con su comedia a la condena del gran filósofo, pero no existe fundamento para ello, ya que la condena tuvo lugar veintidós años después de haber estrenado su comedia.
Comedia media 
Con la muerte de Aristófanes, las representaciones cómicas cambian de carácter, y se inicia su decadencia. Hacia el año 404, al final de la guerra del Peloponeso, se prohíbe llevar a escena, con su propio nombre y figura, a los gobernantes y ciudadanos significados, con lo cual la comedia abandonó los temas políticos y las caricaturas personales. A esta etapa se le denomina comedia media
A pesar de ello fueron numerosísimos los autores que escribieron comedias, pero la cantidad no correspondía a la calidad, de escaso valor. Solían ser comedias de costumbres, de variado carácter, ya fuese moral, mitológico o alegórico. La comedia nueva se desarrolla en el llamado período helenístico de la literatura griega (vid. Épocas Helenística y Greco-latina).
4. La filosofía griega
    4.1. Iniciación de la Filosofía en Grecia 
El genio del pueblo griego, que había cultivado con la mayor perfección todos los géneros literarios, alcanza asimismo una excepcional altura en los estudios filosóficos. Si en un principio las informes doctrinas filosóficas de la India y Egipto pudieron ejercer cierta influencia sobre él, muy pronto el pensamiento griego, con su inquietud y afán de originalidad, toma un sesgo peculiar. 
En su origen, la filosofía griega es un extraño conglomerado de los más varios elementos. En ella se combinan la teogonía y la religión; la cosmogonía, las ciencias matemáticas, físicas o químicas, la política, la medicina, la poesía y la moral. Abarca, pues, las más diversas formas de la sabiduría, predominando los estudios sobre la naturaleza.
  4.2. Los sietes sabios 
Se inicia la filosofía griega con una modalidad característica dirigida a la formación moral del hombre, a la dirección de su conducta por medio de máximas y aforismos, fáciles de retener en la memoria. Son famosas las sentencias atribuidas a los llamados siete sabios de Grecia: Solón, Bías, Pítaco, Cleóbulo, Quilón, Tales y Periandro. Transcurre su vida a finales del siglo VI a.C. 
Las máximas que se les atribuyen a estos sabios, y que fueron grabadas en el templo de Delfos, son las siguientes: 
Solón: Conócete a ti mismo
Quillón: Ve el fin de una larga vida
Bías: Los más son malos
Pítaco: Conoce la oportunidad
Cleóbulo: No hay nada mejor que la moderación
Tales: Promete, cuando el peligro es eminente
Periandro: A la habilidad todo es posible
  4.3. Los sofistas 
La cultura de Atenas atrajo no sólo a los grandes filósofos, que rivalizaban desinteresadamente por hallar la verdad, sino que dio lugar también a que en torno a ellos apareciesen numerosos divulgadores y gentes de ingenio, a los que se llamó sofistas. Si en un principio fueron acogidos con entusiasmo, el hecho de que abriesen escuelas para enseñar a discutir y razonar y de que cobrasen estipendio por ello, de que llevasen a una extremada sutileza el arte de discurrir (dando a la vez razonamientos en pro y en contra, falseando la verdad y la moral), de que ofreciesen una apariencia de saber, más que una auténtica sabiduría, hizo que muy pronto se les considerase como perturbadores charlatanes, que trataban de cuestiones para las que no tenían la preparación necesaria. Sócrates, Platón, Aristóteles y Aristófanes en el teatro, les atacan rudamente. 
Sin embargo, hoy se reconoce que los sofistas lograron en su tiempo generalizar las cuestiones filosóficas a un círculo más amplio, y que el método sofístico contribuyó grandemente al desarrollo de la dialéctica y la lógica, de la oratoria y la polémica.
  4.4. Sócrates, Platón y Aristóteles 
Contra los sofistas, aunque utilizando un método dialéctico semejante, que en un principio dio lugar a que se le creyese un sofista más, reacciona Sócrates (470-399 a.C.), que nació, vivió y murió en Atenas, por ejemplo, en la batalla de Delión, en la que puso a salvo a Jenofonte, que cayó herido. 
