LITERATURA DE MESOPOTAMIA

 
INTRODUCCIÓN
En ocasiones, la Historia ha clasificado a los distintos pueblos asiáticos en un único grupo debido a las características comunes entre ellos, especialmente en cuanto a la creación literaria. Pero a pesar de su valor histórico y documental, las literaturas de los países asiáticos —que alcanzan una antigüedad muy remota y, en la mayor parte de los casos, se transmitieron por tradición oral (y no fue hasta después de siglos que las literaturas asiáticas quedaron fijadas por escrito)— enlazan con las literaturas clásicas (caso de la India, a través de Grecia) y las occidentales. Siguen a las literaturas del Antiguo oriente (Anatolia, Mesopotamia, Egipto...), las de Asia oriental/Pacífico (China, Japón, Mongolia, Corea...) y las del sur de Asia (India), otras más próximas a nosotros en el tiempo y en el espacio: la persa, la hebrea y la árabe, que tienen a Asia occidental (Arabia Saudita, Irán, Irak, Israel, Jordania, Palestina, Siria, Turquía...) por centros de expansión. 
Cuadro sinóptico de las principales Literaturas asiáticas de mayor antigüedad, por orden de aparición:
Literaturas Asiáticas
  Literatura Mesopotámica (s. XXVII a.C.)
  Literatura Persa (s. XXVI a.C.)
  Literatura Egipcia (s. XXV a.C.)
  Literatura China (s. XXIV a.C.)
 Literatura Japonesa (s. V-VIII)
  Literatura India (s. XV a.C.)
  Literatura Hebrea (s. XI a.C.)
  Literatura Árabe (s. XI a.C.)
Ninguna manifestación literaria queda más materialmente condicionada en su estudio que la Literatura Asiática de la que ahora nos ocupamos, puesto que sus manifestaciones dependen directamente de la materialidad que las condicionó. Y el condicionamiento primero que no por evidente es menos necesario reseñar es el de la escritura, puesto que ésta no siempre existió ni apareció para todas las civilizaciones bajo la forma que hoy la conocemos. No siempre el papel fue la base sobre la que escribir, dado que no todas las sociedades lo conocían, adaptándose a otra serie de materiales que ofrece la Naturaleza. Las distintas civilizaciones debieron ir recurriendo en la Antigüedad a otros materiales como la piedra, el papiro, el barro o arcilla, la piel, la madera... Bases, por tanto, sobre las que escribir, que han llegado a nosotros en peor o mejor estado de conservación y que, de cualquier forma, imponían una disposición diversa para su consulta posterior: el rollo, la tabla, el prisma, el cilindro hueco… son formas de presentación de unos textos que se consideraban importantes y a los que se prestó decisiva atención en las primeras bibliotecas, aparecidas para su servicio. Nos encontramos así con que gran parte de las manifestaciones literarias de esta época van a estar orientadas a la consecución de un orden social establecido en forma de normas, derechos y deberes; sin embargo, encontramos que pueblos poderosos y ya sedentarios no sintieron tal necesidad, y ello a pesar de conocer la literatura escrita de otros pueblos. Literariamente, el surgimiento de una escritura la llevó a su desarrollo y perfeccionamiento por medio de instituciones y clases sociales adecuadas, y decisiva entre ellas fue la clase sacerdotal y el templo que rige: indudablemente, la literatura religiosa, limitada en un principio a recoger las tradiciones orales, se va acrecentando con nuevas aportaciones intelectuales —especialmente conforme se les va encargando de la enseñanza y conservación cultural—, y deriva paulatinamente a un conocimiento de todas las parcelas útiles para la vida social (agricultura, medicina, astronomía…). Estamos, por tanto, ante las primeras literaturas que el hombre produce y que a nosotros, de una manera u otra, nos han llegado: con el progresivo grado de civilización, tal acervo cultural dará lugar —para pueblos que aún pueden considerarse primitivos, y que luchan por imponerse en su marco geográfico— a las literaturas clásicas, y no sólo en Occidente, sino también, y mucho antes, en Oriente: es el punto de partida para toda una Historia de la Literatura.