Sócrates 
En su ancianidad, por injustas delaciones que le acusaban de impío y corruptor de la juventud, fue condenado a tomar cicuta. Sócrates, después de estudiar con Arquelaos y de conocer las artes liberales, comenzó a practicar la filosofía de un modo popular, dejando de lado las abstrusas especulaciones y las arbitrarias teorías de los sofistas, por lo que se dijo que había hecho bajar a la filosofía desde el cielo a la ciudad. Tampoco dejó obra escrita, por lo cual tan sólo conocemos su doctrina a través de las obras de sus discípulos, fundamentalmente Platón, que transcribe fielmente en sus Diálogos las ideas del maestro. Restableciendo la lógica sobre una base firme, desenvolviendo las ideas con una precisión admirable, comprendiendo la vanidad de la ciencia y sus límites, alcanza las mayores alturas que nunca logró entendimiento humano. Si hasta él había predominado la física en los estudios filosóficos, Sócrates se consagra al cultivo de una moral pura, basada en la unidad de un ser supremo. 
La influencia de Sócrates en el pensamiento universal es grandiosa. Aristóteles (Metafísica, XIII, 4), le atribuye el mérito de dos cosas: la prueba por inducción y la determinación general de las ideas, por lo cual puede considerarse como el creador de un método científico en general.
Platón 
Nace y muere en Atenas (429-347 a.C.) Descendiente de noble familia es educado en las artes liberales, y se consagra desde muy pronto a la filosofía. A los veinte años conoce a Sócrates, junto al que permaneció como fiel discípulo, hasta la muerte del maestro que ocurrió ocho años después, en 399 a.C. Decepcionado por la política democrática que se implantó en Atenas, viajo por Egipto y la Magna Grecia, donde intentó influir en la política del tirano Dionisio de Siracusa. Deportado por él, regresa a Atenas en 387 a.C., donde funda la Academia, llamada así por hallarse situada cerca del monumento al héroe Akademus. Durante veinte años enseña las disciplinas filosóficas, hasta que en 367 a.C. vuelve de nuevo a Siracusa, llevado de la ilusión política de crear un Estado ideal influyendo sobre el tirano Dion, propósito que también se malogra, y Platón se reintegra a Atenas, donde nuevamente profesa la filosofía hasta su muerte. En los escritos de Platón se percibe la influencia de las teorías de Sócrates, pero Platón las coordina y amplifica con una aportación genial, logrando así una síntesis personalísima, original, de expresión impecable, de maravillosa poesía, que le convierten no sólo en uno de los más grandes pensadores universales, sino también en uno de los más perfectos estilistas griegos. 
Se han dividido sus obras, escritas en forma de diálogo, y a las que suele dar título el nombre de alguno de sus interlocutores, en varios grupos, teniendo en cuenta la época en que fueron compuestas:
a) Diálogos de juventud: Apología de Sócrates, Critón, Eutifrón, Hippias.
b) Diálogos de madurez: Gorgias, Protágoras, Cratilo, el Banquete, Fedro, Parménides, Teetetes, Fedón, la República.
c) Diálogos de vejez: Sofista, Político, Timeo, Cntias y Las leyes
Platón es el creador de la Estética o ciencia de lo bello. A él se debe la opinión de que el arte es imitación de la Naturaleza. Y estando ésta presidida por la idea de Bien, sólo son estimables, según él, las obras artísticas de finalidad moral. 
Aristóteles 
El pensador mas agudo y profundo, la mente más amplia y más nutrida de ciencia de la filosofía griega es, sin duda, Aristóteles que nace en Estagira (Macedonia) el año 384 a.C. y muere en Calcis el año 322 a.C. Hijo de Nicómano, médico de Amintas, rey de Macedonia, es enviado por su padre a estudiar en Atenas, donde a los diecisiete años comienza a asistir a la Academia, en la que permaneció veinte años, hasta la muerte de Platón. En 347 a.C. Filipo le llama a Macedonia para dirigir la educación de Alejandro, magisterio que se interrumpió con la muerte de Filipo y la subida al trono de Alejandro. Vuelve Aristóteles a Atenas en 335 a.C. y se independiza de la Academia, fundando el Liceo, por cuyos jardines enseña a sus discípulos paseando. (De ahí que se les llame peripatéticos, «paseadores», a los que componían la escuela.) En Atenas reside hasta después de la muerte de Alejandro (323 a.C.); acusado de impiedad por sus adversarios, se retiró a Calcis de Eubea, donde muere a los 62 años. 
Es autor de las siguientes obras:
a) Tratados de lógica: Organon.
b) Tratados de física: Física, Sobre el cielo.
c) Tratados de historia natural: Historia de los animales, Sobre las partes de los animales.
d) Tratados de psicología: Del alma.
e) Tratados de ética: Ética a Nicómaco, Ética a Eudemo.
f) Tratados de metafísica: Tratado de primera filosofía o Metafísica.
g) Tratados de política: Política, La Constitución de Atenas.
h) Tratados de estética: Retórica, Poética
Aristóteles ofrece en sus obras «una teoría de la tragedia, de la comedia, de la música y de la retórica y gramática como arte de la palabra bella... De los diversos conceptos estéticos de Aristóteles, citamos aquí sólo el de que la unidad en la variedad agrada, y el de que el arte debe ser también imitación. Conoce, como Platón, el valor de la fantasía para el artista, pero no logra rela-cionarla convenientemente con la actividad imitadora» (Meumann). 
En sus obras, Aristóteles resume todo el saber de las diversas generaciones anteriores, toda la ciencia de los sabios helénicos que le precedieron, y a su vez afirma los cimientos de toda la ciencia posterior no sólo por lo que se refiere a la filosofía propiamente dicha, sino a las matemáticas, física, historia natural, anatomía, fisiología, ética, metafísica, política y estética. 
5. La Fábula, la Historia y la Oratoria en Grecia
    5.1. Esopo y la fábula griega   
Si la filosofía griega pudo tener sus lejanos orígenes en la filosofía de la India, también la fábula, un género literario menor de carácter popular y moralizante, pero muy expresivo dentro del marco de la literatura griega, procede asimismo del apólogo oriental. Los orígenes de este género en Grecia son muy remotos; pero logra su forma definitiva como composición en prosa por obra de Esopo, que se supone fue un esclavo frigio que vivió a mediados del siglo VI a.C., quien con un ingenio agudo y cáustico, con un estilo breve y sencillo, logra en cada una de sus fábulas una pequeña obra maestra llena de intención y de saber popular.
  5.2. Historia (periegetas y logógrafos): Heródoto, Tucídides y Jenofonte
La aparición en Grecia de la historia como género literario es tardía. Sus primeras manifestaciones suelen fecharse a finales del siglo VII. Surge entre los jonios, creadores también de la epopeya. Navegantes infatigables, llenos de espíritu aventurero, hábiles comerciantes, los jonios recorrieron y exploraron todas las riberas del Mediterráneo y del Mar Negro, conocieron tierras nuevas, vivieron en contacto con variados pueblos. Como natural consecuencia de ello, narraban más tarde cuanto habían visto y conocido y describían las costumbres y particularidades de los países que les eran extraños. A estas narraciones de viajes las denominaban periplos, y periegetas a los viajeros que las redactaban. 
Por otra parte, el afán de dar a conocer a los demás y de legar a la posteridad los propios hechos heroicos, dio lugar a que los logógrafos o anotadores y comentadores de los acontecimientos, comenzasen a redactarlos en anales. En un comienzo, estos relatos históricos se resienten de una intensa influencia de la epopeya, que les presta su carácter mitológico y legendario, pero al servirse de las noticias adquiridas directamente, de las exploraciones y hallazgos arqueológicos, los logógrafos comienzan a narrar los hechos con la sobriedad y objetividad necesarias. El más famoso de todos es Hecateo de Mileto, que compuso una obra geográfica e histórica titulada Viaje por el Mundo, en dos libros, uno dedicado a Asia y otro a Europa, en la que refleja cuanto ha visto en sus largos viajes. 