PRIMERAS MANIFESTACIONES LITERARIAS
Una historia no sólo es un montón de signos, letras, ideogramas o narraciones ilustradas preservados en papel. Antes de la invención de los primeros papeles, los escribas de Mesopotamia y el Medio Oriente emplearon otros medios más perdurables para preservar leyendas, códigos y liturgias de sus culturas, las que hoy conocemos como las más antiguas del mundo —sumeria, acadia y egipcia—. El estudio de estas literaturas se basa en las más antiguas producciones de la Literatura Universal: desde las arcaicas inscripciones funerarias de las pirámides egipcias hasta los más refinados textos del helenismo y clasicismo grecorromano; desde las manifestaciones de más profundo pensamiento indio a las primeras exposiciones de la doctrina y la filosofía cristiana. Todo ello pasa por la utilización de una lengua deliberadamente artística, mediante la cual los primeros autores de la humanidad comenzaron a interpretar la realidad circundante. Nos encontramos, en unos casos, ante tímidos tanteos de una literatura balbuciente; en otros, ante las primeras obras maestras de la Literatura Universal, que se ganaron inmediatamente el apelativo de «clásicas». La siguiente lista muestra algunos de los primeros vestigios literarios en arcilla, piel, papiro y otros soportes: 
Instrucciones de Shuruppak (ca. 2600 a.C.) Texto sumerio de escritor desconocido, atribuido a Šuruppak, hijo de Ubara-tutu (un reyezuelo de Babilonia), que pretende trasmitir sabiduría, inculcar la virtud y las normas de la comunidad. Algunos historiadores los consideran un antecedente de los Diez Mandamientos y del libro bíblico de los Provebios. 
Himnos del templo de Kosh (ca. 2600 a.C.) También llamado Liturgia de Nintud, diosa de la creación, es una leyenda sumeria de autor desconocido, conservada en tablillas de arcilla (sin registro gráfico).  
Leyenda de Etana (ca. 2600 a.C.) Narra la historia del rey sumerio Kish, cómo tuvo un hijo con la ayuda de un águila, y lo que sucedió después. Texto de autor desconocido. 
Código de Urukagina (ca. 2400 a.C.) Se considera el primer código jurídico de la historia del hombre; su propósito era combatir la corrupción en la ciudad sumeria de Lagash, e imponer leyes que contemplaban los derechos y deberes humanos de la época en dicho territorio.  
Piedra de Palermo (ca. 2400 a.C.) Se trata de un fragmento de una estela de basalto que registra los reinados que siguieron a la unificación del Alto Egipto y el Bajo Egipto.  
Máximas de Ptahhotep (ca. 2350 a.C.) Ptahhotep era un visir egipcio bajo el mando del faraón Issei, que este texto da consejos a su hijo sobre las relaciones humanas.  
Himnos de Enheduanna (ca. 2270 a.C.) El más antiguo ejemplo de la presencia de la mujer en la literatura: Enheduanna era una sacerdotisa de la ciudad sumeria de Ur.  
Epopeya de Gilgamesh (ca. 2200 a.C.) Es un poema épico que narra la vida de Gilgamesh, rey de la ciudad sumeria de Uruk, y su amistad con Enkidu.  
Maldición de Agade (ca. 2100 a.C.) Narra la caída del imperio acadio, debida a la maldición del rey Agade.
Por circunstancias religiosas e históricas, estas literaturas proyectan sobre la cultura europea un poderoso influjo. Sus caracteres son: sustancia filosófica y religiosa, predominio de la imaginación y la fantasía e influencia marcada sobre las literaturas occidentales tanto antiguas (clásicas) como modernas (germánicas y románicas). La Historia de la cultura universal se desenvuelve a través de tres grandes ciclos, de Oriente a Occidente: el oriental, el clásico (o grecolatino) y el occidental. 