Heródoto 
Con todo, el primero de los historiadores que dio al género categoría de arte literario es Heródoto, el cual mereció, en justicia, ser llamado por Cicerón «padre de la Historia». Nace hacia 480 a.C. en Halicarnaso, colonia dórica de la costa de Asia Menor, y muere en Sicilia el año 425 a.C. Infatigable viajero, en su deseo de reunir datos y noticias para su obra histórica, recorre Egipto, Siria, Persia, Babilonia, Susa, la Magna Grecia, y no contento con esto, interroga a viajeros y navegantes y utiliza todas las noticias de los logógrafos que le precedieron. Fruto de sus largos viajes, en los que anotaba cuanto veía y oía, y de la más variada información, es su Historia. El tema predominante de su labor histórica es la guerra de los griegos contra los persas, que Grecia consideraba como bárbaros. Su crítica de los hechos es todavía ingenua, pero le mueve un afán de decir la verdad, y así distingue lo que vio con sus propios ojos —que relata con veracidad— de aquello que le han contado, en lo que abunda ya la fantasía. La Historia de Heródoto muestra un influjo evidente de Homero. 
El gran historiador se propuso componer una epopeya en prosa, realizar una obra de arte, que instruyese y deleitase al mismo tiempo. Como los autores trágicos, los poetas, los retóricos y los filósofos, también los historiadores intervenían en los Juegos Olímpicos, y así Heródoto es premiado por la recitación de algunos pasajes de su Historia en los celebrados el año 444 a.C. Oyéndole entonces, un joven ateniense, Tucídides, siente nacer su vocación de historiador. La perfecta composición y distribución de su Historia, dio lugar a que, siglos más tarde, los gramáticos alejandrinos, la dividiesen en nueve libros, a cada uno de los cuales, a título de honor, pusieron el nombre de cada una de las nueve Musas. 
Tucídides 
Nace en Atenas el año 460 a.C. y muere, probablemente en Tracia, en 395 a.C. De familia noble y rica —sus padres descendían de príncipes tracios—, recibe una educación esmerada. Interviene en la política, y durante la guerra del Peloponeso es nombrado estratega. Al mando de una pequeña flota acude en ayuda de la ciudad de Antípolis (424 a.C.), y a causa de no haber llegado a tiempo para evitar su caída, es desterrado a Tracia, donde permanece veinte años. Desde los comienzos de la guerra, en 431 a.C., Tucídides se había dedicado a reunir documentos para su Historia de la guerra del Peloponeso, que redacta en sus años de destierro y que dejo sin terminar. Testigo presencial de los sucesos que narra, sigue los hechos año por año, semestre por semestre, con precisión en los detalles y observaciones agudísimas, haciendo uso de documentos, evitando toda digresión, como no sea para corregir un error o esclarecer cualquier punto. Intercala, en cambio, discursos o arengas, que pone en boca de sus personajes. 
A pesar de ser contemporáneos, en la relación de maestro a discípulo, Heródoto y Tucídides son muy diferentes. Heródoto se proponía contar los hechos con arte, agradar, divertir al oyente o al lector. Tucídides, en cambio, desdeña los adornos literarios, separando la historia de la poesía, eliminando todo lo inverosímil o legendario. Si los relatos de Heródoto se leen con el agrado y el interés de una narración novelesca, Tucídides, con sus imparciales juicios, su precisión en las observaciones, su gravedad filosófica, deja una indeleble impresión de rigor en el espíritu del lector. 
Jenofonte 
El tercero de los historiadores griegos es Jenofonte (427-355 a.C.) A los treinta años forma parte de la expedición de trece mil griegos que acude en ayuda de Ciro el Joven contra Artajerjes II Mnemón. Derrotado Ciro en la batalla de Cunaxa, los griegos, privados a traición de sus generales, se encontraron aislados y amenazados por todas partes en medio del inmenso imperio persa. Jenofonte, improvisado jefe, se pone al frente de sus huestes, y atravesando el Tigris, llanuras inhóspitas y nevadas montañas, luchando y defendiéndose durante cinco meses; desde Babilonia hasta Grecia, logra salvar los restos del derrotado ejército, en una memorable retirada (la «retirada de los diez mil»), que se consideró como modelo de táctica militar. Jenofonte narrara estos hechos en su Anábasis, ofreciendo el primer ejemplo de memorias militares, en las cuales el autor refiere los acontecimientos en que tomó parte principal, como siglos después haría César. Jenofonte habla de sí mismo en tercera persona, y con modestia, sencillez y naturalidad cuenta la heroica hazaña, logrando escribir uno de los más hermosos libros de la literatura griega. Jenofonte es también autor de obras no históricas. Así, la Ciropedia o Educación de Ciro (Ciro el Grande, rey de Persia en el siglo VI a.C.), obra de finalidad política y pedagógica. Discípulo de Sócrates, que le había salvado de caer herido en la batalla de Delión, continúa siendo fiel a la memoria de su maestro, al igual que Platón, y a lo largo de los años escribe las Memorables, elogiosos recuerdos del gran filósofo, y la Apología de Sócrates, en la que defiende su inocencia. 
Jenofonte, como historiador, es inferior a sus predecesores; tampoco es un pensador profundo y original, pero sabe tratar los más diversos asuntos con claridad y orden, con lucidez de pensamiento, con probidad y sencillez, lo que hace de él uno de los más atractivos escritores de su tiempo.
  5.3. Importancia de la oratoria en Grecia: Isócrates, Demóstenes y Esquines
El temperamento expansivo, locuaz, imaginativo de los griegos; sus formas populares de gobierno; las mismas costumbres sociales, dan lugar a que el arte de hablar en público y de persuadir, lograse una importancia excepcional en Grecia. 
Los más ilustres gobernantes y guerreros debían, en gran parte, sus triunfos entre el pueblo o sobre sus ejércitos, a las dotes que poseían como oradores, y al mismo tiempo, la elocuencia servía de contrapeso a la política, corrigiendo sus excesos. Teniendo en cuenta las características de los diversos dialectos hablados en !a Hélade. los antiguos dividieron el estilo literario en cuatro clases: Estilo lacónico, sobrio, tajante, árido, conciso, con el que se expresaban los naturales de Laconia, o sea los espartanos; estilo ático, el de los atenienses, ingenioso, sutil colorista; estilo rodio, hablado en la isla de Rodas, brillante, elocuente; y estilo asiático, el de las ciudades griegas del Asia Menor, recargado y ampuloso. 
Isócrates 
Entre los máximos oradores griegos se halla Isócrates (436-338 a.C.), que vivió casi un siglo. Fue discípulo de Sócrates, cuya ética influye en toda su obra.
Carecía de las cualidades precisas para presentarse en público, por lo cual componía sus discursos en su estudio, que luego difundía por Grecia, para combatir o defender la política de su época o para que sirvieran como modelos de oratoria. Por su estilo, amplio, solemne, le llamó Cicerón «padre de la elocuencia». 
Como político, tuvo el acierto de alentar a Filipo, el año 346 a.C., para que al frente de los griegos derrocara el poder de Persia, eterna enemiga de la Hélade. 
Demóstenes 
Fue el más brillante orador de la antigüedad y una eminente figura en la política de Atenas (384-322 a.C.). Proveniente de una familia rica y poderosa, perdió a su padre a los siete años y sus tutores Áfobo, Demofonte y Terípides abusaron de su patrimonio, por lo que, al acercarse a la mayoría de edad, hubo de emprender largos procesos judiciales para conservar algo de su fortuna.