LA LITERATURA DEL PRÓXIMO ORIENTE
SIGLO XXVII a.C. 
"Yo, la que alguna vez se sentó triunfante, fui arrojada del santuario.
Como una golondrina me hizo volar por la ventana, y mi vida se ha consumido.
Él me hizo caminar entre las breñas de la montaña.
Él me arrancó la corona apropiada de la alta sacerdotisa,
Y me dio daga y espada — “esto es más para tí” — me dijo." 
Enheduanna, Alta Sacerdotisa de Ur, Sumeria, 2280 a.C.
(Interludio entre la Parte Cuatro y la Parte Intermedia / Itahisa, 2013) 
El Próximo Oriente es el término utilizado para denominar las zonas de Asia occidental y noreste de África de civilizaciones anteriores a la civilización clásica grecorromana, y que actualmente se denomina Oriente Próximo u Oriente Medio. Para la misma región, Vere Gordon Childe acuñó la denominación Creciente Fértil, al definirla como la zona donde surgió primero la Revolución neolítica (VIII milenio a.C.) y posteriormente la Revolución urbana (IV milenio a.C.). Son los actuales países de Irak, parte de Irán, parte de Turquía, Siria, Líbano, Israel, los Territorios palestinos, Jordania, Arabia Saudita y Egipto. Cronológicamente, se entiende como un periodo que va desde el inicio de las civilizaciones históricas en torno al IV milenio a.C. (en esta zona la aparición de la escritura, las ciudades y los templos es simultánea a la Edad del Bronce) hasta la expansión del Imperio aqueménida en el siglo VI a.C.
LITERATURA MESOPOTÁMICA
Solamente se conocen unos pocos poemas de gran trascendencia de esta época: Inanna, señora del Cielo y la Tierra, poemas de Enheduanna; la Creación, de autor desconocido, obra de fondo politeísta y de carácter épico-religioso; y la Epopeya de Gilgamesh o Poema de Izdúbar, importante obra de la literatura oriental. Ya hacia el año 2100 a.C. aparecería el famoso Código de Hamurabí (en Babilonia), una colección de preceptos morales y políticos. 
El término Antiguo Oriente es ampliamente utilizado por los especialistas en arqueología, Historia antigua, arte antiguo y egiptología, y suele usarse acompañado de otros términos geográficos que dividen la región: la zona conocida como Mesopotamia incluye el actual Irak. Se divide en Baja Mesopotamia o Caldea (Sumeria y Babilonia) y Alta Mesopotamia o Asiria. Mesopotamia significa Tierra entre dos ríosPersia y Media hacen referencia al actual Irán, con límites difusos con el Cáucaso, el Asia Central y la India. Levante incluye los actuales Israel y los Territorios Palestinos ―denominados conjuntamente como Canaán o Palestina―, Líbano ―denominado Fenicia―, y partes de Siria (fachada marítima y zona de Damasco) y Jordania (valle del Jordán), en ambos casos excluyendo la zona desértica que comunica con Mesopotamia y Arabia. La Arabia preislámica incluye los actuales Arabia Saudita, Yemen y los emiratos del Golfo Pérsico (Omán, Baréin, Emiratos Árabes Unidos, Catar y Kuwait), con límites difusos en la zona desértica de la actual Jordania y Siria (antiguos reinos de Palmira, Nabateos y Petra). Anatolia o Asia Menor es la parte asiática de la actual Turquía (antiguos reinos hititas, frigios y lidios). La costa anatólica del mar Egeo se denomina Jonia y pertenece al ámbito de la civilización griega. La zona europea de Turquía correspondía a los antiguos tracios. Antiguo Egipto, identificado con el delta y el valle del Nilo a partir de Asuán (aguas arriba se denomina Nubia, amplia región actualmente compartida con Sudán). El Antiguo Egipto se dividía en Bajo Egipto (delta del Nilo) y Alto Egipto (valle del Nilo). Algunos académicos tienden a excluir a Egipto del área como una entidad diferenciada de oriente y asimilada a África, pero las intensas relaciones políticas, económicas y culturales mantenidas con toda el área a partir del II milenio a.C., hacen esta segregación algo poco común.