Demóstenes consagra toda su vida a oponerse a las ambiciones de Filipo, con lo que creía defender la libertad de Grecia. A ello dedicó todo el ímpetu de su elocuencia y sacrificó su propia vida. Sus discursos contra Filipo y Alejandro forman las Filípicas, entre las que se hallan las piezas más expresivas de su oratoria. Es famoso también su discurso Por la corona, en el que defiende su actuación política. En efecto, habiéndosele encargado la restauración de los muros de Atenas. Demóstenes dio un magnifico donativo para esta obra, por lo cual Ctesifonte propuso que se le concediese una corona de oro. Se opuso a ello Esquines, su rival, lo que dio lugar a que Demóstenes se defendiese a sí mismo. Demóstenes, según parece, logró sus magníficas dotes de orador con gran esfuerzo. No poseyendo las cualidades innatas del orador —la pronunciación, el gesto, la voz—, logró adquirirlas mediante una larga y asidua practica. Fue silbado las primeras veces que habló en público, pero se empeñó en vencer sus defectos. Aunque preparaba cuidadosamente sus discursos en el silencio de su estudio, y luego los declamaba ante un espejo, para ejercitarse en la acción, su oratoria pudiera creerse una vehemente improvisación; tal era su natural espontaneidad. Su estilo, lleno de vigor e ímpetu, sin nada superfluo, tan pronto se derrama en largos y armoniosos períodos, como es rápido e incisivo; a la ironía suceden los pasajes patéticos; las razones morales alternan con el pensamiento político. 
Esquines 
Nace en Atenas hacia el año 390 a.C. y muere en Rodas el 314 a.C. De modesto nacimiento, pronto alcanza destacado puesto en la vida política de Atenas, gracias a sus aptitudes retóricas. Enviado, con Demóstenes y otros más, en embajada al rey de Macedonia, Esquines se deja ganar, según decían sus adversarios, por el oro y los halagos de Filipo, figurando desde entonces al frente del partido macedónico de Atenas, y por lo tanto enemigo de Demóstenes, defensor de la independencia de Atenas. 
Partían los dos ilustres oradores de dos posiciones muy diferentes. Frente a la concepción de la ciudad-estado (es decir, la polis, un Estado que no rebasara la amplitud de Atenas, por ejemplo), expuesta por Aristóteles, y sostenida patrióticamente por Demóstenes, Esquines —como antes que él lo había hecho Isócrates—, propugna el engrandecimiento de Grecia mediante su fusión con Macedonia, imaginando como resultado de esta unión un poderoso imperio panhelénico capaz de vencer a los persas, que defendiese a Occidente contra Oriente. La fulgurante expedición al Asia llevada a cabo por Alejandro Magno le da la razón, aunque sus frutos se malogran por la muerte prematura del héroe macedónico. 
Poseía Esquines las condiciones naturales de orador que con tanto trabajo adquirió Demóstenes: voz sonora, notable ademán, seguridad en sí mismo, palabra oportuna y facilidad de improvisación. De sus discursos, en su mayor parte contra Demóstenes, del que fue temible competidor, se recuerdan Contra Timarco, De la falsa embajada y Contra Ctesifonte. El último, en el que ataca la concesión de una corona de oro a su rival, dio lugar a que fuese condenado por calumniador; desterrado en Rodas, fundó una famosa escuela de retórica. 

BIBLIOGRAFÍA
DICCIONARIOS, MANUALES Y OBRAS GENERALES 

- DOMÍNGUEZ MONEDERO, A. (et al.) Historia del mundo clásico a través de sus textos I. Grecia. Madrid, 1999.
- EASTERLING, P.E.; KNOX, B.M.W. Historia de la literatura clásica (2 vols.), Oxford, Madrid, 1990.
- GARCÍA GUAL, C; GUZMÁN, A. Antología de la literatura griega. Alianza, Madrid, 2000
- LÓPEZ TRUJILLO, Fernando. Breve historia de la mitología griega. Ediciones Nowtilus, S.L., Madrid, 2008.
- MINGUEZ, D. Breve historia de la antigua Grecia. Ediciones Nowtilus, S.L., Madrid, 2010.
- VERA ARANDA, Ángel Luis. Breve historia de las ciudades del mundo antiguo. Ediciones Nowtilus, S.L., Madrid, 2010.
- VERA ARANDA, A.L. Breve historia de las ciudades del mundo clásico. Ediciones Nowtilus, S.L., Madrid, 2010.