La Edad Antigua comenzó con la escritura y finalizó con la muerte de Alejandro Magno, en 323 a.C. A partir de esta fecha, la Edad Antigua se despidió, dando comienzo la “Época Helenística”. Pero la historia de la literatura tuvo lugar mucho antes, en la zona denominada Creciente Fértil, una región que iba desde el Levante Mediterráneo hasta los montes Zagros. En ella se produjo, entre otros, un fenómeno histórico de tal magnitud, que no ha tenido aún precedentes en toda la Historia de la Humanidad: la aparición de la escritura (sumeria). Este fenómeno es tan importante porque determina el paso de la protohistoria a la Historia y se dio entre fines del IV milenio y el III milenio a.C. en la baja Mesopotamia cercana al Golfo Pérsico, en la región de Sumer. 
La escritura sumeria recibe el nombre de “escritura cuneiforme”, se realizaba sobre tablillas de arcilla y se escribía con cañas cortadas al uso. Esto no es una casualidad, ya que en estas tierras los recursos naturales más abundantes son la arcilla y la caña, por ello las edificaciones mesopotámicas se han basado en ladrillos de barro y caña secados al sol, llamado adobe. La escritura cuneiforme fue utilizada durante tres milenios en el Próximo Oriente y pocos de los documentos encontrados han sido leídos (Vázquez Hoys, 2009).
La Historia empieza en Sumer. La Historia escrita de Sumer empezó con una lista de reyes y dinastías sumerias, pero más tarde lo hizo por necesidad comercial, de registro y económica. Recientes investigaciones nos informan de la existencia de poesías de la mano de una princesa acadia, Enheduanna (ca. 2.310 a.C.), hija de Sargón de Acad y perteneciente al siglo XXIV a.C. Esto no ha de extrañarnos, pues antes de Acad y de Ur hubo imperios y ciudades; antes de la escritura sumeria cuneiforme hubo lenguaje, y antes del lenguaje sumerio hubo alguna forma de ideograma. Antes de que en las llanuras de Mesopotamia crecieran los templos de barro y piedra hubo arte, entendido como formas de comunicación que movían sentimientos. Lo que no conocemos antes de Enheduanna, ‘Gran Sacerdotisa adorno de An’ y su obra, es la existencia de ningún autor como tal, en singular, con nombre propio. Sabemos que buena parte de los bisontes de Altamira, por ejemplo, fueron trazados por la misma mano; una mano genial capaz de dibujar el perfil de un animal de un solo trazo, provocando emociones más de 150 siglos después de su pintura. Pero nunca sabremos su nombre. Conocemos eximias pinturas, esculturas y obras arquitectónicas del remoto pasado mesopotámico o egipcio, pero no sabemos quién las hizo. El primer autor conocido de una obra de arte era poeta, y era una mujer, aristócrata y alto cargo de su gobierno. Antes de ella hubo creadores, pero ella es la primera autora de que tenemos noticia: la más remota asociación que conocemos entre una obra y una persona concreta, de existencia probada, con una vida y una historia propias: Enheduanna, la primera autora (Cervera, 2013). 
La literatura asirio-caldea se originó en un pueblo semítico, proveniente de la rama sumeria que se estableció en Asiria y Caldea tres milenios antes de Nuestra Era. La Literatura asirio-caldea fue escrita en acadio, idioma silábico de escritura cuneiforme. Los sumerios creían en la inmortalidad del alma, con una eternidad de castigo para los malos y de recompensa para los buenos. En las obras que dejaron se advierte una colección de preceptos morales y políticos que en muchos puntos importantes se asemejan a la legislación mosaica. Nos quedan algunas inscripciones de las que solían grabarse en los monumentos públicos, como la famosa Inscripción del Rey Asurbanipal.